Muchas han sido las películas en las que Granada ha tenido, en mayor o menor medida, un papel protagonista. Rodar en esta tierra supone una apuesta segura, pues pocos lugares pueden competir con la belleza, luz y diversidad de sus paisajes. Así, gracias a la magia del cine es posible pasear por un imaginario mercado turco en la estación de tren de Guadix (Indiana Jones y la última cruzada, Steven Spielberg, 1989); imaginar que los picos nevados de Sierra Nevada son los Montes Urales (Doctor Zhivago, David Lean, 1965) o retroceder en el tiempo hasta los años en los que Lorca aún vivía. Quien esto escribe contempló por casualidad la filmación de una escena de Muerte en Granada (Marcos Zurinaga, 1996), en la que Miguel Ferrer (secundario habitual en muchas producciones de Hollywood y primo de George Clooney) salía de un portal en la calle Málaga, muy cerca de la facultad de Derecho. Casualmente la misma calle donde se rodó la escena final de Al sur de Granada (Fernando Colomo, 2003). El cine es así, está lleno de anécdotas y curiosidades.
Repasemos algunas de ellas. En este artículo se analizan cuatro películas (aunque la lista podría ser mucho más extensa) en las que Granada demuestra las posibilidades que ofrece a quien busque inmortalizar escenarios únicos.
SOPA DE GANSO (1933)
Al principio de Sopa de ganso (Leo McCarey, 1933), una frenética y delirante gamberrada con tintes surrealistas y probablemente, junto con Una noche en la ópera (Sam Wood, 1935), el mejor filme de los Hermanos Marx, hay un plano descriptivo que nos muestra el ficticio país de Sylvania. Pues bien, si nos fijamos comprobaremos que dicho país es en realidad la localidad de Loja. Cómo se coló un municipio granadino en una producción estadounidense de principio de los años treinta es un misterio cuya explicación podría hallarse en algunas de las siguientes opciones, o en una mezcla de ellas:
La primera teoría dice que el responsable fue un lojeño, Manuel Marín, quien se marchó a Estados Unidos y empezó a trabajar en los estudios de Hollywood. Allí, se supone, conoció a uno de los hermanos Marx y trabó cierta amistad con él, lo cual le llevó a ascender en el estudio y convertirse en el encargado de buscar en Europa localizaciones para ubicar los exteriores de la película.
La segunda teoría sostiene que un granadino, José Val del Omar, contemporáneo de García Lorca y personaje destacado por sus revolucionarios avances en el campo de la cinematografía, mantenía un acuerdo con la empresa Kodak, que le suministraba película a cambio de imágenes de Andalucía. Una de estas imágenes terminó en la sala de montaje de Sopa de ganso y se utilizó para representar la ciudad de Sylvania.
Ha pasado tanto tiempo que resulta difícil aventurar una respuesta definitiva. Lo que sí sabemos es que en Loja hay un mirador de Sylvania y se encuentra en el mismo punto desde el que se grabó la imagen que aparece en la película. En él se han colocado, no hace mucho, fabricadas en hierro y apoyadas en la barandilla del mirador, las inconfundibles siluetas de tres de los hermanos Marx y, frente a ellos, otra silueta, la de Harpo y su inseparable harpa.
Sopa de ganso apenas tuvo éxito en su estreno pero hoy en día muchos la consideran la mejor travesura de los Marx. Imposible no acordarse de algunos de sus hilarantes diálogos. He aquí una muestra:
–¡Si nos encuentran estamos perdidos!
–¿Cómo vamos a estar perdidos si nos encuentran?
FUGA SIN FIN (1971)
Fuga sin fin cuenta la historia de un americano de pasado criminal (George C. Scott) que vive retirado en el Algarve cuando acepta un último encargo: trasladar a un delincuente (Tony Musante) y a su novia (Trish Van Devere) hasta Francia. Pero al llegar al destino acordado comienzan las complicaciones.
A pesar de que la acción supuestamente transcurre en Portugal, España y Francia, en realidad se rodó en Málaga (Marbella, Mijas y Nerja) y Granada (Alpujarra, Sierra de Cázulas). En la mejor escena de la película, dos coches de una banda rival (un Jaguar XJ6 y un Dodge Dart) persiguen al exclusivo BMW 503 de los protagonistas por una carretera repleta de curvas y con unas impresionantes montañas nevadas al fondo. Solo por esa escena, filmada en parte en la carretera de Sierra Nevada y en parte en la de la Cabra, merece la pena revisar esta cinta. También es destacable la escena de la huida del preso del furgón policial, que se rodó en Órgiva, en el puente del río Guadalfeo.
John Boorman fue el primer elegido para dirigir la película, pero sus desencuentros con Scott en cuanto al desarrollo del guión provocaron que el director abandonara el proyecto. John Huston fue el segundo candidato y llegó a rodar bastantes escenas. Sin embargo, tampoco se entendió con el protagonista; ambos poseían personalidades fuertes, discutían con frecuencia y no se ponían de acuerdo en cómo enfocar la historia ni en la elección de la actriz principal, Tina Aumont. En el momento en el que se inició el rodaje, Scott atravesaba una mala racha: su matrimonio con Colleen Dewhurst (que interpreta un papel en la cinta) atravesaba una crisis y se encontraba especialmente irritable. Hasta tal punto llegó la tensión que Aumont, harta de aguantar las exigencias de Scott, abandonó la película. Huston se marchó justo después, aunque parte de su trabajo se utilizó en el montaje definitivo. Al final fue Richard Fleischer el encargado de sacar el proyecto adelante, si bien tuvo que volver a rodar varias escenas con la nueva actriz principal, Trish Van Devere. Quizá fuese un capricho del destino o quizá no, pero el caso es que Van Devere y Scott se enamoraron durante el rodaje y se casaron un año más tarde.
