¿Se puede escribir un texto poético con los títulos de las obras pictóricas y escultóricas de una exposición? Pues, sí. Así nos lo demuestra con mucha frecuencia la polifacética Marijose Muñoz Rubio con la que coincido en no pocos eventos culturales. Uno de los últimos en la inauguración de la exposición ‘Donde duermen las musas’ de Jacinto García, José Antonio Muñoz, Jorge Molina y Yamal Din, en el Carmen de la Victoria, en el que ella puso la nota poética y Sara Sae y su hija Miriam, la musical. A continuación se puede leer el texto que escribió ex profeso para esta exposición:
“La poesía es la más lagarta de las musas” nos decía mi admirado Pablo García Baena… hoy con esta prosa poética espero descubrir para vosotros ese misterioso lugar…
Los laúdes, testigos de esta luna menguante, suenan con sus cantos desesperados, despertando el beso febril de los amantes, devoración consentida de un sueño de musa, soplo suave que navega por el mar dorado y se refleja en las cumbres nevadas de mi Sierra, el incansable rojo que atraviesa Tetuán y ciñe un universo plagado de esculturas aromáticas… y sinuosas constelaciones.
Perdida en el tiempo, bajo la plata lunar del jardín nazarí de tu sonrisa, o atravesando los cuatro arcos de una ciudad campamento de tierras católicas, salpicas de óleo y férreo tormento el mar antiguo y turbador, los labios tímidamente entreabiertos al refugio de un ardor incontenido.
Cambiar la realidad a través de cálamos pictóricos, eliminar por un momento la barbarie de asfalto y antiguas espadas… y perdernos, perdernos en el chapoteo centelleante de un Mediterráneo, que confiesa en su interior la unión de culturas misteriosas.
¿Dónde duermen las musas?
¿y tú me lo preguntas?
Duermen susurrantes en el ceño fruncido de una obra inacabada.
Mi aflicción en la oscuridad es tan sincera, como cierta fue la pérdida de mi sosiego y el pensamiento ininteligible para muchos, pues solamente los ojos del corazón saben leer el arte y en su mayoría, esos ojos son tan celosos que ya no comparten lo que devoran ni con su propia mente.
Buscas, buscas cada día…
Un segundo perfecto, un derroche de magia… y entonces las musas despiertan los sentidos del alma. A punto de estallar este nuevo otoño en los membrillos, con las primeras lluvias has vencido la calima del monte y su sollozo y nos traes frente a la Sabika un tiempo lejano que calla olores a pólvora entre aspidistras.
Esta noche mágica, Granada se convierte por un momento en el territorio de Hélade, en este vergel de belleza y adoración, dónde las fuentes manan sobre una Tracia mora y cristiana. Mañana, a las claras del día el gallo dará despertar a tu velero férreo y en el círculo de tu mirada transitará un pintor enamorado cabalgando hacía el crepúsculo de un sueño. Las pócimas secretas de la conciencia despiertan a las musas del color; el verde, los azules, postrados ante ti… engalanan con dulzura tus obras y abrigan el arte desde adentro, dónde mora plácido y delicado el despertar a los sentidos. Tales son los poderes que el placer de crear ejerce sobre vosotros y tal es la esclavitud que entraña vuestra paleta que no podéis alejar la mente del vicio de crear.
Levanta tu antorcha en la noche y viaja a través de los sueños de estos cuatro místicos que nos revelan las manzanas de plata de la luna y la música antigua con olores de almizcle y nardo, nardo… elegante y apuesto, altivo cómo un pájaro que trina canciones
de un nocturno pífano. Cuando el sol se pone el color se va con él y las musas se despiertan, esta noche transformada en Calíope me atrevo a describir algunas sensaciones de los maestros…
¡Como te albergué en cada pincelada y aquí has estado, tumbada junto a mi cada noche y, cuando el sopor del sueño me vencía, venía a visitarme la sombra de tu voz, la dulzura eterna de tus palabras y el olor a vainilla de tu cuello! Musa etérea y silente.
Al despertar, humedezco mis pies en las fuentes, y luego mis manos, y con ellas aún mojadas acaricio el rostro de tantos amantes del arte, y el pelo, y los ojos, y os salpico con la fresca fragancia hecha encanto.
Compañeras centelleantes de Apolo, que venís a florecer entre estos romances de color y forma, quizá despertaréis hoy, aquí, mágicamente con la voz sensual y arcaica de nuestra soprano Sara Sae y su retoño disfrazado de ninfa.
Marijose Muñoz Rubio
Carmen de la Victoria,
16 de septiembre de 2019
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