Señor Pedro Sánchez, el mejor homenaje a las víctimas del Covid-19 es decir la verdad sobre el número real de muertos
El Ejecutivo socialista se plantó primero en 27.000 para luego retocar el dato al alza hasta poco más de 28.000 fallecidos, pero el guarismo no encaja, no concuerda con otras fuentes como la del Instituto Carlos III, los datos de los registros civiles o de las funerarias.
Según la fuente que se tome, en el mejor de los casos, el Gobierno de Sánchez ha dejado de sumar 25.000 muertos más y hay quien cifra la cantidad por encima de los 60.000, casi el doble del número aportado desde Moncloa.
No reconocer a los miles de fallecidos que ha dejado la pandemia y conformarse con una estadística parcial e interesada anula cualquier tributo. La Moncloa llega tarde y mal a un homenaje que ha agendado y diseñado a conveniencia de parte, muy lejos en el tiempo de la tragedia que conmocionó a la sociedad española y con un formato que viene a subrayar el laicismo militante del Gobierno.
La estrategia seguida por Pedro Sánchez ha sido la de alejar la palabra funeral de este acto, como si lo que hubiera pasado fuera diferente a la pérdida de vidas humanas. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha puesto tanto empeño en renunciar a un funeral de Estado, de forma tradicional de despedir y recordar a las víctimas a las que llora una nación mayoritariamente católica, como en organizar un acto desnaturalizado, hecho a la medida de su propaganda y para el que no ha dudado en utilizar la figura del Rey, ahora sí, como elemento legitimador.
Ni fotos, ni ataúdes, ni narración biográfica individual, no son personas, son números. Ni luto oficial durante los largos meses de la tragedia. Ni siquiera presencia del presidente y su gobierno en el funeral por los muertos, porque eso sería dar a entender que los muertos existieron. Y no, no ha habido muertos; sólo cifras.
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