Siguiendo con estos artículos que voy publicando semanalmente, (y que intento que sean breves), en los que ya hemos tratado sobre 18 personajes que algo dijeron sobre Granada, nos ocuparemos hoy de uno que tiene un nombre muy largo, tan largo que ocuparía dos o tres líneas y que para simplificar lo llamaremos como es conocido y como será conocido mientras dure la Alhambra; me estoy refiriendo a : Ibn Zamrak (1333 – 1394).
Hijo de una familia pobre procedente del Levante español que se estableció en Granada huyendo de la expansión cristiana. Tras sus primeros estudios y el aprendizaje del Corán, el joven siguió educándose bajo los cuidados y enseñanzas de otro gran ilustre granadino: Ibn al Jatib. Tuvo que destacar mucho y ser brillante para que Ibn al Jatib lo tomara bajo su protección y siendo ministro todopoderoso lo introdujera en la corte nazarí. Comienza así una intensa carrera política, convirtiéndose en secretario privado de Mohamed V en una época donde la dinastía musulmana nazarí estaba en su mayor apogeo político y cultural. Sin embargo, el poeta tuvo una existencia tormentosa plagada de claroscuros especialmente cuando fue acusado de estar implicado en la muerte de su maestro Ibn al-Jatib con el único fin de ocupar su puesto.
(Contra Ibn al Jatib, comenzaron a levantarse todo género de intrigas y calumnias, fundamentalmente referidas a su concepción materialista de la vida. Ibn Al Jatib, advertido de las conspiraciones que se urdían contra él, planeó huir de la corte andalusí en busca de seguridad, y bajo la excusa de encabezar una misión para inspeccionar las fortalezas que cubrían la parte occidental del reino de Granada, huye camino de Tremecén en el 1371-1372, buscando la protección del sultán Abd Al Aziz. En el año 1372, muerto Abd Al Aziz, los meriníes dejarían la ciudad de Tremecén, regresando al Magreb, cosa que también haría Ibn Al Jatib, que se estableció en Fez donde vivió una temporada rodeado de lujo pero a instancias de Mohamed V y con la anuencia del sultán meriní, el ministro Sulayman Ibn Dawud ordenó su arresto. Antes de que pudiera ser juzgado, al parecer, Ibn Zamrak en complot con varias autoridades de Marruecos y una noche una banda asaltó la prisión y estrangularon a Ibn al Jatib. Al día siguiente se le enterró en el cementerio de la Puerta de Mahruk, y un día más tarde su cadáver aparecería desenterrado y quemado al borde de la fosa).
A Ibn Zamrak se le conoce como “el poeta de la Alhambra” aunque en realidad no fue el único. Las paredes de la Alhambra están repletas de poesías de Ibn al-ˆYayyab (1274-1349) e Ibn al-Jatıb (1313-1374) autores de los poemas de los palacios de Isma’ıl I (1314-1325) y Yüsuf I (1333-1354), e Ibn Zamrak fue sólo el poeta de los edificios levantados por el rey Mohamed V (1354-1359 y 1362-1391). Los tres fueron visires (ministros).
Cuando se dice que la Alhambra es pura poesía, no es en el sentido metafórico, sino que realmente lo es, pues junto a su belleza arquitectónica, la Alhambra es el más lujoso de los libros en el que se han escrito infinidad de poesías. Sin duda, Ibn Zamrak fue su mejor poeta.
Fue nombrado “Raiss ad Diwan al insha´a, (Jefe del Gabinete de redacción), con rango de ministerio ya que a parte de componer poesías, redactaba la correspondencia real, las cartas dirigidas a otros soberanos, redacción de acuerdos de paz, nombramientos oficiales, las llamadas “kassidas sultaniyya” (panegíricos celebrando logros del rey), etc. Sirvió treinta y siete años a Mohamed V y le acompañó en su destierro, durante casi tres años, en Marruecos cuando fue destronado en la primera etapa de su reinado.
A la muerte de Mohamed V (1391), su hijo Yüsuf II destituyó a Ibn Zamrak y le encarceló en la Alcazaba de Almería. La razón de este encarcelamiento nos es desconocida, aunque tal vez se debiese a que Ibn al-Jatib había sido preceptor de Yüsuf II. Recobró la libertad poco antes de morir el rey.
En apariencia, Ibn Zamrak volvía a tener junto al nuevo monarca Mohamed VII el puesto privilegiado que había tenido con su abuelo Mohamed V mas, sorprendentemente, en 1394, mandó unos esbirros a asesinar a Ibn Zamrak, en su casa, de noche. Le encontraron leyendo el Corán y le acuchillaron junto a sus hijos varones y sus criados en presencia de las mujeres de la casa. La razón de este asesinato colectivo queda en la oscuridad. Cabría pensar en una posible conspiración que urdía Ibn Zamrak con los suyos, tal vez encaminada a poner en el trono al príncipe Yusuf, el futuro recopilador de sus poemas, encarcelado entonces en Salobreña, que se convertiría después en el rey Yusuf III.
Sobre Granada decía:
“Granada es una desposada cuya corona es la Sabika, y cuyas alhajas y vestiduras son las flores. Su trono es el Generalife; su espejo la paz de los estanques; sus arracadas las aljófares de la escarcha”.
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