Daniel Morales Escobar: «Diario veraz de un profesor confinado (I)»

Ahora que el curso 2019-2020 ha terminado ¡por fin!, he querido escribir este artículo para reflejar cuál ha sido mi estado de ánimo durante los meses que he trabajado desde casa, como todos los maestros y profesores. La tarea no habría sido fácil, porque cualquiera rememora hechos o situaciones vividas, pero es más difícil recordar cómo nos hemos sentido en momentos puntuales del pasado, aunque estén aún cercanos. No obstante, he contado con un aliado: mi diario.

Y es que, desde mucho antes de que el confinamiento empezara, venía escribiéndolo con regularidad, durante varias veces a la semana, tratando de conservar por escrito mis experiencias y emociones como profesor. El resultado, hasta ahora, está formado por un elevado número de páginas, exactamente fechadas, que algún día, quizás, puedan ver la luz. Pero, por ahora, quiero publicar aquí algunos párrafos de los últimos meses. Son palabras que escribí cada uno de los días siguientes:

12 de marzo de 2020 (jueves).

El Gobierno ha recomendado el cierre de la actividad lectiva en todas las comunidades del país debido a la epidemia del coronavirus. Realmente, su expansión y su contagio están siendo velocísimos: ya se superan los 3000 infectados y los 80 fallecidos, cuando hace sólo una semana las cifras eran absolutamente mínimas comparadas con las de hoy. Por tanto, estamos a la espera de la decisión de la Junta de Andalucía, pero será cuestión de horas que haga caso al Gobierno. En las dos clases que he tenido esta tarde hemos hablado de la situación y les he dicho qué vamos a hacer. La verdad es que todo esto es un gran reto para nosotros, que tendremos que buscar soluciones imaginativas para continuar enseñando desde nuestras casas y lograr que los alumnos sigan bien las “clases”. Además, si nos esperan muchas horas encerrados, este trabajo puede servirnos de distracción.

Son las nueve de la noche. El presidente de la Junta acaba de anunciar el cierre de los colegios en toda Andalucía. Será desde el lunes y por quince días. Mañana nos enteraremos de las condiciones.

13 de marzo (viernes).

Fernando, que se vino de Madrid el miércoles, nos despierta a las 6 de la mañana porque dice que le duele la cabeza y tiene frío. ¿Será coronavirus? Ante esto llamo casi a las 8 al director y le planteo quedarme en casa dado que, además, solo tengo una clase. No quiero contagiar a nadie. Al principio me deja que haga lo que yo vea más oportuno. Finalmente dice que me quede y me pregunta qué grupo es el que estará sin clase. Me avisa, también, de la posibilidad de una reunión cuando se reciban las instrucciones de la Consejería para organizar el trabajo en las próximas semanas.

Las instrucciones llegan pasadas las 2 de la tarde. Establecen que debemos seguir la docencia con nuestros alumnos a través de plataformas o correos, especialmente si tienen que hacer pruebas de selectividad. Con los grupos del nocturno no hay problema, pero con el de la mañana pensaré el fin de semana cómo hacerlo.

16 de marzo (lunes).

Primer día lectivo de confinamiento obligado por el Estado de Alarma. Pero es verdad que se puede trabajar telemáticamente. Así, además, he estado más entretenido toda la mañana. (…). Ya he contactado con todos mis grupos, excepto el de Ciudadanía, para que nada se frene y sepan claramente que tendrán que trabajar en sus casas durante el tiempo que esto dure. Será bueno para ellos, como lo es para mí.

19 de marzo (jueves).

Es el Día del Padre y Fernando y yo llevamos una semana sin salir, excepto para bajar al súper que tenemos justo enfrente. Pero todos estamos bien, incluso él, haya tenido lo que haya tenido, que no sabemos qué, porque no le han hecho prueba alguna. Eso sí, cada vez más preocupados por la situación: Rosa vuelve mañana al hospital y en su planta siete compañeras han sido ya infectadas.

21 de marzo (sábado).

