David M. Bastidas y José M. Bastidas: «24 de abril: Día Internacional de Concienciación de la Corrosión»

La Organización Mundial de la Corrosión (The World Corrosion Organization, WCO) ha designado el 24 de abril como Día Internacional de Concienciación de la Corrosión (Corrosion Awareness Day). Se estima que el gasto anual por corrosión en los países de nuestro entorno es del 3-4% de su producto interior bruto (PIB), lo que supone, para España, un coste anual de unos 40.000 millones de euros. En países con elevada actividad industrial como Estados Unidos, los costes directos por corrosión ascienden a cifras astronómicas que rondan los 275.000 millones de dólares (3,1% del PIB). Se acepta que este gasto se podría reducir en un 25% con solo aplicar los conocimientos técnicos existentes. En la actualidad, gran parte de las edificaciones y estructuras civiles existentes en España, están próximas a cumplir 100 años de vida útil en servicio, centenario en el que su durabilidad está limitada por el tiempo para el que fueron diseñadas. El control de la corrosión de dichas construcciones es, por tanto, una prioridad aplicando la normativa existente.

Un ejemplo sobre el deterioro de monumentos históricos, es la corrosión sufrida hace unos años por la estatua de ‘El Giraldillo’, de la Catedral de Sevilla, fundido por Bartolomé Morel en el año 1568, con una altura de 4 metros, ver foto adjunta. El microclima generado por el río Guadalquivir fue el responsable de que los aerosoles marinos llegasen hasta Sevilla. Así, la presencia de sales marinas en el medio ambiente causó corrosión en la preciada figura. Se dictaminó la existencia de corrosión bajo tensión en el material de bronce del que está hecha la estatua, atribuida a la generación de una atmósfera agresiva y a la presencia de tensiones mecánicas.

Estatua de El Giraldillo, Catedral de Sevilla.

También se encuentran citas y referencias en las que se alude a la corrosión en obras magistrales de la literatura española, como es El Quijote, en el que se encuentran fragmentos como el siguiente: ‘Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo; pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían celada de encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque los cartones hizo un modo de media celada que, encajaba con el morrión, hacían una apariencia de celada entera’.

Por otro lado, son muy escasos los ejemplos en los que la existencia del fenómeno de corrosión tiene consecuencias positivas para nuestra vida y para las infraestructuras. A continuación se muestran dos ejemplos. El primero, lo constituye la estatua ecuestre de Felipe IV, ver foto adjunta, ubicada en la plaza de Oriente de Madrid, frente al Palacio Real. La corrosión del bronce del que está hecha la estatua, ha generado una pátina, de color verdoso, que la protege de la corrosión. Desde el punto de vista de la corrosión, se puede afirmar que la estatua está perfecta. La singularidad de este monumento le hace único, en su realización colaboraron cuatro genios. El escultor barroco Juan Martínez Montañés modeló una cabeza del rey Felipe IV para que el escultor la utilizase como referencia. La pintura del cuadro original la realizó Diego Velázquez y sugirió que la escultura estuviera en corveta, como en su cuadro. Los cálculos del diseño sobre la instalación del caballo en el pedestal los realizó Galileo Galilei, éste científico logró que el caballo se mantuviera en equilibrio sobre sus patas traseras, aunque es justo decir que, también, se apoya sobre la cola. Los escultores Pietro Tacca padre e hijo realizaron la fundición del monumento en 1640, en Florencia, Italia.

Un segundo ejemplo excepcional lo constituye la utilización de dispositivos anticonceptivos de aplicación intrauterina fabricados con cobre (DIU). En estos, para su funcionamiento y prevención de la fecundación, la liberación de cobre (corrosión) es necesaria para que el DIU funcione como anticonceptivo. Lo habitual es que se libere una cantidad pequeña de cobre que asegure la eficiencia del dispositivo intrauterino. Más de 170 millones de mujeres en el mundo, en edad reproductiva, utilizan dispositivos anticonceptivos intrauterinos. Por desgracia, el método no es perfecto, el DIU inmediatamente después de ser introducido en el útero sufre una corrosión elevadísima, que tiene como consecuencia la liberación de una gran cantidad de cobre, que ocasiona molestias en las mujeres portadoras de los mencionados dispositivos anticonceptivos intrauterinos fabricados con cobre, como son dolores de cabeza, náuseas y sangrado. En la actualidad, se están llevando a cabo nuevos estudios e investigaciones que permitan desarrollar y diseñar DIU que minimicen los efectos secundarios y proporcionen una gran eficacia.

Dr. David M. Bastidas, Universidad de Akron, Ohio (EE UU)
Dr. José M. Bastidas, CSIC, Madrid

Redacción

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