Sin entrar en cuestiones partidistas ni descalificaciones tan fáciles como fuera de lugar, quisiera escribir las que serán mis últimas líneas en relación al grave problema que nos afecta a todos/as: el COVID 19.
En este sentido, han sido muchos los escritos u opiniones vertidas por mi persona, abogando una vez más por el civismo y la responsabilidad de todos.
Las discusiones políticas o el tú más no conducen a nada positivo y sí a la barbarie, al debate sin rédito, a la falta de ética, a la irreflexión e incremento de los contagios, a la impotencia de los sanitarios que tienen que seguir luchando por salvar a los nuestros.
Insinuaciones, mentalidades negativas, ocurrencias que no me parecen chistosas y sí gravosas, estrategias que lejos de aportar desvirtúan, egoísmo de “cabezas de chorlito” cuando salen a la calle sin protección, negacionistas que demuestran tener un vacío en la masa cerebral, ilustrados de boquilla obsesionados con la desobediencia y contravenir las normas,…
Vuestra actitud perjudica a quienes sí concedemos la importancia que merece esta pandemia.
Lo digo alto y claro: “¡Ya está bien!”
Sanitarios, transportistas, comerciantes, hosteleros, personal de supermercados o docentes, entre otros, contribuyen en pro de devolvernos a la nueva normalidad (cuando contemos con un tratamiento o vacuna que nos permita pasear sin riesgos).
Pero, hasta que eso no ocurra, la indiferencia de muchos ocasiona daños colaterales: contagios y muertes de inocentes, cierres de centros educativos, incrementos de hospitalizaciones con sanitarios doblando turnos,…
Escribiré en letras mayúsculas el calificativo que define a quienes perjudican: “¡INSENSATOS!”
¡Ojalá mis deseos no caigan en saco roto!
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Profesor de ESO-Bachillerato