Como docentes, estamos muy acostumbrados a revisar y corregir numerosas faltas de ortografía. Nuestro alumnado confunde con facilidad algunas grafías (g/j o b/v), así como pasa horas y horas en twitter o instagram.
De la misma forma, el whatsapp se ha convertido en una aplicación imprescindible en los móviles. Cada vez más adictos (en la mayoría de los casos niños y adolescentes) usan esta herramienta como primera opción para comunicarse con los demás.
Si echamos la vista atrás, el “face to face” se está perdiendo, dando entrada a conversaciones a través de la pantalla (el chat ha sustituido a la conversación directa).
Por otro lado, juegos en los que se fomenta la competición, eliminando enemigos y completando desafíos, irrumpen con fuerza (caso del famoso “fornite”). Las recompensas o distinciones (premios) son un botín apetecible para el jugador, quien pone todo su empeño en favor de superar los distintos niveles.
¿Qué está ocurriendo?
A mi juicio, los móviles están imponiendo el sistema “mute” (hablamos muy poco). Perdemos habilidades comunicativas como consecuencia del abuso de las redes sociales.
En este sentido, entramos en la era digital. Internet forma parte de nuestras vidas, teniendo que integrarse también el docente en esta nueva realidad (empleamos nuevas metodologías educativas en las que las redes sociales y la innovación están muy presentes).
Pero, ¿nos fijamos menos en lo que escribimos?
Creo que mensajes del tipo “Ola. Q tal” muestran errores frecuentes que se extienden o trasladan a la escritura. Las plataformas de mensajería instantánea favorecen las abreviaturas o acortamientos léxicos (por cuestión de economía lingüística), pudiendo influir de manera negativa en la ortografía.
El lenguaje SMS es llevado a la redacción por parte del estudiante, favoreciendo el uso inadecuado e interiorización de un lenguaje con errores: viciado.
Queridos lectores, tratemos de ayudar a las nuevas generaciones para que se den cuenta de los errores cometidos, y, promovamos (dentro o fuera del aula) la lectura y la escritura, así como las conversaciones sin que medie la pantalla como instrumento.
Que mis deseos no caigan en saco roto.
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Profesor de ESO