El acuarelista Arturo Marín (Granada, 1943) y el pintor a bolígrafo, Joaquín de Alva (Granada, 1950) son buenos amigos. Prueba de ello es que han querido compartir exposición en la sala del Colegio Oficial de Farmacéuticos donde en el espacioso aparecen mezcladas las obras de ambos artísticas. Esta doble muestra principalmente de temática granadina la han llamado ‘Momentos’ y podrá visitarse, en días de semana hasta el 6 de noviembre, en horario de mañana, de 10:30 a 13:30 h y de tarde, de 19:00 a 21:30 horas. Manuel Fuentes, presidente de este Colegio, pese a estar muy afectado de afonía, dio la bienvenida al numeroso público presente. También lo hizo Arturo Marín que se mostró feliz de reunirse con «amigos y pintores» y Joaquín de Alva quien reconoció «estar bien de bolígrafos pero no así de memoria» y manifestar que «si no hubiese venido nadie no habría servido para nada el esfuerzo de montar la exposición».
Seguidamente manifestó su agradecimiento a los a los pintores granadinos, especialmente a Arturo que fue quien le propuso la realización de este muestra, a Marijose Muñoz que les había preparado «un regalito» en forma de prosa poética, y al pintor japonés-granadino, Nobuo Ueda del que dijo que posiblemente conozca muchos más rincones que muchos granadinos de nacimiento. «Nobuo es el campeón de los pintores. Hiciera frío o calor, yo lo veía en Plaza Nueva, en la Gran Vía, en Reyes Católicos. Un día me acerqué y le dije: Perdone, ¿le puedo hacer una foto ? Él ni caso. Así tres o cuatro veces. A la quinta, dijo ‘si’. Creía que era porque no entendía el español pero lo entiende perfectamente pero lo estaba molestando», comentó ante las risas del público y la sorpresa de Nobuo de quien, a partir de la foto le hizo que públicamente le regaló «en nombre de todos los artistas que estamos aquí». A continuación la pintora y poeta Marijose Muñoz les leyó un texto de prosa poética titulada ‘Pájaros sobre dalías blancas’, compuesta para la ocasión con algunos títulos de las obras expuestas.
Arturo Marín que ha sido hasta su jubilación profesor de Dibujo Arquitectónico en la Escuela Universitaria de Arquitectura Técnica, siempre ha sentido la atracción por las artes plásticas pero ha sido tras los 40 años de actividad laboral cuando decidió dedicarse a «la difícil técnica de la Acuarela» considerándose profundo admirador de Turner, Sorolla, Sargent, Isidoro Marín, Geoffrey R. Wynne, entre otros. Por su parte, Joaquín de Alva ha sido Maestro Industrial en la rama de Delineación durante 36 años. Al igual que Arturo ha dado rienda suelta a sus inquietudes artísticas de forma autodidacta llegando a conseguir, tras muchas horas de esfuerzo, verdaderas obras de gran belleza con un simple bolígrafo. Admirador de Gustave Doré y de su tío-abuelo Joaquín Capulino (1879-1969) ha llevado su arte también a la ilustración de libros. Su eslógan: «Cuando veo algo que me emociona, no lo comento; simplemente lo dibujo».
PÁJAROS SOBRE DALIAS BLANCAS por Marijose Muñoz Rubio A los enamorados del ARTE que hoy visitan este surtidor de esperanza, con hebras de seda separo la sombra de la luz, y excarcelo a los presentes en un desnudo y breve sueño de esta anemia emocional y artística en la que yacemos inmóviles e impasibles en los últimos tiempos… en este ecléctico caminar de sentimientos damos paso al otoño, estación dónde la sangre derramada siempre son hilos de oro y ocre para los pintores… Hoy transformo en palabras al viento, este trémulo murmullo de saeta, plegada de esperanzas como racimos dorados de la tarde, devolviendo un poquito del maná pictórico que tanto me alimenta, construyo esta prosa poética con vuestros títulos, los que hoy contemplamos en este horizonte cerrado, choque fugitivo donde vuestros dedos tañen lirios blancos preñados de luz… entre Alva y Marín, os he mezclado cómo pigmentos, creando singular paisaje que engalana las miradas… PÁJAROS SOBRE DALIAS BLANCAS Esbelto remanso que anida dulcemente cual “bodegón en azul” herido entre las zarzas de oro y huyentes melancolías… Octubre ahogado del estío, corona de amaranto dame “un día de descanso”, déjame que acuda presta al jardín triste y pasee los infinitos, pues sólo surcando los azules con ojos plateados de estrellas, esbozo y diálogo con las horas, estos lienzos son libros profundos, babel de lenguas y colores que hacen sentir que la carne quiera separarse del alma… Sobrevolando la “calle Candil”, el “águila calva” del señor de Alva, divisaba la obra de Arturo Marín. Por el cielo de Granada, lacerante la mirada, y la mente despejada paseaban dos maestros, cazadores de belleza, cada uno con su alma, abrigada en un bolsillo, compartiendo en cada obra, la frescura de un chiquillo. Acuarela de estela sonora, cuál cítara dormida, llanto en declive que se calma en su pincel, llorando colores que se convierten en milagro suficiente, no se puede describir, olores en los balcones, delicias vivas, esa es la obra de Arturo Marín… Por la “Carrera del Darro” hasta la “Calle del Agua” paseaban nuestros ríos cargados de esa blancura donde aquellas tardes largas, lavaba nuestra “matriarca” sus enaguas en el río. “Luminoso atardecer” dónde el sol lleno de agosto, muestra sus ascuas de cobre reflejado en aquel hábito del viejo y barbado amigo “Fray leopoldo” en el camino, aventajaba un buen chusco, que regalar a un zagal, hacía bromas entre risas “¿Qué tapa prefieres?” Reía aquel santo varón, mientras untaba, el pan duro de rico aceite… de la “huerta San Vicente” que le regaló el buen Lorca, al ver pasar al anciano, entre harapos por los pinos, mientras tocaba el piano en el “patio de la reja” preñando verbos de aromas, almizcle, ciprés y trinos… Pero Joaquín de Alva y su delirio vertical, nos regala los momentos dónde la luz cegadora nos eclipsa en el color, y cómo negras palomas morando el “viejo alcornoque”, dónde los rayos de sol no rozan más que la copa, y el tronco oscuro y maltrecho rodea espacios infinitos en tanto sólo ve sombras, y las raíces de corcho sólo buscan privilegios verdes, y plasmar en blanco y negro cada paisaje dorado, olas de sollozos cobalto, muros caramelo dónde el polvo salpica, brisura de cipreses enhiestos, surtidores de sombra…es una magia tan pura que sólo posee aquel que nos destella ternura. El agua crepita fresca, en aquella alcantarilla con dedos de arañas férreas de la “Fuente del Tomate”, sobrecoge aquel destello con sus brillos saciadores, que sólo descubre aquel que ha bajado desplegando “por el carril”… sus amores. Crecer con vuestra cordura, asida cómo un regalo de tafetán escarpado, a las crines del saber, navegaré vuestros iris cual pirata embravecida y con buen cristal marino, espero a bien celebrar dónde la “puerta del vino” brindando por la amistad en este fugaz camino. Marijose Muñoz Rubio Nota de la autora: Los entrecomillados azules son los títulos de las obras de Arturo y los rojos de Joaquín
|
|