Cuando reseñamos o comentamos un libro conviene descubrir con antelación a qué género está adscrito porque de ello dependerá el sentido que queramos darle, sobre todo para que prospere la idea que deseamos destacar de él. De ahí que sea importante señalar desde ya que el libro al que aludiré en este artículo nos presenta un exhaustivo recorrido sobre textos históricos y literarios acerca de un hecho histórico que trasciende lo local para convertirse en universal. Y ese hecho histórico no es otro que el crucial encuentro entre el emisario de los Reyes Católicos y Cristóbal Colón, descubridor del Nuevo Mundo, en un lugar simbólico del pueblo de Pinos Puente: su histórico puente de origen romano.
Conocíamos el hecho como algo que ya forma parte de la cultura general, pero pocos conocen los complejos detalles que lo rodearon, a no ser de que se trate de estudiosos de la América colombina. Gracias al escritor, profesor e investigador granadino José Antonio García López, esos detalles históricos los tenemos al alcance de la mano. Tan solo basta con tomarnos la molestia de leer las doscientas cuarenta y cinco abigarradas y amplias páginas de su libro Cristóbal Colón, de Pinos Puente a Santa Fe (Granada, 2018).
José Antonio García López ha llevado a cabo un intenso e inmenso trabajo que, además, era muy necesario. Su labor de recopilación de textos históricos y literarios de un buen número de autores que se refieren al hecho histórico del alcance del emisario de los Reyes Católicos a Cristóbal Colón en el Puente de Pinos nos permite conocer, no solo el hecho histórico en sí, sino todo lo que rodeó al mismo; todo ese proceso decisorio que llevó a la Reina Isabel a cambiar de opinión, cuando en primera instancia deseó al navegante que se marchara en buena hora, una forma elegante de decirle que no le interesaba financiar su proyecto. Por suerte, hombres sabios e intuitivos hubo en el Real de Santa Fe (Santángel, Deza, Cabrero, Mendoza, Pérez, entre otros) para hacer ver a la reina –y también a su cónyuge, Fernando, Rey de Aragón–, con argumentos sólidos, que era poco lo que se perdía y mucho lo que se podía ganar si se apoyaba a aquel lunático, que algo de razón debía tener, y lo que era peor: que su proyecto fuese aceptado por alguna de las potentes monarquías europeas. Una vez más, la geopolítica estaba también presente.
Volviendo al libro, es de destacar la ingente labor de investigación la llevada a cabo por José Antonio García López a la luz del buen número de textos de historiadores, escritores y literatos que ha estudiado y recogido, y que tienen en común haberse referido en su obra a este histórico encuentro, que de alguna manera reclama el lugar que le corresponde a Pinos Puente en el mapa colombino, algo que se ha de magnificar como viene a decir el propio autor en su introducción cuando escribe: «La circunstancia de que Colón se detuviera en el puente fue esencial para que el mensajero lo encontrara, pues pasado el puente, el terreno se hace escabroso y ofrece varias rutas con lo que el alcance hubiera sido más que difícil». De ahí que el autor siempre implore en sus intervenciones que Pinos Puente sea un lugar importante dentro de los lugares colombinos, como lo es ya Santa Fe o Palos de la Frontera, entre otros.
La historia, en ocasiones, se inclina de un lado o de otro gracias a pequeños matices. Otras veces, son grandes las cuestiones, pero poco podrán prosperar si esos pequeños elementos no entran en juego. Los Reyes Católicos, gran parte de sus consejeros y su amplio ejército se encontraban a las puertas del último bastión musulmán a la espera de que, Boabdil, el último rey de la dinastía nazarí, diera las llaves de la ciudad a los monarcas españoles. Se eligió un sitio estratégico: Santa Fe, donde los Reyes Católicos asentaron su Real, si bien es conocido que el amplio contingente de tropas se dispersaba por una amplia zona de la ya de por sí amplia Vega de Granada. El destino quiso que allí se dirigiera el navegante a buscar los imprescindibles apoyos financieros y logísticos para materializar su sueño y que el camino para llegar a Córdoba, desde donde iniciaría su viaje hacia Francia para exponer su proyecto al rey vecino, pasara por Pinos Puente. No es casualidad que fuera ese el paso obligado, o al menos, no es casualidad que lo fuera por aquella época, toda vez que el robusto puente sobre el río Cubillas lo era desde tiempos ancestrales. Tal vez, desde que los romanos tomaran posesión de estas tierras, arrebatándoselas a los íberos bástulos y comprendieran que la construcción del puente era primordial para su expansiva red de comunicación que conocemos como calzadas.
La historia puede ser caprichosa, pero también puede ser consecuencia de hechos concatenados y racionales. Es por eso por lo que hay que destacar la ubicación del histórico puente de Pinos Puente en el lugar donde está, justo en el que más utilidad ha prestado, desde siempre, a los diferentes hechos históricos acaecidos por esta zona de la Vega granadina.
*José Antonio Flores Vera es autor del relato ‘Un distinguido viajero’ incluido en este libro que se reseña.
Esta reseña se publicó en la edición impresa de IDEAL correspondiente al 8 de diciembre de 2018