En los tiempos que corren, de corrupción, de falta de trabajo, de saturación de noticias políticas, viene muy bien un libro de poesía como el que acaba de publicar José Ganivet Zarcos titulado ‘Poemas de extrarradio’, publicado por Esdrújula Ediciones, en su colección Diástole. Un poemario que desde el título quiere ser una metáfora de los grupos sociales y de las personas que viven marginadas de la sociedad, pero no se refiere en exclusiva a los barrios marginales, que también; sino a todas las realidades sociales cuya influencia en la sociedad se ha visto impedida desde siempre: campesinos, braceros, mujeres,… Lo presenta hoy, martes, a las ocho de la tarde, en la Biblioteca de Andalucía donde estará acompañado por el también poeta, Miguel González Martos, y el editor Víctor Miguel Gallardo. Este acto está incluido dentro del ciclo Letras Capitales y cuenta con la colaboración de la Consejería de Cultura, a través del Centro Andaluz de las Letras (CAL).
El veterano poeta santaferino nos cuenta que este poemario hará «el número once o doce» y que como los anteriores la cubierta ha sido ilustrada por Virginia Toro. «La portada es simbólica y está realizada con acuarela gris. Se ve un cardo en el que aparecen cuatro mariposas y otra que vuela por encima. Es una metáfora de las situaciones marginales, gente que se queda en los pinchos del cardo y otra que es capaz de superar las dificultades y salir adelante». También indica que él ha vivido 16 años en los barrios marginales de Granada, primero en la Virgencica y después en Almanjáyar, donde ha tenido las vivencias que más le han marcado, tanto en lo bueno como en lo malo. «Tenía una serie de poemas escritos sobre un personaje, una situación, una frustración por un desencanto, sobre una alegría o una tristeza, que de todo hubo y llegó un momento en el que había un número suficiente para darle la forma de libro. No me quería morir sin haber escrito un libro sobre unos años tan plenos de mi vida», añade el autor que ha dedicado el libro a sus hermanos Manuel, Sergio, ya fallecido, Merchi y Encarnita, «que llenaron de alegría, de juegos y de canciones mi niñez».
Tras un minucioso prólogo en el que Miguel González Martos hace un análisis del contenido del libro, para concluir que el poeta «propone un vivir que ahonde en lo vivido» y cómo la suya es «una nostalgia serena, una mirada diferente y propia, como su voz poética, desde la que José Ganivet busca respuesta a los interrogantes más hondos, vitales y decisivos, que a todos nos asaltan de cuando en cuando». Le siguen las cuatro partes en las que se divide el poemario y un epílogo compuesto por dos poemas, uno dedicado a Sierra Nevada y otro que es un canto al deseo de superación y de aceptación de distintas etapas de la vida. En la primera parte, titulada ‘Raíces’ , habla con claridad, sobre su origen humilde y de las gentes marginadas de esa época. En la segunda, ‘Tiempos de bodas’, aparece un tema recurrente en su poesía, y es una reflexión emocionada sobre la relación amorosa hombre mujer.
Le sigue, ‘La pobre gente del barrio’ donde realiza una mirada de comprensión y de cariño a las personas que la sociedad ha ido desechando a lo largo de su vida y de cómo también hay gente buena también en estos barrios. Como ejemplo cita a Yolanda Cordobilla, viuda y criada de Lorca, que después de terminar su trabajo se dedicaba a ayudar a las personas mayores del barrio o Emilio, el vendedor de lotería militante del PCE, al que califica como un hombre consecuente y fiel a sus amigos. La cuarta y última parte, comienza con unos versos de su admirado Jorge Guillén y son un canto incondicional a la vida, al paisaje, a las relaciones humanas,… Asimismo, reconoce que «la poesía me ha servido para superar muchos problemas». Todo ello, como indica su prologuista, con una «escritura impecable», donde se puede observar la maestría en la obra poética, tanto con la métrica tradicional como cuando se decanta por el verso libre.
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