¿Qué hacen los profesores cuándo se jubilan? Muchos, -como otros ciudadanos-, se dedican a cuidar de sus nietos y ayudar a sus hijos en su lucha diaria; otros vuelven a sus orígenes y buscan en sus huertos el retorno a la naturaleza. También conocemos a bastantes que deciden seguir formándose y regresan a la Universidad y, otros tantos, ocupan su tiempo en aquellas actividades de las que su dedicación a la enseñanza les había tenido apartados, bien sea la música, la literatura o el deporte. Incluso hay quienes se entregan de lleno a varias de ellas. Este es el caso del profesor universitario Salvador Camacho Pérez que tras su jubilación forma parte de la Banda Sinfónica Municipal de los Ogíjares, al tiempo que dirige el Museo Etnográfico Molina-Ramos de este municipio y practica habitualmente el ciclismo como «biciabuelo». Además, en esta semana está realizando otra hazaña consistente en recorrer el Camino del Norte a sus 75 años en bicicleta. Así lo está viviendo y así lo cuenta en su página de Facebook.
EL CAMINO DEL NORTE CON 75 AÑOS: ETAPA 0
A las 7 de la mañana salíamos de Granada camino de Santander. Las bicis en un monovolumen Rodius que no está hecho para esto. En fin, el viaje fenomenal. Una paradiña en Bailén para tomar café y ya, sin descanso, hasta el Restaurante Azofra de Burgos donde hemos degustado un maravilloso lechazo por aquello de que lo que bien empieza bien acaba. Tras el almuerzo carretera y manta hasta Santander. En la oficina de Europcar hemos devuelto el coche y montado las bicis con las que nos hemos trasladado al piso contratado mediante Airnb. La propietaria, Esther, un encanto de simpatía y amabilidad (paraguaya tenia que ser). Hemos dado una vuelta por el paseo marítimo, recogido las credenciales peregrinas y tomado una tapa en La Casa del Indiano. Al salir, hemos presenciado un pasacalles de una banda de gaitas. ¡Qué espectáculo! Y detrás lo inimaginable por estas tierras: un desfile de hermandades del Rocío. Mis compis se han ido a presenciar el chupinazo que anuncia el comienzo de las Fiestas de Santander y yo me he quedado para escribir estas líneas. Mañana a las seis en pie y a sudar la camiseta.
EL CAMINO CON 75 AÑOS: ETAPA 1
Santander a San Vicente de la Barquera, 62 kms. de un entretenido sube y baja que no nos ha causado mayores problemas. Sólo al final unas rachas del noroeste y el agradable sirimiri propio de estos pagos. A las seis han sonado tres alarmas y en pie como un solo hombre. El desayuno peregrino marca Suros (plátano, yogur, nueces, dátiles) y a las siete una foto de despedida frente al ayuntamiento de Santander. Luego coser y cantar hasta Santillana donde hemos desayunado en versión café y croissant. Una y otra vez he visto letreros indicando el desvío a Suances lugar de nacimiento de mi abuela Asunción. Sangre montañesa corre, pues, por mis venas. En muchos pueblos de esta zona estuvo destinado como guardia civil mi abuelo Salvador: Reinosa, Torrelavega, Los Corrales, el mismo Suances y Santander. Este mejunje sanguineo a base de aportaciones cántabras, valencianas y andaluzas (sobre todo de Motril) más la pizca de la diáspora, explican mi extraña personalidad. En fin, volvamos al Camino. Tras Santillana hemos parado en Comillas. Ahí está la foto. Y en San Vicente estábamos a las 13.30. Coronamos la brutal ascensión al Albergue y lo encontramos cerrado. Decidimos bajar a comer. Un menú de peregrino un tanto especial, riquisimo en las distintas variantes y vuelta a subir al Albergue que encontramos completo. La hospitalera nos recomienda un piso cercano en el que ya nos hemos instalado. El resfriado de Alex lo tenemos casi controlado. Luego iremos a comprar el desayuno de mañana y a dar un voltio. Estado general: perfecto. Ninguna molestia por aquí ni por allí. Mañana a Lastres.
