La preocupación ambiental se ha introducido ya en todas las agendas y, paralelamente, se ha tomado conciencia de la importancia de que la educación ambiental debe llegar a todos los sectores sociales. Sin embargo, no está resultando fácil aceptar los compromisos que el medio ambiente hoy demanda, por lo que la educación se ha dirigido especialmente a los niños, y las actividades han girado sobre conocimiento del medio, visitas a granjas, excursiones, etc. Sin duda, son iniciativas necesarias, pero no suficientes.
En primer lugar, la educación ambiental debe llegar a los adultos igual o más que a los niños, porque son aquellos los responsables, por acción u omisión, de los daños ambientales, y porque los niños aprenden de sus comportamientos y mensajes. Entendemos que el sistema prefiere dirigir los programas a los niños, cuyo contexto parece más aséptico e inofensivo, pero no basta. Niños y adultos deben ser sujetos educativos, pues de poco valdría una escuela ideal en una sociedad hostil o indiferente.
En segundo lugar, las actividades de conocimiento del medio (sembrar, ordeñar, recolectar) tampoco son suficientes. Se las considera educación y no siempre son así, por su realización puntual y desconectada de propuestas integradoras, temporalizadas y evaluables Las salidas al medio deben estar insertas en programas con objetivos a corto y largo plazo, y donde la práctica comunitaria sensibilice y conciencie. Como lo verde vende, muchas empresas ofrecen servicios “en la naturaleza”, que no ayudan a descubrirla, ni cuestionan el modelo económico y social que la maltrata y explota.
Por ello, proponemos una educación ambiental dirigida a todos los públicos, con la metodología adecuada en cada caso, que permita la reflexión, el debate y la participación como instrumentos de conocimiento de la realidad y de transformación de la misma. El cambio climático o los tóxicos en la vida diaria, entre otros desafíos, requieren respuestas que cuestionen nuestro modo de vida, y aunque la educación ambiental no tiene la última palabra, su concurso es imprescindible para que los ciudadanos comprendan, actúen y acompañen las medidas institucionales. Y esto sólo será posible con una educación ambiental que enfatice el sustantivo: educación, valores, responsabilidad y compromiso.
Federico Velázquez de Castro.
Presidente de la Asociación Española de Educación Ambiental.