Teníamos planeado hacer una barbacoa desde hace tiempo. Sin embargo, aquí estoy: es mi noveno día de encierro por el puñetero coronavirus. Pero dentro de lo que cabe no ha empezado mal. Primero Marisa ha animado una conversación de los seis profes del departamento por nuestro grupo de whatsApp y ha sido muy agradable. Todos estamos bien, afortunadamente. Me han dado ánimos para Rosa y hemos despotricado un poco de los gestores de la sanidad, esos que llevan años recortando en medios y personal y tomando decisiones tantas veces ineficientes. Luego Manolo me ha mandado un enlace de Facebook con un artículo de Antonio titulado Profesores solidarios ofrecen materiales y publicaciones para hacer más llevaderos estos días. Se refiere a las publicaciones que hemos hecho ambos en Facebook de nuestras respectivas lecciones inaugurales en el instituto. Mi comentario a ese artículo ha sido el siguiente: “Muchas gracias, Antonio Arenas, por tu apoyo diario a la educación y a los docentes de nuestra provincia”. Y como le he contestado por whatsApp a Manolo: “En estos momentos es como un abrazo”. Por último, he comprobado las tareas que anoche me mandaron mis alumnos y es mi tercera satisfacción: tengo más de veinte para corregir. Es decir, también su respuesta está siendo muy esperanzadora, lo que me sirve de acicate para seguir trabajando. Para el lunes estoy pensando una actividad de Arte para hacer en equipo. Voy a madurar la idea estos dos días y, si prospera, la explicaré por aquí.

30 de marzo (lunes).

Hoy, decimoctava jornada de confinamiento para mí, he propuesto a los alumnos de la mañana una segunda tarea colectiva, ahora con el título El mito clásico en el Arte. (…). Y casi al mediodía me ha escrito uno de ellos para decirme que han estado hablando por su grupo (imagino que de whatsApp) y que, como hasta ahora se están organizando muy bien, quieren seguir con el mismo ritmo de avance que llevamos hasta ahora. Dice también que, si termináramos el temario antes que las clases, querrían que les enseñara otros estilos que no entran en selectividad pero que les gustaría conocer, como el arte “egipcio, el maya o los que usted considere oportunos, ya que es una asignatura que nos gusta a todos pero que, probablemente, muchos no volvamos a ver…”. Ha sido un correo muy amable, que me ha dado ánimos y le he contestado que intentaré satisfacer sus propuestas, además de que me tranquiliza saber que se están organizando a la perfección y que quieren seguir con el mismo ritmo de trabajo.

Medallón de Hércules en la fachada del palacio de Carlos V.

31 de marzo (martes).

Termina el mes y seguimos confinados. Hoy los datos de contagiados y de fallecidos vuelven a ser peores, cuando llevábamos dos días con una leve pero ilusionante mejoría. Superamos los 94.000 infectados y los 8.000 muertos. ¡Un horror! Nos vamos haciendo al panorama de que todo se va a prolongar: el contagio, el confinamiento, la crisis,… Nunca habíamos vivido algo tan terrible.

3 de abril (viernes).

Es viernes de Dolores y llevo 22 días encerrado. Los contagiados en toda España superan los 117.000 y los muertos son más de 10.000. Entre los compañeros del departamento, por whatsApp, nos deseamos una feliz “desconexión”, porque está claro que lo que vamos a empezar, en esta situación, no son unas auténticas vacaciones. Por la noche me llega el trabajo de los alumnos sobre El mito clásico en el Arte. Está aún mejor que el de la semana pasada. (…). También por la noche recibo una carta de la delegada de Educación a todos los docentes granadinos agradeciéndonos nuestro trabajo y esfuerzo en estos días. Me gusta. La veo como una prueba de cercanía y gratitud sincera y como una despedida adecuada para este trimestre tan desolador en el que hemos terminado trabajando de una manera completamente aislada. Aunque parezca una tontería, ayuda algo a no sentirse solo.

4 de abril (sábado).

He decidido mandar un whatsApp de despedida a mis compañeros: “Trabajamos aislados, pero no estamos solos. Felices vacaciones, aunque sea en casa, un abrazo y hasta pronto”. Creo que todos me han contestado agradecidos y deseándome lo mismo.

Las calles Reyes Católicos y Mesones en los primeros días de abril (Fotos de Fernando Morales).

¡¡CONTINUARÁ!!

 

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Daniel Morales Escobar,

Profesor de Historia en el IES Padre Manjón

y autor del libro  ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)

 

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