EL CAMINO DEL NORTE CON 75 AÑOS. ETAPA 2
San Vicente de la Barquera- Lastres, 102 kms. por un ligero error de cálculo. Ayer salíamos a las 7.30 de S. Vicente con buena temperatura y sin viento. Unas fotitos junto al puente de 28 ojos (siglo XV). A poco la subida prevista, y después tranquilidad hasta Llanes. Un vistazo a los Cubos de la Memoria de Ibarrola, bastante chuchurríos por cierto. Después, todo seguido hasta Ribadesella y aquí el despiste. José Antonio y yo hemos tirado hacia Arriondas donde hemos comido. Con la fabada en el buche, agarra un puerto llamado Fitu, diez kilómetros de una subida que no me ha permitido pasar de los 4.5 por hora. La releche en bicicleta. Y vaselina en la retaguardia. Un ciervo subía a mi derecha con la lengua fuera. ¡Pobre criatura! Y me miraba pensando: este humano tan viejo debe ser gilipollas. Nunca en mi puñetera vida me he encontrado con una cuesta tan puñetera. Y llegamos a lo alto y nos tomamos un refresco y bajamos a toda pastilla creyendo que nuestras penas habían terminado. Pues no. Desde Colunga a Lastres, la puntilla y ya en el pueblo, la ascensión al Albergue La Anunziatta. Me he quedado sin batería en el faro delantero, en el piloto trasero, en el reloj, en el teléfono y donde yo me sé. A las 20 horas colada, ducha y bajada al pueblo por rampas del cincuenta por ciento y escaleras de a metro el tranquillo. Sardinas y sidra y otra vez para arriba. Si dentro de un rato, al levantarme, no se me doblan las rodillas será un milagro.
EL CAMINO DEL NORTE CON 75 AÑOS: ETAPA 3
Lastres-Avilès, 58.14 kms. para mí y 80 para mis esforzados compañeros. El puerto del Fitu que ayer coroné con honor me ha pasado factura hoy. Salíamos esta mañana de Lastres a las 8.30 camino de Colunga, donde hemos desayunado. Lluvia y viento a mogollón. Después a Villaviciosa para encarar un puerto que me ha obligado a sacar fuerzas de donde no quedaban. José Antonio en descubierta varios kilómetros por delante y Alex pendiente de mí en todo momento. Interminable. He empezado a notar una molestia intermitente en la rodilla y aunque no ha ido a más he preferido hacer en tren el último tramo Gijón-Aviles. Mis compis han seguido en bici como es la obligación de todo suro que se precie. La verdad es que son etapas de mucha subida y aunque todo lo que sube baja (al revés no necesariamente) cuesta llegar a la cima y empezar a disfrutar. Junto a esto, andamos un poco resfriados. Hace frio, viento y llueve, los tres ingredientes del catarro. El albergue repleto. Tras la ducha nos hemos dado una vuelta por el pueblo y comprado la cena que nos hemos tomado en el propio albergue. Nos han adjudicado tres literas superiores. Yo he llamado a Mudanzas Cariño para que me subieran con la pluma. Mañana otra paliza hasta Luarca. No pasa nada. En el tren se iba muy bien. Y me ha reconocido un antiguo alumno de Granada. Si es que soy más famoso que Remigio. Las fotos en la comida en Gijón y en el tren de via estrecha.
EL CAMINO DEL NORTE CON 75 AÑOS: ETAPA 4
Avilés-Luarca, 77.57 kms. Y más de seis horas en la bici. Puerto va y puerto viene, mi rodilla fastidiando pero yo ni caso. La noche pasada con dolor de garganta, tos perruna y moqueo gatuno, temiendo que a la mañana iba a ser incapaz de coger la bici. El obstinato roncador de mi vecino de litera me ha levantado inmisericorde a las 6 de la mañana. A las ocho y bajo una lluvia pertinaz hemos atravesado Avilés y enfilado la carretera que nos debía dejar en Luarca. Una penosa sucesión de subidas y bajadas, el clásico rompepiernas hasta que en Cadavedo hemos parado a comer. El último tramo de 16 kms. hasta Luarca rápido porque oliamos el albergue como el caballo huele la cuadra. Al pasar por Almuña he recordado al ciclón Honorio poniendo firmes al encargado de aquel albergue infecto que nos alojó hace tres años. Ya en Luarca, un Albergue privado, espacioso y bien dotado. Ducha, ropa para la colada y salida al puerto para tomar un par de cañones con un bocadillo de calamares. Estoy perfecto. La rodilla controlada, veremos mañana que partimos hacia Ribadeo. Seguiremos informando. La foto a la puerta del Albergue de Avilés.
