Muchas veces me he preguntado acerca de la posibilidad de vivir en un mundo sin maldad. ¿Sería posible? No nos engañemos. Verdad es que existen las buenas personas, pero no es menos cierto que la vileza de algunos/as domina en este “valle de lágrimas” al que llamamos mundo.
El egocéntrico mira lo suyo como si fuese el único ser. De la misma forma es capaz de manipular, humillar, insultar, controlar o no asumir responsabilidades. Conozco a seres que mienten de manera compulsiva con el único propósito de hacer daño. La amistad sincera es un premio al que no podemos aspirar con demasiada frecuencia.
De nuevo, lanzo una nueva cuestión: ¿pueden cambiar las malas personas? A mi juicio, quienes nacen con la ira o la mancha del pecado original, morirán con ella. ¿Podemos identificarles? Eso me gustaría. Si pudiésemos hacerlo, quizás nos libraríamos de tragos amargos.
“Cierto es que hemos de capear o lidiar a los malos cuando no nos queda más remedio que coincidir con ellos” |
Cierto es que hemos de capear o lidiar a los malos cuando no nos queda más remedio que coincidir con ellos (es el caso de compañeros/as de trabajo o familiares en esas incómodas reuniones en las que vemos a nuestros primos segundos o titos-abuelos con los que nunca intercambiamos palabra).
Señores, cumplamos ese refrán: “Haz bien y no mires a quién”.
Algunos/as hunden o llevan al barro a seres buenos desde su nacimiento. Lejos de presentar manifestaciones que invitan a pensar en un posible arrepentimiento, nos encontramos con patrones persistentes en el tiempo: actitudes negativas que muestran a “individuos de negro corazón”. Faulkner ya avisó de ello: “(…) no cambian jamás”.
Puro veneno es el que atesoran quienes permiten la maldad, siendo carentes de sensibilidad, amor, dulzura, tolerancia, generosidad y otras palabras que a buen seguro desconocen o no piensan poner en práctica a lo largo de sus tristes vidas.
Desde aquí pido respeto hacia todos los seres humanos, comprensión para los que más sufren, un hombro en el que se apoyen los sufridores y menos odio. Partamos de una cita de Albert Einstein que resulte de provecho: “El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad”.
Ver más artículos de:
Rafael Bailón Ruiz |
|