El periodista y escritor Javier Valenzuela (Granada, 1954) regresa a su tierra natal tres o cuatro veces al año, incluso cuando vivía como corresponsal en Beirut, Rabat, París o Washington. Le gusta volver a Granada, en especial a la Alpujarra ya que tiene casa en Bubión desde hace cuatro décadas para de esa forma regresar a sus fuentes y vivir en la ladera de Sierra Nevada, mirando a África a través del Mediterráneo. Estará en Granada durante la Feria del Libro de Granada pues el 27 de abril, invitado por la Fundación Tres Culturas, presentará un cómic sobre Albert Camus, uno de sus referentes y al día siguiente, el 28, firmará ejemplares de ‘Limones negros’ (Ed. Anantes) en la caseta de Balqís, la librería de la Casa Árabe. Al igual que ‘Tangerina’, su segunda novela está ambientada enTánger, refugio de escritores como Paul Bowles, Tennessee Williams, Jean Genet o William Burroughs. En ella, Sepúlveda, profesor del Instituto Cervantes, se convertirá en detective accidental tras la muerte de uno de sus alumnos. En su opinión la ciudad fronteriza es el escenario adecuado para que la corrupción española extienda sus tentáculos sobre un territorio en pleno renacimiento cultural, social e inmobiliario.
– ¿En qué se parece y en qué se diferencia usted de Sepúlveda, profesor del Instituto Cervantes en Tánger y protagonista de sus dos novelas?
– Coincidimos, supongo, en nuestra pasión por Tánger y en una actitud libertaria ante la vida. También, claro, en nuestra admiración a las mujeres. Discrepamos en otras cosas. Por ejemplo, él detesta el periodismo y yo creo que sin periodismo no hay libertad.
– Ambas obras tienen como escenario Tánger. ¿Ha residido en esta ciudad? ¿Por qué la ha elegido?
– Me encanta mirar África desde La Alpujarra y también mirar Andalucía desde África. En los últimos tiempos viajo a Tánger con frecuencia, a pasar allí unas cuantas semanas seguidas. Tánger es otra de mis fuentes. Entre África y Europa, el Atlántico y el Mediterráneo, con América allá, al Oeste. Una ciudad abierta y divertida, donde casi todo es posible. Con un importante componente andaluz y español. Me parece un excelente escenario para situar novelas negras en castellano.
– ¿Hasta qué punto le ha servido su trabajo como periodista a la hora de dar forma a sus novelas y tratar temas como la corrupción política?
-El periodismo ha sido mi instrumento en la documentación de “Tangerina” y “Limones negros”. Cuaderno en mano, he visitado todos los escenarios de ambas historias. Y he tomado en las calles de Tánger cientos de notas sobre personajes, escenas y situaciones. La novela policíaca es la novela realista contemporánea, alumbra el lado oscuro del mundo en que vivimos. Y la corrupción política, empresarial y financiera es una de las lacras de este mundo. Ahora bien, es un tema que muchas veces puede contarse mejor desde la ficción que desde el periodismo.
– ¿En quién se ha inspirado para crear a Lola Martín, capitán de la Guardia Civil, y Arturo Biescas, el todopoderoso banquero?
-Una oficial de carne y hueso de la Guardia Civil me contó muy amablemente la intensidad y la profesionalidad con las que ese cuerpo está persiguiendo la corrupción en España. Ella inspiró a Lola Martín. En cuanto al banquero Arturo Biescas, es una combinación de varios de los que estos años están desfilando ante los juzgados.
– ¿Daría ‘Limones negros’ para una serie de televisión? ¿Quiénes podrían interpretar los personajes principales?
-Algún crítico ha dicho que mi escritura es bastante cinematográfica, fácil de convertir en un guión. Me encantaría que alguien lo hiciera. Coronado podría ser el profesor Sepúlveda, Clara Lago haría de Lola Martín y Maribel Verdú encarnaría a la “femme fatale” Adriana Vázquez. (Risas).
– ¿Cuáles son los comentarios y valoraciones que le han llegado de sus primeros lectores?
-Bueno, los lectores parecen apreciar que aborde el tema de la corrupción y agradecen que lo haga haciéndoles viajar fuera de España.
– ¿Tiene previstas más novelas con Sepúlveda como protagonista?
-He comenzado a trabajar en una tercera, pero transcurre en el Madrid de la Guerra Civil. Quizá después vuelva con Sepúlveda, ¿por qué no? Nunca digas nunca jamás.