“La autoridad se demuestra en esto: coherencia y testimonio”.
La frase no es mía –que más quisiera yo–, es del puño y letra del obispo de Roma al mantener que “Jesús tenía autoridad porque lo que enseñaba era coherente con lo que hacía con su vida”.
Dando por válido lo conceptuado, la pregunta que me asalta al respecto no es otra que el cómo ha de afectar y respetar la extensión de esta y otras afirmaciones, de contenido similar, a los elegidos para difundir los principios “mantenidos y demostrados”. Me refiero a la necesidad ineludible de ser un equipo uniforme en las actuaciones –tras la insoslayable puesta en común–.
Con motivo de la presentación pública del cartel oficial de la Semana Santa de Granada, realizada en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Granada –con un “protocolo cedido” del que me gustaría hablar con los expertos en próxima ocasión–, el presidente de la Federación de Cofradías dijo (textual): “Entiendo también, y os pido, por favor, sobre todo a los medios de comunicación que no utilicéis a la Semana Santa, no utilicéis a las cofradías, para otros fines que no sean los nuestros: salir, hacer estación de penitencia, y, sobre todo ser, como somos, parte de la Iglesia de Granada, de la Iglesia Universal”.
Solicitud, esta, a la que no tendría nada que oponer, si no fuera porque mientras se desgranaba la locución alguien de la organización intentaba dirigir (impedir, diría yo) a un compañero foto-periodista, suficientemente acreditado, realizar su labor informativa.
A mí, por ejemplo, nunca se me habría ocurrido decirle a cualquier capataz cuándo y cómo tendría que dar una determinada orden o indicación, pues, ya lo sabéis, mantengo aquello de “zapatero a tus zapatos”.
Recordad que el conjunto ha de ser armónico. La deslealtad con los objetivos comunes no cabe en una organización, sea del tipo que sea. Y el respeto a cualquier labor profesional ha de estar por encima de los “peros” personales. A esta no es.
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de
Ramón Burgos
Periodista