Flora Sánchez mira con nostalgia su papelería, Lapiceros, situada en la calle Torre de los Picos, número 2.
En su cabeza se arremolinan los recuerdos de sus más de 20 años dedicados a la prensa. Hace unas semanas empezó su jubilación, y aunque reconoce estar muy feliz, no puede evitar echar de menos su rutina, y en especial, el trato con sus clientes. Flora es un claro ejemplo de emprendimiento y reinvención. Una mujer que supo sobreponerse a la adversidad laboral y hacer de su papelería un negocio de referencia en el barrio. Con ella hablamos hoy.
– ¿Cuándo comienzas a dedicarte a la venta de prensa?
– Fue de casualidad. Tras 23 años trabajando en una multinacional, la empresa decidió cerrar la delegación de Granada y me quedé en paro. Después de varios meses intentando buscar trabajo, no salía nada, así que con la indemnización decidí invertir en un local en la zona del Palacio de los Deportes.
– ¿Tenías claro desde el principio qué negocio ibas a montar?
– Para nada. Cuando aún estaba el local en obras, me paraba delante con el coche a pensar qué negocio podría montar. Como había varios colegios cerca, decidí poner en marcha una papelería, pero sin venta de prensa.
– Sin embargo, la prensa ha sido un aspecto muy importante en tú negocio. ¿En qué momento decides incluirla?
– A los pocos meses. Muchos clientes preguntaban si vendía prensa. Advertí que había mucha demanda, así que investigué quién llevaba el reparto de prensa y después de hablar con ellos comencé la venta. Fue una apuesta importante, porque implica una gran dedicación. Afortunadamente, tuve mucha ayuda familiar. Mis padres fueron un apoyo muy importante y les estoy eternamente agradecida por ello.
– ¿Cómo ha sido el trato con la distribuidora?
– El trato ha sido correcto. Aunque confieso que he tenido más de una bronca. Por ejemplo, con devoluciones de periódicos que no me han pagado o por no enviar ejemplares de una colección. Afortunadamente, el sistema ha cambiado para bien.
– ¿Y todo ese esfuerzo se ha visto recompensado?
– Por supuesto. Mi trabajo es que el cliente reciba su producto y servicio en condiciones óptimas. Hay que procurar que el cliente que entre en la papelería vuelva. Por ello, siempre hay que tratarlo bien. Sea cliente de un día o de toda la vida siempre he intentado ser educada y profesional, porque el comprador debe sentirse que lo has tratado bien. Por suerte, puedo decir que la mayoría de mis clientes tienen muy buen concepto de la tienda y de mí. A veces he cerrado el negocio y al subir al coche ha llegado una persona para comprar. Y de nuevo, le he abierto la tienda para hacerle una fotocopia o venderle un bolígrafo. Es cuestión de profesionalidad.
– ¿Debe de ser un orgullo escuchar ese tipo de comentarios?
– Sí, pero creo que es el fruto de muchos años de trabajo. Como bien decía antes, hay que ser profesional con el cliente y eso te hace estar pendiente de colecciones, suscripciones y demás temas que requieren mucho tiempo. Por ejemplo, cerrar dos semanas por vacaciones es trabajo que luego cuesta muchísimo recuperarlo. Tal ha sido mi implicación, que he llegado a estar 18 años sin vacaciones. Confieso que no me arrepiento. Lo he hecho porque he querido y me siento a gusto. Sólo he cogido vacaciones los últimos años porque las colecciones estaban suscritas.
– ¿No tener vacaciones supone un gran sacrificio?
– La venta de prensa en general es un trabajo muy sufrido. Implica trabajar todos los días de la semana desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde y sólo se descansan 3 días al año (Navidad, Año Nuevo y Viernes Santo). Cuando empecé la prensa me ayudó mucho, se vendía muchísimo y era una fuente de ingresos importante. Tal era la demanda que no tenía ni tiempo para tomarme un café a lo largo de la mañana. A día de hoy funciona mejor la papelería. La prensa se vende muy mal. Me atrevería a decir que ya no compensa su venta.
– ¿Por qué ha dejado de ser rentable la prensa?
– A día de hoy se vende muy poco y cada vez, va a menos. Hace unos años con lo que se vendía en un fin de semana se pagaban las facturas de la semana. Hoy se vende muy poco, y a pesar de ello, uno debe de tener la mercancía en la tienda, ya que se debe ofrecer la variedad de cabeceras de periódicos que el cliente demanda. Se ha de tener mucha variedad para vender. Y eso hay que pagarlo por adelantado, aunque después te abonen la devolución.
– ¿Tan grande ha sido la caída en la venta?
