Hoy, miércoles, 16 de enero de 2019, se conmemora el 125 aniversario del fallecimiento de Mariano del Amo y Mora, fundador y primer decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, que también fue cofundador y primer presidente del Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Granada.
Con tal motivo la UGR va a realizar un acto conmemorativo en el Jardín Botánico de la Universidad de Granada con la asistencia de la rectora, Pilar Aranda; representantes del Ayuntamiento y el presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Granada, Manuel Fuentes Rodríguez, que intervendrán en el acto. Igualmente participará Manuel Casares, catedrático de Botánica y actual director del Jardín Botánico. La Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada fue creada por un Real Decreto de fecha 28 de agosto de 1850. Desde Madrid se envió para su fundación al botánico Mariano del Amo y Mora, catedrático numerario adscrito a la asignatura de Mineralogía y Zoología.
El pasado 14 de enero, IDEAL publicaba el siguiente artículo de José Antonio García López:
En el 125 aniversario de su fallecimiento
JOSÉ ANTONIO GARCÍA LÓPEZ
El 16 de enero se cumple el 125 aniversario de la muerte de don Mariano de Amo y Mora (1809-1894), el madrileño enviado a Granada por la reina Isabel II para fundar la Facultad de Farmacia.
Había estudiado en los colegios de San Isidro y de San Fernando de Madrid; en el Museo de Ciencias Naturales y en el Real Jardín Botánico. Obtuvo el título de licenciado en Farmacia en 1834 y el de doctor en 1846. Fue nombrado, en 1845, profesor agregado de la Facultad de Ciencias médicas y, después, de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Madrid, donde impartió las asignaturas de Mineralogía y Zoología, y Botánica aplicadas a la Farmacia, ocupando además los cargos de bibliotecario y secretario.
En 1850 se creó la Facultad de Farmacia de Granada, instalada en dependencias del edificio que ocupaba la Universidad en la plaza del mismo nombre. Don Mariano fue nombrado catedrático de Mineralogía y Zoología, que constituía la única asignatura del primer curso; posteriormente fue nombrado decano. Transcurrido un año, y no habiéndose designado otro profesor, hubo de encargarse Del Amo de la asignatura de segundo curso, Botánica. En otras ocasiones, y por falta de profesorado, llegó a explicar Historia de la Farmacia y hasta Química orgánica.
En el discurso de apertura del curso 1851-52 de la Universidad, defendió que Granada era, de las provincias españolas, la más conveniente para el establecimiento de la Facultad de Farmacia, «por su riqueza de producciones naturales, por su clima templado y sano, por su posición topográfica y por la hermosura y feracidad de su suelo». Gracias a don Mariano hoy podemos disfrutar de la joya urbanística del Jardín Botánico, entre las calles Duquesa, Málaga y Escuelas, que él mismo impulsó y amplió tras ser derribado el ruinoso colegio de San Miguel anexo al edificio de la Universidad.
De su copiosa producción científica, la obra que lo consagró como sabio universal fue Flora Fanerogámica de la Península Ibérica, publicada de 1871 a 1873 por la imprenta granadina de Indalecio Ventura, en seis tomos que ocupan más de tres mil quinientas páginas, única en su género en nuestro país, premiada con medalla de oro en la Exposición Universal de Barcelona de 1888, y adquirida por la Smithsonian Institution de Washington que a la par le solicitaba un retrato suyo para colocarlo en la galería de hombres célebres de dicha institución.
Desde su llegada a Granada, en 1850, se identificó de pleno con la ciudad, oponiéndose con tesón al traslado de la facultad a otro distrito universitario. Pronto se dejó notar en los ambientes profesionales, científicos y culturales, para nada en los sociales. En 1856 presidió la comisión que llevó una propuesta de estatutos de colegio profesional de farmacéuticos al gobernador civil, el cual los aprobó, quedando constituido el Colegio Oficial de Farmacéuticos con su primer presidente, don Mariano del Amo.
El Ayuntamiento de Granada le requirió en diferentes ocasiones para informar del estado sanitario de la ciudad o para proponer mejoras higiénicas, y, en 1872, el ministro de Fomento le nombró, en unión de D. Benito Ventué y Peralta, catedrático insigne de Agricultura, para proponer los medios de destruir la plaga que invadía los árboles de la Alhambra. Formó parte de las juntas provinciales de Agricultura, Industria y Comercio, de Sanidad, y Económica del Presidio; y prestó grandes servicios a la provincia, sobre todo para combatir la plaga de cigarrones de Albuñuelas en 1864. El mismo año presidió la sección de Ciencias Médicas y Naturales del Liceo granadino. Ingresó como miembro de mérito en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Granada en 1876.
