Tiempo detenido. El mundo se ha convertido en un lugar en el que impera la irresponsabilidad y falta de raciocinio. La sensación de impotencia recorre mi cuerpo, con la frustración como segundo ingrediente.
Septiembre comienza y debo cumplir mis obligaciones como docente, con un horizonte nada halagüeño (la falta de directrices se convierte en una constante).
¿Medidas? ¿Qué decisiones se tomarán?
Nos encontramos al borde del desastre, inmersos en la confusión más absoluta y el desánimo.
Ansiedad es la palabra que predomina en nuestro glosario, con el sufrimiento como castigo y la desazón por parte de algunos/as. De la misma forma, vemos al INCONSCIENTE DE TURNO (el que no se pone la mascarilla o invita a veinte amigos a su casa para montar una GRAN FIESTA).
Ante el consejo de evitar IMPRUDENCIAS, quien desafía lo tiene claro:”¡A mí normas ninguna!”
Atrás quedó el confinamiento obligado, sin que se hayan sacado lecciones de tan dura circunstancia. Dejamos atrás miles de muertes y cientos de miles de afectados, sin que la solución esté encima de la mesa.
Se habla de vacuna, pero no tenemos fecha de comercialización. Tampoco hay tratamientos que resulten 100% efectivos, pero el INCONSCIENTE no piensa en nada ni nadie.
Sean estas palabras VISIBLES en pro de construir un mundo más justo y humano.
¡Qué mis palabras no caigan en saco roto!
Ver más artículos de:
Profesor de ESO-Bachillerato