Estamos desengañados, desde fines de los noventa, de reformas externas para cambiar la realidad. En su lugar, el centro escolar, su autonomía y su articulación por la dirección lugar se están convirtiendo en una prioridad. Como ejemplo reciente, México, envuelto en una amplia reforma educativa de un sistema en exceso burocratizado y centralizado, ha presentado a mediados de marzo el “nuevo Modelo Educativo”, que tiene como apuesta clave situar a “la escuela en el centro del sistema”, con un nuevo papel de la dirección y supervisión escolar, enfocado en el liderazgo pedagógico.
En contraste, en España el tema languidece año tras año, donde no hay incluso candidatos para ejercer la dirección. Las sucesivas reformas en las dos últimas décadas no han incidido, primariamente, en el modelo de gestión. Arrastramos un déficit en la gestión pedagógica de los centros escolares, que explicaría el bajo rendimiento del sistema. No parece que tampoco vaya a ser objeto del añorado Pacto Educativo, y las propuestas alternativas (“Por otra política educativa”) repiten lo mismo que ya ha habido. No parece políticamente correcto entrar en el tema. Por eso, con mi apoyo, han tomado la iniciativa los propios directivos a través de sus Asociaciones para establecer una identidad a la dirección escolar mediante el Marco Español para la Buena Dirección (MEBD).
Más allá de regulaciones cambiantes, al arbitrio de la política de turno, hemos considerado la necesidad de un Marco de referencia estable, como regulación interna de la profesión, al modo de códigos deontológicos de buenas prácticas y competencias exigibles a todo directivo, cuya fuerza está en ser expresión de los propios implicados. La iniciativa, liderada por FEDADI (Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Escolares Públicos), ha contado con el apoyo de FEDEIP (Federación de Directivas y Directivos de Centros Públicos de Educación Infantil y Primaria) y FEAE (Forum Español de Administradores de la Educación). Hemos querido sea expresión consensuada de todos los que tienen que ver con la dirección escolar, como resultado de un proceso de construcción colectiva para fijar una visión compartida sobre el liderazgo de la dirección. La propuesta la tienen otros países hispanoamericanos (Chile, Perú) y existen igualmente Marcos de Estándares o competencias de los líderes escolares ya consolidados en contextos anglosajones, que hemos tenido en cuenta.
A su vez, este Marco requiere y demanda, paralelamente, las condiciones estructurales (de recursos, autonomía, profesionalización) para que una buena dirección sea posible. Al tiempo, orienta los procesos de selección, formación (inicial y permanente), evaluación de la dirección y su reconocimiento. En conjunto, configura un perfil de desempeño, de acuerdo con las tendencias internacionales y lo que la investigación muestra sobre prácticas de éxito en la dirección. Como propuesta competencial supone, que el ejercicio profesional de la dirección requiere un conjunto específico de competencias, que pueden ser aprendidas y desarrolladas. El Marco abre un camino a la necesaria profesionalización de la dirección escolar en España, que nada tiene que ver con una salida burocrática como funcionarización de por vida.
La dirección escolar está para que la escuela cada día pueda ofrecer un mejor servicio educativo. Un punto crítico sobre la dirección y organización de centros en España es qué hace o puede hacer para mejorar la labor docente del profesorado en su aula y, consiguientemente, el aprendizaje del alumnado. Este MEBD intenta concretar lo que hemos aprendido por la experiencia y lo que la investigación define como prácticas relevantes, y aporta una breve explicación de cada una de ellas. Se ha estructurado en cinco grandes dimensiones: Metas e intervenciones estratégicas; Dirección, organización y funcionamiento del centro educativo; Liderazgo pedagógico; Participación y colaboración: gestión del clima institucional; y Normas éticas y profesionales. Cada una, a su vez, comprende un conjunto de competencias, especificadas en los correspondientes descriptores de desempeños o prácticas profesionales que caracterizan a una buena dirección escolar. Se piensa hacer una amplia difusión a través de las correspondientes Asociaciones.
Mejorar la prestación del servicio educativo conlleva, entre otros factores clave, como dice Fullan en un libro recientemente editado (La dirección escolar. Tres claves para maximizar su impacto), “reposicionar el rol de director como líder pedagógico general de manera que maximice el aprendizaje de todos los profesores y, a su vez, de todos los estudiantes”. El objetivo del MEBD es fortalecer el rol de la dirección, no en una línea administrativo-burocrática, sino de un liderazgo pedagógico capaz de llevar adelante estas tareas y de gestionar los cambios necesarios.
Publicado en “Escuela”, marzo 2017
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