Del Amo es el sabio español que más ha contribuido a que se conozca la flora de Granada en el mundo.
A las especies de plantas nuevas que descubría las denominaba con los sustantivos de «granatensis», «nevadensis», «alfacarensis», «dauriensis» o «almijarensis», en clara alusión a diferentes localizaciones granadinas. A él se debe que haya plantas de Granada en muchos herbarios de no pocos países, es decir, la divulgación de las riquezas naturales de nuestra ciudad y provincia.
Dominaba las lenguas griega y latina, y el arabista Francisco Javier Simonet, en su Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes (1888), afirma que tuvo «que recurrir a personas tan doctas como don Mariano del Amo para establecer la verdadera lectura de muchas voces hispanomozárabes». Su última confesión, ya moribundo, al párroco de la Magdalena, la hizo en correctísimo latín, ante el estupor del presbítero.
La modestia y la generosidad guiaron la vida de este hombre incansable para el saber y el trabajo. Se apresuró a renunciar a una condecoración que le otorgó el Gobierno cuando publicó su Flora; y se indignó cuando supo que habían dado su nombre para candidato a la Senaduría de la Universidad. En su testamento nombró por herederos al matrimonio que lo cuidó los últimos años de su vida, José Aguado y señora; obsequió al mozo que le servía el café y al bedel de la Facultad; legó a hospitales, asilos y refugios de la ciudad; instituyó pensiones para estudiantes pobres; donó su completísimo herbario, que aún hoy es consultado por investigadores, al Instituto Provincial, actual Padre Suárez, y su extensa biblioteca y colección de minerales a la Universidad de Granada.
Falleció soltero y sin descendencia en su domicilio de Gracia, 49. El diario granadino La Publicidad escribió: «La ciencia botánica acaba de perder un sabio maestro; la Facultad de Farmacia un eminente profesor; la nación española un esclarecido patricio; y los alumnos un erudito catedrático». Francisco de Paula Valladar se quejaba, en 1907, de que «ni aún después de muerto se le ha dedicado una miserable callejuela». A finales del siglo pasado se cumplió el sueño de Valladar y don Mariano dispone de una callejuela en Granada, en las proximidades de la avenida Severo Ochoa.
En 1930 los restos mortales de don Mariano, que descansan en el cementerio de Granada, corrieron el riesgo de ser arrojados a una fosa común, por falta de pago, de no ser por la intervención del profesor y discípulo suyo, Juan Nacle Herrera, que se apresuró a pagar de su peculio los derechos correspondientes. Así lo manifestó en la sesión del Ayuntamiento de Granada de 27 de febrero del mismo año, Fermín Garrido Quintana, rector de la Universidad y teniente de alcalde, quien propuso, «para evitar que ocurra lo mismo en otra ocasión, se conceda una fosa permanente para los restos antes mencionados», y por unanimidad así se acordó. Fundadas sospechas tendría el rector, porque, en 2018, a raíz de la nueva tasa por conservación del cementerio establecida por la empresa Emucesa, a punto estuvieron de desaparecer, otra vez, si no hubiera sido por la diligencia de un grupo de profesores de la Facultad de Farmacia que se esforzaron en satisfacer el impuesto.
Hubiera sido imperdonable que tan preciados restos hubiesen ido a parar al acervo común. Así, la Facultad de Farmacia mantiene vivo el recuerdo de tan benemérito hombre de ciencia, cuya obra lo inmortaliza, gloria y honra de una profesión y de una ciudad.
JOSÉ ANTONIO GARCÍA LÓPEZ
Nació en Granada en 1957. Estudió el bachillerato en el colegio de los HH. Maristas, donde despertó su interés por el género biográfico. En 1981 se licenció en Farmacia y obtuvo el título de doctor en 1986. Es académico correspondiente de la Real Academia de Medicina y Cirugía del Distrito de Granada, Especialista en Análisis Clínicos, Diplomado en Sanidad y en Nutrición, Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales y en Seguridad Alimentaria y Supervisor de Instalaciones Radiactivas. Ha ejercido la profesión farmacéutica en distintas modalidades, pertenece al Cuerpo Superior Facultativo de la Junta de Andalucía y desde 1990 es profesor de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada. Ha desarrollado su actividad investigadora en los campos de la contaminación del medio por plaguicidas, análisis clínicos y uso racional de los medicamentos. Como historiador y biógrafo ha dado a la imprenta los siguientes títulos: ‘Pinos Puente, cuna de ilustres veterinarios’ (Dauro, 2012), ‘María Galvany, una diva en Pinos Puente’ (2016) y ‘Cristóbal Colón, de Pinos Puente a Santa Fe. Textos para un episodio crucial’ (2018) |
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