EL CAMINO DEL NORTE CON 75 AÑOS: ETAPA 5
Luarca-Ribadeo, 51,85 kms. de tranquilo pedaleo, cuestas varias pero asequibles. Desayuno en Navia y a las 13 en el Hotel. Una comida a base de pote y pulpo y de inmediato a la ducha y al descanso reparador en una confortable habitación. Venía dándole vueltas al magín tratando de averiguar qué me mueve a meterme en este berenjenal del Camino, un año tras otro y ya van cinco consecutivos. Como no soy lo que se dice religioso, no me mueve la fe, ni la penitencia por favores recibidos, ni súplicas de milagros para conjurar males o desgracias. Llevo, eso sí, anotadas en un cuaderno, numerosas peticiones de amigos y allegados. Me sentaré en la catedral y empezaré a desgranarlas con el fervor que corresponde a los peticionarios. Haré un poco como Unamuno cuando dijo aquello de: «Señor, en tu infinita misericordia, apiádate de este ateo». Así que no es el sentimiento religioso lo que me mueve, ni el afán de superar una prueba física de regular dureza. Entonces, ¿por qué me empeño en esta aparente chaladura? Creo que lo hago porque me resisto a envejecer. Un ciclista en una momentánea parada en la ruta de ayer me dice: «¿Puedo preguntarle cuántos años tiene?» Setenta y cinco, le respondo. Y como me ha visto pedalear lento pero seguro, hace un gesto como diciendo: «¿De dónde ha salido este tío?» Le explico que hago muchos kilómetros al año y que la bici es mi medio de transporte habitual. Conclusion: cuando deje de indignarme y de montar en bici, empezaré a envejecer.
EL CAMINO DEL NORTE CON 75 AÑOS: ETAPA 6
Ribadeo-Villalba, 73 kms, la llamada Etapa Reina del Camino del Norte, iniciada a las 7.30 y, sin avisar, un puerto de 238 metros. Lo bueno, sin embargo, iba a llegar pronto con el de Abadin, 538 metros y los kilómetros que parecen detenerse. Pasamos por Barreiros y me vinieron a la memoria aquellos camiones, duros como el pedernal que, junto a los Pegaso y los Leyland, inundaban las carreteras de mi juventud. En Abadin hemos comido y gracias a ello la interminable cuesta hasta Villalba se nos ha hecho más llevadera. Mi catarro expectorante y tusigenante sigue dándome la lata. Siempre he dicho que la bicicleta lo cura todo de modo que tiene dos días para arreglarme las vías y sus aledaños. En Villalba estábamos a eso de las 17. Muy bien. El Albergue público, excelente por seis euros. Tras dejar las mochilas en las literas hemos ido al pueblo para comprar en la farmacia y en el super. De regreso y tras la ducha, un equipo internacional de ingenieros -ese que veis en la foto- ha reparado con éxito una alforja de José Antonio. Colada y secada en máquina y bocata en un bar de al lado. Etapa muy dura pero no me he resentido de ninguno de mis músculos, a estas alturas más pellejosos que los de Carmena. Mañana a Arzúa y al siguiente a Santiago. Todo acaba. Las otras fotos son de ayer en Ribadeo.
EL CAMINO DEL NORTE CON 75 AÑOS. ETAPA 7
Villalba-Arzúa, 76,67 kms, más de seis horas pedaleando. No recordaba la dureza de esta etapa y me ha pillado por sorpresa una prolongada subida nada más empezar. Realmente no hemos parado de subir desde que salimos de Santander. Emprendíamos la marcha a las ocho de la mañana con buen tiempo y ausencia de viento. Sin apenas calentar motores ha habido que apretar los dientes y tirar pa’ alante. En Bahamonde (¿le suena a alguien?) hemos desayunado copiosamente. Luego de nuevo cuesta arriba hasta llegar a Guitiriz. Aquí una amable señora nos ha recomendado un atajo para llegar a Sobrado. De la vieja la conseja y prepárate para lo peor. ¡Madre del amor hermoso! Nos hemos topado con una pared de tres kilómetros, el Fitu versión gallega. Hasta la vaselina que he tenido que aplicarme varias veces parecía pegamento Imedio y las ruedas se agarraban a la pista, mitad asfalto mitad papel de lija. Y subir y subir y subir hasta cerca de Sobrado donde hemos tenido que repostar cerveza de alto octanaje. Los veintidós kilómetros a Arzúa tampoco han sido suaves pero sí más llevaderos. En el Albergue hemos dejado las bicis y a comer a una pensión que ya conocía. Perfecto. Mañana a Santiago y fin de Camino. La foto en Arzúa. Y estad pendientes del IDEAL porque hay sorpresa.