– Mucho. Hace 7 u 8 años, un domingo cualquiera podía vender unos 200 ejemplares de IDEAL, 100 del diario EL PAÍS y 70 de EL MUNDO. En la actualidad, y con suerte, se venden unos 50 periódicos de IDEAL y unos 15 de El País. Sin embargo, curiosamente, las revistas si siguen vendiéndose y bastante bien. Es cierto que ha caído la demanda, pero es más estable. El cliente suele ser fiel a la revista. Pero el público de prensa ha caído.
– ¿Qué futuro le espera al quiosco?
– Tendrá que reinventarse, porque el modelo de venta actual no es factible. Es una evidencia. Cada vez se vende menos prensa y por consiguiente hay menos quioscos. Cuando abrí el negocio había 5 o 6 puntos de venta en esta parte del barrio, actualmente, solo quedamos dos. En mi opinión, creo que el quiosco que quiera sobrevivir debe de ir más allá de la prensa. Quizás mi éxito ha sido que además de venta de prensa, también he ofrecido papelería. Ahora algunos puestos están apostando por recepción de paquetería. Es una buena alternativa, pero se necesita un espacio amplio para almacenar los paquetes.
– Si cada vez se venden menos periódicos, ¿desaparecerá el formato en papel?
– Yo creo que no. El papel se mantendrá, pero de otra forma. Supongo que irá a menos y quedará para una minoría, para los nostálgicos. Actualmente, el comprador de prensa suele ser mayoritariamente gente mayor. La gente joven no suele comprar prensa. Dicen que leen el periódico en Internet, pero creo más que leer en profundidad, les echan un vistazo a los titulares, es una lectura de telegrama. Para mí, eso no se puede considerar leer prensa. Leer verdaderamente un periódico requiere de un tiempo y una concentración.
– ¿Y usted seguirá leyendo prensa?
– Por supuesto. Me gusta mucho y desde que inauguré la papelería he leído a diario varios periódicos. Es algo que me apasiona. Especialmente las secciones de opinión. Habitualmente, la información se oye por otros medios de forma más rápida, como la radio o la televisión. Y claro, muchas veces, la información recogida en el periódico llega desfasada. Por eso me gustan los artículos de opinión. Aunque confieso que le echo una ojeada rápida a la información.
– ¿Ha cambiado la forma de hacer periodismo?
– Sí, sobre todo se nota cada vez más el partidismo en los periódicos. Por ello, siempre recomiendo a mis clientes que lean varios periódicos para poder tener una idea plural y completa de la realidad. No se puede leer únicamente un periódico. Por otro lado, considero que el periodismo ha evolucionado para bien. A día de hoy hay mucha más libertad y más pluralidad. Podemos hablar de un periodismo más claro, directo y real, aunque está muy mediatizado. Además, hay muy buenos periodistas a los que les están dejando trabajar. Aunque es cierto que hay que dejar paso a las nuevas generaciones.
– ¿Y en cuanto a estética, han cambiado mucho los periódicos?
– Diría que poco. Cuando entra un nuevo director habitualmente se suelen hacer algunos cambios, pero bien es verdad que son muy pocos.
– ¿Suele ser el cliente de prensa fiel a una misma cabecera?
– Sí, el cliente a diario suele comprar el mismo periódico. Curiosamente, otros por el contrario, compran dos periódicos, frecuentemente de líneas editoriales muy opuestas, por ejemplo, El Mundo y el Granada Hoy. Pero no es lo más habitual.
– ¿Alguna vez ha visto a alguien cambiar de cabecera?
– En una ocasión, un cliente lector del Marca se enfadó con la cabecera y desde entonces dejó de comprarlo, se pasó al diario AS. (Risas)
– ¿Qué va a echar más de menos a partir de ahora?
– Sin lugar a dudas, el trato con el cliente. Es algo que me gusta mucho. En alguna ocasión les he dicho, «no me puedo jubilar por cómo me tratáis». Durante estos años los clientes han sido encantadores conmigo y no tengo queja con ellos. Tan generosos han sido conmigo que algunos de ellos durante estos años me han traído fruta de su campo, otros me han dado bizcochos, libros, hasta carteles de Semana Santa para que los pusiera durante la Cuaresma. Además, es muy reconfortante ver como aquellos niños que venían con sus padres a comprar el periódico al inicio de la papelería, ahora de adultos vienen acompañados de sus hijos. Como se suele decir, los he visto crecer. Y ahora que me marcho, algunos clientes me han hecho varios regalos de despedida. Es algo que se lo agradezco de corazón.
– ¿Y tus clientes que dicen de tu marcha?
– Muchos se conduelen de que me vaya, pero creo que ha llegado el momento de ceder el testigo. Ahora mi hijo se encargará de la tienda, aunque confieso que de vez en cuando me acercaré a hacerle una vista y reencontrarme con algunos de mis clientes. En la papelería he pasado más de 20 años. En el fondo, la voy a echar de menos.
Texto y fotos: Álvaro Ramos Ruiz
Departamento de Información y Comunicación
Universidad de Granada
www.alvaroramosruiz.com – @RamosRuizA