Ese es el calificativo que esta mañana he usado en el grupo de profesores de Whatsapp de mi centro para dirigirme a la comunidad educativa y que, por cierto, ha sido muy bien recibido por parte de mis colegas profesores.
¿Es que acaso la educación no es esencial en este país? Eso parece, pues cada mañana me despiertan avisos de noticias en mi móvil que me dejan estupefacta y que me alertan de que entre las prioridades de este país no está la educación.
Bien conocida es ya por todos la manera en la que estamos trabajando desde aquel último día de clases presenciales, aquel 13 de marzo. En dos días (sábado y domingo) el profesorado tuvo que reinventarse, reaprender, olvidar la metodología empleada y tuvimos que hacernos expertos en nuevas tecnologías de una forma súbita.
Señor Director de IDEAL, me va a permitir que le haga un breve resumen de lo acontecido en este periodo, pues es necesario para entender el porqué de esta carta. En dos días, la mayoría de los docentes tuvimos que crearnos clases virtuales en plataformas que no habíamos usado hasta el momento, avisar a todos los alumnos y padres a través de aplicaciones corporativas, correos, llamadas, grupos de Whatsapp de padres, uno por uno, de cómo había que empezar a trabajar, diseñar material en formato electrónico, grabar clases, subirlas a Youtube, crear videoconferencias, adaptar material a las necesidades de cada uno de los alumnos y un largo etcétera que, creo, ya se puede usted imaginar. Para los profesores ha supuesto trabajar el doble y créanos que eso es lo que menos nos pesa, puesto que el que está aquí es como el médico que está en urgencias, por vocación. Tras esto, poco ha cambiado la situación. Lo único que tenemos claro es que un alumno que no haga nada en este trimestre no puede ser penalizado por la llamada ‘brecha digital’ (entre usted y yo es la brecha social de toda la vida con un color más actual, más del siglo XXI).
Ahora nos planteamos: ¿Qué pasará en septiembre? Y lo único que sabemos es que para poder llevar a cabo la docencia presencial con esta nueva normalidad, no disponemos ni de los medios humanos ni materiales necesarios y nadie nos los va a proporcionar gracias a la llamada «autonomía de los centros». No habrá el doble de profesores y tampoco se ampliarán instalaciones. Entonces, ¿Cómo va a mantener el alumnado la distancia de seguridad en clases abarrotadas con más de 30 alumnos? ¿Cómo estar tranquilo si no sé si el que está a quince centímetros de mí es asintomático? ¿Se nos va a hacer una prueba PCR? ¿Tendré que preparar tres tipos de clases: presenciales, semipresenciales y a distancia? ¿Es justo que en este país se valore más la liga de fútbol o que abran las terrazas de los bares que la educación de los que, quizá, algún día sean los que nos puedan salvar de una nueva pandemia? Como le decía, somos los grandes olvidados de la crisis.
MARTA RUIZ GUADIX.
PROFESORA DE FP EN EL IES HIPONOVA DE MONTEFRÍO
(Nota: Este texto fue publicado como Carta al director en la edición impresa de IDEAL correspondiente al martes, 16 de junio de 2020 (pág.23)