“Atención señora, ha llegado a su ciudad el camión del tapicero. Se tapizan sillas, sillones, butacas, tresillos, mecedoras, descalzadoras y toda clase de muebles y tapicerías que tenga en mal estado. No deje pasar esta oportunidad. Tapizamos en tela, escay, terciopelo, curpiel y pana. Recogemos y entregamos en su propio domicilio.”
Sí, como lo leen, esta mañana, viernes 12 de mayo justo a las 8,30 he comenzado a oír el camión del tapicero y sé que era esa hora, pues las campanas de la Iglesia San Miguel Arcángel sonaban fuertes y diáfanas llamando a misa.
He pensado que, efectivamente Granada ya estaba con dos días de antelación en la Fase 3. Después de casi tres meses encerrados en casa y con la paz exterior que apenas reparábamos. Ha llegado el camión del tapicero.
Por pesada, por inoportuna, la publicidad del tapicero la tenemos grabada a fuego en el cerebro como esos estribillos que repetimos durante días sin encontrar la manera de librarnos de ellos. Hasta que lo sustituye uno nuevo y acabamos echando de menos al anterior. «Ha llegado a esta localidad el camión del tapicero”.
Pero lo que no se me olvida nunca es el afilador cuando llegaba a mi calle y me acuerdo perfectamente, bueno llegaba con bicicleta o motillo y una armónica haciendo un sonido muy característico, pero el hombre cada día hacía sonar su música y ya sabíamos que podíamos afilar los cuchillos, las tijeras y por supuesto, al día siguiente viento.
Pues sí, es licito buscarse la vida, dado que no somos una monarquía parlamentaria. Está muy bien que la gente sobreviva dentro del mercado de consumo. Pero, acaso un obrero corriente, no tiene derecho a dormir la siesta. Es difícil disfrutar de un momento de reflexión, cuando te llaman constantemente para preguntarte si tienes internet en casa.
Al final, tendremos que vivir todos en el campo si queremos tener un ratito para pensar y deglutir la opulenta Europa que nos ha tocado vivir.
Pienso que, es la sublimación del costumbrismo de barrio del S.XX con la única finalidad de avisarte que ya ha amanecido. Son unos artistas, tanto el camión del tapicero, como el afilador, el melonero, el de la cabra, y como no en aquellos tiempos mozos míos, “el se recortan, se atiranta, se echan piezas y quedan nuevas las colchonetas”.
Aunque muchos piensen que es un verdadero latazo el soniquete de su alocución reiterativa y grabada, a mí me ha hecho recordar tiempos pasados felices y por un momento olvidarme que aún seguimos encerrados en Fase 3 hasta el lunes día 22 que si Dios quiere pasaremos a la Descalada total.
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Comentarios
Una respuesta a «Antonio Luis Gallardo Medina: «Ha llegado el camión del tapicero»»
QUE A NADIE SE LE OCURRA USAR EL CAMIÓN DEL TAPICERO. SE LLEVARON UN SOFÁ PARA UN TROZO DE TELA QUE SE HABÍA QUEMADO Y ME LO TRAJERON A LAS DOS SEMANAS CON UNA TELA CON UN COLOR Y TEJIDOS COMPLETAMENTE DIFERENTES, AUNQUE ME HABÍAN ASEGURADO QUE NO SE IBA A NOTAR APENAS LA DIFERENCIA.
ME CLAVARON 180 EUROS ADEMÁS.