Prosa poética de Marijose Muñoz con motivo de la entrega del galardón ‘Antonio Arenas’ a María Guardia, ‘Mariquilla’.
Hoy, querida María, me ha tocado a mí escribirte esta prosa, después de haber escuchado tantas cosas sobre ti, es difícil crear con palabras algo que pueda sorprenderte, algo que no te hayan contado ya, algo tan grande como tu duende inconvocable, tu magia y tu pasión desbordante de Arte, así que al pensarte solo podía recrearme en un campo de flores y con cada una de las bellezas que admiraba, comparaba tu incalculable talento.
Hoy, voy a convertir Zócalo Arte en un campo inmenso de flores y voy a inundar de “pensamientos” esta noche en que Fiarte te entrega el Galardón Antonio Arenas, pues solo así podría comparar lo que significa tu embrujo con algunas de las flores más hermosas del planeta.
Eres el “Loto sagrado” delicado en apariencia pero núcula en esencia, el “corazón sangrante” que descuelga esa gota carmesí, chorreando en sentimiento por tu Sacromonte vivo, bañado por tangos, tarantos, soleares y zambras. ¿Qué bulería se asemeja a tu sonrisa? ¿Con cuántos fandangos del Albaycín se despertaba tu duende bailarín? “Flor de cerezo” de mejillas rosadas y claras, paya de nacimiento pero corazón gitano.
Igual que una perenne “Rudbeckia” de esbeltas hojas glaucas, levantabas tus brazos para mostrar el color de nuestra bandera en cada pétalo, en cada sinuoso movimiento, española de rayos florales que desprenden los destellos de tu magia, quizá aquel suelo duro de las zambras, derretía su arcilla con cada taconeo y aferraba tus raíces a la madre tierra. Seis años, apenas una “malva” creciendo en terrenos baldíos, huertos y jardines descuidados que con tu dulce y centelleante mirada llenabas de gracia y vida. Escarlata “amapola”, acampanada vistiendo tu bata de cola, produces al igual que esta bella flor la morfina del enganche al arte y al sentir del baile flamenco, pues cuando tú bailas, nadie distrae la mirada.
Hueles a “jacinto” de colores, cuando en tus caídas de zambra te quiebras la cintura hasta el suelo, igual que el arco iris que gira de parte a parte, multicolor y formando un sueño que se desvanece cuando dejas de bailar y siempre nos deja la melancolía de volver a verlo. Nunca pretendiste ser “diente de león”, aunque viajaste con la velocidad del viento, pues la fuerza de tu taconeo te anclaba a los tablaos por todo el mundo, desde Nueva York a Japón, y de Rusia a tu Graná.
Así recorrías cada escenario, igual que Mery Popims con tus zapatos mágicos de gracia, pero volando con los pies en el suelo a la vez que creabas un hogar para tus hijas y tu amor. “Romero, tomillo o menta” pues eres la medicina perfecta para el alma, con ungüentos de alboreá, cachucha y caña. Fragante y hermosa como un “lirio” que se alza con las manos arriba, vestida de hombre, creando esa esbeltez de silueta.
Pero hay una flor por encima de todas, una flor de cultivo delicado que se la llama “Oro rojo” y que es pequeñita y posee un pigmento que tiñe lo que toca, al igual que tú, que todo lo que atañes lo conviertes en sentimiento, “azafrán” de mi Granada, querida Mariquilla, eso eres para mí, azafrán de mi Granada.
Marijose Muñoz Rubio
Poeta, artista plástica y vocal
de la Junta directiva del Centro Artístico
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