‘De frondas y de aguas’ es el poético título elegido para la exposición de María Teresa Martín-Vivaldi García-Trevijano (Granada, 1955) que se podrá contemplar hasta el próximo 24 de mayo, en la Galería Ceferino Navarro, de lunes a viernes, de 11 a 13,30 h y de 18 a 21 horas. Esta muestra supone la número 43 individual, pese a lo cual la artista se la toma «como un nuevo reto y, si acaso, con el paso del tiempo cada vez con más responsabilidad, casi con los mismos nervios que cuando empezaba y con los deseos de alcanzar siempre un nivel mejor a la exposición anterior». Quienes se acerquen por el número 2 de la calle de San Matías se verán sorprendidos por la riqueza cromática de sus pinturas que se puede apreciar en las obras expuestas.
En concreto, la exposición se compone de 12 cuadros sobre lienzo de formato más grande y otros 14 sobre papel, en formato más pequeño, que se muestran como si fuera un mosaico. María Teresa aclara que los lienzos son acrílicos sobre lienzo encolados sobre madera para que se quede una superficie rígida, ya que la prefiere así para la conservación y el transporte. Los de papel parten de una base de óleo estampados con el tórculo sobre los que luego ha pintado con distintos materiales, guaches, acuarelas, lápices, tinta china,… En cuanto a la ausencia de la figura humana en su obra indica que durante una época estuvo haciendo casi en exclusiva figura humana y que después necesitó otras cosas, «quizás porque me permitan mayor libertad, y porque, además, me encanta la naturaleza y nunca me canso del tema que te ofrece luces diferentes dependiendo de la época del año. «Me permite mucha libertad de creación ya que la figura sujeta más, pues en pincel tiene que estar todo más amarrado», aclara al tiempo que añade que sus cuadros suelen ser recreaciones pues del natural solo pinta a lápiz, «para no sujetarme demasiado a la realidad, y poder recrear, evocar, más que describir lo que voy viendo y me llama la atención».
Al consultarle sobre el origen de sus inquietudes artísticas informa que su bisabuelo Vivaldi, el italiano del que proceden todos los Vivaldis que hay en España, «era pintor por lo que puede que haya heredado su amor por la pintura». También considera que se las debe a su padre periodista y escritor y a su tía la poeta Elena Martín-Vivaldi. Gran parte de los cuadros exhibidos están inspirados en el Pirineo navarro, en la selva de Irati, donde estuvo el año pasado, y que han cobrado un valor especial pues le recuerdan a una amiga, Carmen López, que nos ha dejado hace pocos días y que le hubiera gustado hubiese podido ver la exposición. Para terminar invita a pasarse por la sala pues considera que «se puede pasar un rato agradable evocando la naturaleza que se conserva de manera más prístina y salvaje». También hay alguna obra que está relacionados con el bosque de la Alhambra.
Precisamente, el director de la sala, Ceferino Navarro, destaca la concepción de la naturaleza que tiene Marite Martin-Vivaldi desde el origen de su pintura. «En esta exposición se nota una gran madurez y exquisitez con el color habiéndose superado a sí misma. Por otra parte, para mi ha sido un placer haber sido el primero en hacer una exposición con ella tras su nombramiento como académica de la Academia de las Bellas Artes de Granada», señala antes de añadir que «estar ante uno de sus cuadros es revivir el mejor momento optimista que podemos tener en la vida». Así mismo, reconoce que el texto que le ha dedicado en el catálogo lo ha hecho con mucho cariño. En él afirma que «Marite reinventa vanguardias sin el propósito de acomodarse a ellas, valorando como pocos el legado, y adaptando como nadie lo aprendido».
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