Rafael Bailón Ruiz: «Un nuevo planteamiento»

Quiero aprovechar estas líneas para expresar mi más absoluta disconformidad con las directrices dadas por parte de quienes nos gobiernan en esta maravillosa tierra, dotada de innumerables encantos, como es Andalucía.

Como docente, he dedicado una media de 14 horas diarias desde que se decretó el confinamiento por las imprevisibles y lamentables circunstancias en las que nos hallamos inmersos.

Sin duda alguna, el COVID 19 ha traído y traerá consecuencias negativas en todos los ámbitos (el peor de todos el que concierne a la salud). Muchas son las víctimas que ha arrastrado a su paso esta maldita enfermedad sobre la que hoy apenas se tienen datos (nada sabemos de su origen y únicamente existen suposiciones o teorías conspiratorias, como las planteadas por ese virtuoso que maneja las riendas del gigante del capitalismo: EEUU).

No hay comparativa posible con el magnate norteamericano (ningún político por muchas carencias demostradas llega al nivel de este mago de la política, el rey de la improvisación, el monarca del absurdo, la incontinencia verbal como rasgo definitorio o ese hombre que supera día a día las descalificaciones hacia todo lo que entorpece su camino).

Pero, como educador, me siento ninguneado, menospreciado, humillado y hasta pudiera pensar que han vertido sobre mí algún escupitajo en forma de Borrador y Orden publicada por quienes nos gobiernan, esos que no se cansan de decir que los docentes estamos realizando un trabajo enorme y que seríamos nosotros quienes tendríamos la última palabra a la hora de evaluar al alumnado.

Por favor, señores, no nos tomen el pelo. Este que escribe va siendo cada vez menos joven, aunque compañeros míos dupliquen mis sexenios o trienios.

La orden publicada por la Consejería de Educación (instrucciones a las que hemos de atenernos para llevar a cabo la evaluación en Andalucía es un contrasentido, premiar el “no esfuerzo” de quienes no han querido hacer nada, confundiendo confinamiento con VACACIONES).

Déjenme que les diga que imparto Lengua como materia. En este sentido, soy buen conocedor de los denominados “eufemismos” y “tabúes”. Les haré una última petición: dejen de usarlos. Hablen claro y no con términos que pudieran contentar a todo el mundo, pues en este país algunos no comulgamos con “ruedas de molinos” (a todos no nos engañan).

De cara al próximo curso, queridos políticos, busquen soluciones para que el servidor de la plataforma oficial o recomendada encarecidamente por nuestra querida Junta, no se colapse y caiga con tanta facilidad (esto es comprensible, pero debe ser subsanable). Déjennos trabajar con libertad (usando las herramientas que cada docente considere, pues en cada ámbito el especialista es el mejor conocedor de su materia). Eso sí, sean previsores, por si el maldito virus vuelve a visitarnos en el mes octubre o noviembre (probablemente ya no con las mismas consecuencias que en estas fechas).

Mi recomendación es que tengan un plan de trabajo diseñado, cuenten con nuestras recomendaciones (escuchen, por favor, a los enseñantes). Quizás, nuestra forma de trabajar deba cambiar (abogar por un sistema que combine lo presencial y lo virtual). Sea como fuere, les pido, una vez más, que si de verdad somos valorados en nuestra profesión, seamos invitados a la mesa en la que toman decisiones (formemos parte de reuniones de trabajo).

Si eso lo llevan a la práctica alguna vez (cuando tengan que aprobar una ley educativa o enfrentarse a una dura situación como la que nos está tocando vivir), estoy segurísimo de obtener mayor rédito, un mejor funcionamiento de todo con un producto final o resultado bien distinto al obtenido hasta ahora (no maquillemos informes, enmascarando los verdaderos conocimientos del alumnado o demos “aprobados generales” con una denominación eufemística).

Queridísimos políticos, haré algo con ustedes que creo no han hecho con nosotros: ser comprensivo.

Les otorgaré el beneficio de la duda y tal vez peque de inocente, pero espero otro planteamiento, una forma distinta de hacer política en materia educativa, con conversaciones de “igual a igual” entre todos los agentes, con luz y taquígrafos (si fuera necesario).

Porque, no lo olviden nunca: “La educación es la mejor herramienta o pilar sobre el que edificar o construir el desarrollo de una nación”.

¡Qué mis deseos no caigan en saco roto!

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Rafael Bailón Ruiz

Profesor de ESO

 

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