Hay varias razones para interesarse por esta obra. Entre ellas, las comentadas escenas rodadas en carreteras de montaña (imprescindible el protagonismo de las cumbres granadinas), la banda sonora de Jerry Goldsmith y la melancolía que impregna Scott a su interpretación. Lo peor, sin duda, es un guion débil con abundancia de personajes planos (los miembros de la banda rival son simples figuras decorativas), un ritmo irregular y las actuaciones de Musante y Van Devere, que no están a la altura de Scott.
CANÍBAL (2013)
Manuel Martín Cuenca, director almeriense conocido, sobre todo, por la excelente adaptación de la obra de Lorenzo Silva, La flaqueza del bolchevique (2003), quiso rodar en Granada una historia sobre un sastre con un oscuro secreto. Una idea brillante, por cuanto la ciudad le permitía elegir dos ubicaciones poco comunes para reflejar la dualidad del personaje principal: su casa (y lugar de trabajo) en una Carrera del Darro en la que predomina la oscuridad y la lluvia; y un refugio en la montaña (Güéjar Sierra), donde el protagonista puede actuar con mayor libertad.
La belleza de los planos rodados en las cumbres nevadas contribuyó en gran medida a que la cinta obtuviese el Goya a la mejor fotografía. De hecho, son estas escenas en exteriores (un arranque potente en una gasolinera con la cámara metida en el coche, las mencionadas visitas al refugio de la sierra y otra escena rodada en la costa de Motril, aprovechando el paisaje y el rugido de las olas como elemento desasosegante) lo mejor de la película. Porque la floja historia de amor, el ritmo lento y la falta de pasión y ambiciones narrativas terminan pasando factura.
Una curiosidad: en un momento de la película, el protagonista, Antonio de la Torre, circula en coche por la Carrera de la Virgen y pasa frente al cine Madrigal. Justamente fue en esa sala donde se estrenó el filme, a finales de 2013. El propio Martín Cuenca asistió a la proyección.
TADEO JONES 2: EL SECRETO DEL REY MIDAS (2017)
Heredera directa del universo de Indiana Jones, Tadeo Jones 2: El secreto del rey Midas (David Alonso, Enrique Gato, 2017), sorprende por su depurada técnica visual y se convierte en un excelente homenaje al cine de aventuras; un espectáculo para pequeños y mayores que incluye un paseo por la ciudad de Granada. Y son precisamente estas secuencias en tierra andaluza las que permanecen en la memoria del espectador, más aún si quien disfruta la película conoce los lugares por los que se sucede una persecución digna del mejor Bourne. Al ver y reconocer esas calles nos sentimos casi tan protagonistas como los personajes y una nostálgica a la vez que reconfortante sensación de familiaridad nos invade.
En efecto, Granada, desde el minuto 27 al 50, aproximadamente, se adueña de la película. Y así, en un taxi que escapa a toda velocidad de sus perseguidores, recorremos el Albaicín y la Carrera del Darro, visitamos los jardines del Generalife, la Alhambra y, en una ocurrencia fabulosa que seguro que Spielberg aplaudiría, conocemos el secreto que oculta el Patio de los Leones, el cual nos conducirá hasta las entrañas de la ciudad.
Las aventuras de Tadeo Jones (Enrique Gato, 2012) resultó un éxito de taquilla y se llevó, entre otros premios, tres Goyas. Esta segunda parte se tuvo que conformar, a pesar de sus méritos, con resultados algo inferiores, aunque sí logró el Goya a la mejor película de animación. Una pena, porque excepto un guión al que le falta un pelín de emotividad, se trata de una cinta redonda: bien hecha, con una historia que engancha, abundantes dosis de humor y un ritmo que no decae en ningún momento.
El apartado técnico tampoco admite queja: el uso de la luz, en especial en las secuencias en Las Vegas y Granada, es magnífico. Y los movimientos de los personajes se han mejorado respecto a la primera entrega y nada tienen que envidiar a los que encontramos en muchas producciones hollywoodienses. El doblaje corre a cargo de conocidos actores: Michelle Jenner, su padre, Miguel Ángel Jenner (doblador habitual de Samuel L. Jackson) y Adriana Ugarte ponen voz a tres de los protagonistas. Eso sí, el acento granadino del taxista, obra de José Corbacho, no está muy conseguido…
Conviene por todo ello valorar esta obra con justicia; no olvidemos que hacer animación en España es una apuesta arriesgada y que nuestra industria se encuentra a años luz en cuanto a presupuesto y posibilidades de grandes estudios como Disney o Pixar.
Ver información relacionada:
Francisco Javier Sánchez: «Granada, ciudad de estrellas» (IDEAL EN CLASE, 26/12/2018) |
Comentarios
Una respuesta a «Francisco Javier Sánchez: «Granada, telón de fondo»»
En fuga sin fin aparece el ayuntamiento de Güéjar Sierra y la iglesia por fuera y por dentro. Incluso el sacerdote de entonces. Minuto 15 en adelante. La casa en que se grabó una escena hoy está derruida por completo justo debajo de la tienda de Conchi Medina.