Dantesco, sin palabras, alucinante, incomprensible, irracional, egoísta, intolerante, irrespetuoso, vergonzoso, falto de ética e insolidario son algunos de los calificativos que me sugieren las imágenes propagadas en las diferentes televisiones a un ritmo vertiginoso (tanto o más que el nivel de contagio del maldito COVID).
Quiero dirigirme al adulto (bien entrado en edad que desafía a las consecuencias de una enfermedad desconocida todavía por todos), al adolescente incauto o al niño desafiante (ese que sigue el ejemplo de unos padres que rechazan cualquier medida adoptada por comunidades o gobierno central).
¡A ti! ¡Sí! ¡A ti!
Valiente que no piensas en tus progenitores o abuelos, en tu entorno más cercano, en esos seres considerados de riesgo a los que antes de la pandemia abrazabas hasta la saciedad y presumías de tenerlos en tu círculo. ¡Hipócrita! Tengo muchos términos para lanzártelos a modo de dardos envenenados, merecidos por los enormes méritos contraídos. Los ha conseguido cada vez que hiciste botellón en el parque con tus “amigotes”, también cuando accediste a la discoteca de turno (sin ningún tipo de protección) o te mostraste henchido en fiestas improvisadas y clandestinas con cachimbas que pasaban de mano en mano y de boca a boca.
También tú, adulto irresponsable, mereces mi rechazo más absoluto y el de quienes nos tomamos esta situación muy en serio. Te lanzo un gran zasca por cada momento compartido con quienes conformáis un enorme grupo con pocas neuronas en su haber, un “grupo de convivencia” que se fija más en las proclamas de políticos increpadores y faltos de sensatez, un ambiente en el que reina la normalidad con cañas y tapas en el bar más próximo (sin mascarillas pues molestan demasiado) o comidas multitudinarias en casa de Pepe unas veces, (otras en la de Vicente, Manuel, Antonio o Secundino).
No en vano, como españoles, debemos cumplir con la imagen que de forma injusta se proyecta en el exterior de nosotros: nos gusta la fiesta.
Queridos lectores, pido por enésima vez SOLIDARIDAD y RESPONSABILIDAD.
¡Ojalá mis palabras no cayeran en saco roto!
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Profesor de ESO