EL CAMINO DEL NORTE CON 75 AÑOS: ETAPA 8 Y ÚLTIMA
Arzúa-Santiago, 47, 7 kms. Y acumulados 550. Primero lo fundamental: Ayer tarde disfrutamos del acreditado queso de Arzúa en dos de sus variedades. Delicioso. Una ración para tres y mejillones de regalo; curiosa combinación que desconocía. Quienes seguís amablemente estas crónicas habréis advertido que no he hecho descripciones paisajísticas. Creo que el mar estaba a nuestra derecha, había vaquitas y mucho verde; pero son intuiciones. De lo que si puedo hablar con propiedad es de las características de la carretera porque no dejé de mirarla ni un solo instante. Parece mentira que una Nacional 634 tan transitada por bicigrinos, aparezca en muchos de sus tramos con firme irregular, sin arcén o con uno estrecho o descascarillado. Un extraordinario peligro en las bajadas. Y lo de los rótulos es de aurora boreal. Las lenguas periféricas e incluso los dialectos locales han impuesto su ley. Lo común se ha sometido a lo propio. No veréis ni una indicación en español que es el idioma que esperan ver los extranjeros y los nacionales de otras regiones. Una de tantas claudicaciones del Estado frente a la perversión autonómica. En cuanto a la etapa, se ha iniciado con las cuestas de costumbre y con una persistente llovizna que pronto nos ha puesto chopaícos. Habíamos tomado café antes de salir de modo que el cuerpo iba entonado. A los 30 kms. hemos dejado la 634 para tomar la pista que lleva al Monte do Gozo. Mucho caminante y yo descabalgando bajo la lluvia cada dos por tres. Junto a la cruz, las fotos de rigor con más frío que vergüenza. Sin problemas hasta Santiago. En el Albergue hemos dejado alforjas y mochilas y emprendido el último trecho hasta la plaza del Obradoiro, con gente hasta la bandera. Una cola interminable para entrar en la Catedral y otra parecida para recoger la compostelana. Hemos resuelto comer en Casa Manolo, caldo gallego y codillo, 10 euros. José Antonio y Alex se han quedado para intentar obtener la credencial y yo me he venido al Albergue. Ducha calentita y a esperar que vengan. Misión cumplida y bien amplificada por el IDEAL por lo que hemos visto. Mañana la reflexión final.
EL CAMINO DEL NORTE CON 75 AÑOS: REFLEXIÓN FINAL
Y ante la majestuosa fachada de la Catedral de Santiago, que no consigo ver libre de andamios y colgajos, la humilde entidad del bicigrino pasa desapercibida. Aquí estoy otro año celebrando con los compañeros de Camino que el apóstol nos ha mantenido bajo su protección: ni un pinchazo, ni una avería, ningún incidente desagradable. Aunque el Camino del Norte no capta ni con mucho la afluencia del Francés, es ocasión para el despliegue de idénticos valores. Y aquí los caminantes son especialmente ejemplares. Gente que arrastra pesadamente los pies, que empuja sillas de ruedas, que marcha animosa bajo el aguacero. Y si necesitas ayuda, ya seas ciclista o caminante, de inmediato se activa la generosidad del peregrino. El Camino va dejando huellas en tu propio corazón. Tienes tiempo para la meditación, para revisar tu trayectoria vital, para cargarte de buenos propósitos. El Camino te envuelve en un aura de intimidad, de misticismo (aunque no lo pretendas) y así vas kilómetro tras kilómetro con la ilusión de llegar. Sufres penalidades, duermes en cualquier sitio pero una fuerza interior te impide desfallecer. Haced el Camino. Andando o en bicicleta, solos o acompañados. Y cuando lleguéis a Santiago, rezad por este cronista. Tengo muchos motivos de agradecimiento. A todos los amigos que día a día me daban ánimos con sus amables comentarios en facebook. A Juan Carlos Barranco Hurtado por su magnifica gestión del transporte. A la gente que nos ha hospedado. Y, especialmente, a mis compañeros de aventura Jose Antonio Fernández Plaza y Alejandro León Carmona Zurfluh que han estado pendientes de mí en todo momento. El próximo año, si el apóstol quiere, repetiré el Francés. Hasta que el cuerpo aguante. Abrazos.
Texto y fotos: FACEBOOK DE SALVADOR CAMACHO