Las hermanas Torres Contreras, Mari Carmen, Virginia, Paz y Silvia, no podían disimilar su alegría. Tras muchas jornadas de preparativos, la respuesta de los pintores, poetas y músicos superaron todas las expectativas y la Casa del Tilo, en Huétor Santillán, se llenó por unas horas de arte pictórico y fotográfico que se mostraba en los jardines y aledaños de la piscina, completado con el recitado poético, los gags cómicos y la música sensual. Todo ello en la que fuera casa familiar construida por su padre, el escritor local, Manuel Torres Fernández, autor de dos volúmenes sobre el pasado y presente de esta localidad, fallecido en enero de 2007, a los 69 años de edad.
Así nos lo anunciaba su hija Silvia: «Es como un homenaje a mi padre, artista anónimo, poeta, pintor, inventor, escritor de varios libros sobre Huétor. La casa tiene esa esencia del arte y hemos querido reunir la poesía de Marijose Muñoz, Pedro Enríquez -que finalmente no puedo asistir al encontrarse en Marruecos- y Marcos Jiménez con una veintena pintores, entre ellos Diego Canca, Andrés Rueda, Jacinto García, etc. y al escultor Yamal Din que ha tenido el detalle de regalarnos una de sus obras».
Y así fue en esta casa ubicada a pie de carretera, a las afueras de Huétor Santillán con unos 1600 m2 de parcela, se celebró este singular acto que posiblemente tenga su continuidad en los próximos años. Micrófono en mano Silvia contó a los presentes que «para nosotras es algo muy especial porque esta es una casa que tiene mucho arte. ‘Entre el cielo y la tierra’ viene acorde porque, como él está en el cielo y nosotros estamos aquí en la tierra, me hacía mucha ilusión unir ambas partes».
Después hablaría de la exposición con una o dos obras de grandes pintores, también de los grandes poetas y artistas de primer orden como Stella Franti, Sara y Miriam Sae que pondrían la nota musical. Sin olvidar a su prima Mª Paz Torres, locutora de radio que ha creado un divertido personaje, una nonagenaria de nombre Escolástica, con el que ha dado el salto al teatro. También agradecería su presencia a los miembros de la Corporación municipal presentes en el acto, así como a la concejala de Cultura del ayuntamiento de Granada, Lucía Garrido y al delegado de Educación, Antonio Jesús Castillo, y a Yamal Din, el escultor y presidente de FIARTE por la donación de la escultura «que pondremos en un sitio inmejorable».
Marijose Muñoz leería con su voz encantadora un poema poema de Jesús G. Amezcua dedicado a la Casa de los Tilos, otro de Manuel Torres escogido por ella de título ‘Penumbra’, otro de Pedro Enríquez ‘Memorias’ y una prosa poética que tenía mucha ganas de recitar en este lugar próximo ala Sierra de la Alfaguara donde mataron a Federico García Lorca pues también está entre el cielo y la tierra, con recitó con acompañamiento al piano. Por su parte, Marcos Jiménez recitaría igualmente un poema de amor de Manuel Torres titulado ‘Las olas del mar’, otro inédito suyo muy corto titulado, ‘Melancolía’ y ‘El color de las palabras’, dedicado a los artistas. La nota de humor la pondría Mª Paz Torres con su personaje Escolástica, una anciana de 90 años y el rapsoda Paco Pérez. Para redondear la velada se contó con la aportación gastronómica desinteresada de los artistas que se regaron con buenos caldos de Chivite Las Fincas, Canta Perdices, Pago de Araiz, Grayna Vinos y, muy especialmente, de Bodegas Anchurón.
JESÚS G. AMEZCUA: «PENUMBRA»
Hay, a veces, espirales,
nudos desnudados abiertos
a los hombres que aman.
Hay, a veces, rumor,
moléculas blancas y nítidas
en los vacíos del espacio.
Hay, a veces, un alma
que se instala en un tilo
y su sombra nos aviva.
Hay, porque hubo y habrá,
un amor desmedido embriagando,
inventando, escribiendo, creando.
Hay, un tilo, un hombre, un alma
y una poesía.
Hay un tiempo, y hay olvido,
y a veces, solo a veces,
recuerdo.
Jesús G. Amezcua
MELANCOLÍA
Hoy no fuiste al parque. Pensarás
que te echaron de menos las palomas,
gorriones y golondrinas pasajeras.
Anhelas sonrisas sin palabras,
al viajero del autobús con quien cruzas la mirada.
Hoy no has hablado del tiempo,
no coincidiste con el vecino que mira los tejados
para no malgastar un saludo. No has ido
al “nido del cuco” a ofrecer tus adentros.
No has consolado a nadie. Estabas triste.
Vencido tu cuerpo sobre el cuerpo de un árbol
te faltaba un soplo de vida. No había nadie
contigo, solo melancolía, silencio en el aire.
Marcos Jiménez (Inédito)
MARIJOSE MUÑOZ: «ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA NO SÓLO ESTÁ MANUEL TORRES, TAMBIÉN MI FEDERICO …»
Desde la casa del Tilo al oeste, entre emoción de pinceles y poemas, con la mirada perdida diviso las montañas y te pienso… “gacela de la terrible presencia”, me invade la nostalgia en esta “hora de estrellas”, espero musitando a “la aurora” impaciente en la negrura de esta noche, la “veleta yacente” rasga los tejados grises de tu Granada, “llagas de amor” me huelen a jueves en esta “elegía del silencio”… lágrimas de seda recorren mis mejillas, “¡amor de mis entrañas, viva muerte!” descansas hoy entre estas montañas que convergen al pie de la Alfaguara, junto al “chopo muerto”, donde “el lagarto viejo” dormitaba aquella inocente tarde de agosto.
De pronto “el concierto interrumpido” de la “chicharra” silenció para siempre tu dulce voz, y tu “canto de la miel” retornó “lluvia” de limones en esta sierra tan bella, dónde los toros pastorean sueltos por “noviembre”, inconscientes del sabor a sangre, cómo tú, versando en “llanto por Ignacio…” tu propio epitafio, de un alma ausente que tanto me acompaña. Me huele a sangre sin horarios, sangre derramada desde el barranco hasta la vega de mi Granada, tiñendo de rojo todo el horizonte, así Federico es tu sangre la que da paso a los más grandiosos acasos…
Marijose Muñoz Rubio
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