El acoso escolar o bullying (cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico al que son sometidos algunos estudiantes) muestra un problema de máxima preocupación y de una solución necesaria. Miles de jóvenes se convierten en víctimas propicias para el “matonaje” dentro y fuera de las aulas. Algunos/as ejercen el papel de hostigadores, debiendo alertar todos/as de las consecuencias del denominado bullying.
Un aspecto contrariado o afligido, llanto frecuente, faltas de asistencia en alumnos que asistían con regularidad o miedo en las clases son algunos de los síntomas que apuntan a una situación que cada vez más está presente en los centros educativos. El/la agresor/a puede actuar de manera violenta, siendo el autoritarismo una nota o rasgo definitorio en su conducta. La fuerza, el poder o la amenaza también suelen estar presentes en los acosadores. Si somos padres o madres hemos de estar atentos/as a posibles cambios en nuestros/as hijos/as. Así, un cambio de humor, estrés o falta de apetito pueden ser indicios de un posible acoso por parte de algún/a compañero/a.
De la misma forma, los dolores de cabeza, trastornos del sueño o alteraciones gastrointestinales suelen asociarse también en numerosas ocasiones a aspectos o rasgos sintomáticos del acoso escolar. Así, la víctima muestra señales de alerta que evidencian una situación de peligro e indefensión (en caso de no detectarlas, podemos asistir a un agravamiento que derive en un trauma con difícil solución). Ante un cuadro de ansiedad sin causa aparente, problemas de socialización o escasa comunicación con los progenitores, debemos mantener conversaciones con el equipo educativo, el/la tutor/a, el/la orientador/a o el equipo directivo en un contexto de máxima gravedad.
“Sin duda alguna, las redes sociales se han convertido en una herramienta o instrumento al servicio de acosadores que buscan sus “blancos perfectos”: personas engañadas y chantajeadas” |
Son muchas las clases de acoso, si analizamos la tipología de una lacra que se extiende dentro y fuera de las aulas. Cuando el bullying sale fuera de las aulas, son muchos los términos que se escuchan, pudiendo hablar de sexting, grooming o ciberbullying. Sin duda alguna, las redes sociales se han convertido en una herramienta o instrumento al servicio de acosadores que buscan sus “blancos perfectos”: personas engañadas y chantajeadas.
Como docente, no puedo obviar un entorno digital que resulta peligroso. Internet bien usado es útil para los escolares, si bien no podemos vivir conectados/as las 24 horas del día. Correos electrónicos, Instagram, Facebook o twitter son a veces canales o vehículos comunicativos entre acosadores y futuras víctimas. En definitiva, miembros de la comunidad educativa, debemos estar alerta ante los peligros de la red y algunas formas de violencia a las que se enfrentan nuestros jóvenes. Si trabajamos unidos en la misma dirección, podremos combatir esta lacra.
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Rafael Bailón Ruiz |
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