He participado recientemente en una conferencia-debate organizada por el Ateneo de Granada cuyo título ha sido el mismo de este artículo. Su presidente Jesús Ambel al presentar la conferencia en las redes, escribió : “ Lacan decía que educar es imposible. Paco Olvera dice que el amor tiene alguna posibilidad frente a lo imposible de educar. Veremos por dónde sale el día de su conferencia “ . Yo le contesté en el mismo medio de manera cariñosa, “ que intentaría salir por los caminos amorosos de la educación ”.
Para Sigmund Freud y Jacques Lacan, hay tres compromisos humanos que son imposibles de cumplir, educar, gobernar y psicoanalizar, ya que los resultados de esas actividades, nunca serán suficientemente satisfactorias, siempre habrá algo que no se logrará.
En lo referente a la educación dicen, que lo que les quedaría a los docentes, sería la tarea de intentar ser los gestores de las incertidumbres que se originan entre lo que se enseña y los verdaderos deseos del alumnado. Contemplan dos elementos que sin embargo para mí, hacen posible la acción educadora, que el saber es algo que se construye y que la educación tiene un vinculo singular con cada sujeto.
Sin entrar en un debate profundo, sobre esa “imposibilidad” que según los psicoanalistas afectaría a la educación, defiendo que la acción de educar es posible, y lo es, cuando se realiza con amor.
Concibo la educación como un proceso que es permanente y por tanto siempre inacabado, por tanto esa insuficiencia o parte no alcanzada no significa que educar no sea posible. Para mi la educación no es una meta, sino un camino. Una meta es un lugar concreto donde llegar, donde la distancia o pasos están tasados. El camino es un proceso abierto e inacabado, en el que cada progreso nos enriquece. Ese enriquecimiento de cada persona sería la educación.
¿ Por qué afirmamos que educar es amar ?
Decimos que educamos cuando desarrollamos las facultades intelectuales, morales y afectivas de cada persona, de acuerdo con la cultura y las normas de convivencia de la sociedad a las que pertenecemos.
Amamos cuando nos entregamos hacia los demás con actitudes de respeto, comprensión, ternura y compromiso. Ese compromiso se concreta en ayudar, motivar y emocionar a los demás, para que construyan su personalidad, sabiduría, progresen y crezcan.
Para que la educación sea una acción más allá de una mera instrucción, necesita del amor. Es decir de una entrega vocacional del que educa y de crear unas condiciones lo más favorables posibles, para que sean de utilidad al educando y a su felicidad.
Para analizar esas condiciones, vamos a intentar dar respuesta a las siguientes preguntas : ¿ quien ?, ¿ a quien ?, ¿qué ? y ¿ cómo?
Los docentes piezas claves de la educación
Siendo muy exigentes, pero creo que justos, pienso que solo deberían ser docentes aquellas personas que tuvieran la capacidad de educar amando. Amando la tarea más hermosa que posiblemente pueda haber y en consecuencia, amando a las personas a las que van a ayudar a construir el conocimiento. Es eso que se conoce como vocación.
Para conseguir los docentes más idóneos se necesitan una formación y selección muy distinta a la que tenemos. Sin detenernos mucho en ambas cuestiones, que son cada una de ellas motivos de un profundo debate, si apuntaré que la formación inicial del profesorado debería ser impartida por un profesorado que tuviera una importante experiencia pedagógica y que el currículo a desarrollar además de incorporar los avances de la neurociencia, fuera muy didáctico y con trabajos prácticos habituales. En cuanto a la selección se tendría que tener en cuenta lo más posible, lo evaluado durante el periodo de formación y luego confirmarlo durante un periodo de prácticas en los centros.
La educación debe llegar a todas las personas
La educación es un derecho fundamental y por tanto debe llegar a todas las personas. Una educación que no contemple este fin, no será una educación basada en el amor, ya que solo se ocupará de ciertos grupos sociales.
La educación además de alcanzar a todas las personas, tiene que ser de calidad e inclusiva. La calidad la veremos a continuación cuando hablemos del qué y del cómo de la educación.
De la inclusión diremos que es precisamente la mejor expresión del amor cuando educamos, ya que partimos del principio de que toda persona tiene derecho a la educación y que es capaz de educarse, más allá de las diferencias de cualquier tipo.
La inclusión no pone el énfasis en las limitaciones, sino en cómo superar las barreras que impiden que todas las personas puedan relacionarse y aprender la cultura escolar. Cuando consideramos los principios inclusivos como norma, entonces podemos hablar de equidad.
Lo que debemos enseñar
Seleccionar los saberes o contenidos que deben conformar el currículo, es siempre una cuestión de debate. Defendemos que para la educación Infantil y las etapas obligatorias, el currículo debería ser abierto, contextualizado, y que tuviera en cuenta los intereses del alumnado. Un currículo de este tipo renuncia a homogeneizar y confía en la autonomía pedagógicas de los docentes y tiene en cuenta las características individuales y contextuales del alumnado.
Es abierto y dinámico puesto que está sujeto a una permanente revisión y adaptación de los aprendizajes. Es contextualizado porque analiza la realidad que rodea al alumnado. Al partir, siempre que sea posible, de lo que interesa a los niños y niñas, conecta con algo tan importante como es la motivación por los aprendizajes. Esa motivación puede ser doble, la que nace de las inquietudes del alumnado y la que aporta y sugiere el docente.
Además de las competencias educativas, el currículo tiene que tener muy en cuenta las emociones y los afectos de los procesos educativos. No se trata solo de aprender saberes útiles para la vida, sino también que se favorezca la felicidad de las personas. Recordemos que educar no es instruir solamente, sino ayudar a conformar un sistema de valores individuales y colectivos.
¿ Cómo enseñamos las competencias ?
Hoy vamos sabiendo por los avances de la Neurociencia que el elemento más importante para la cognición es la capacidad de emocionar. Esto le hace decir al neurocientífico Francisco Mora, que la excelencia educativa solo se consigue si se enseña con emoción. Llegado a este punto podríamos añadirle al título de educar es amar, el de educar es emocionar.
Una pedagogía amorosa y que nazca de la emoción, debería tener siempre presente los principios de la participación, la creatividad, la investigación y el trabajo cooperativo.
Tenemos que darle la palabra a los niños y niñas, animarles a que participen de los asuntos que les conciernen, a que aprendan a gestionar la convivencia… En definitiva ayudarles a construir una formación moral, desde el respeto a su personalidad. Solo así la educación puede formar ciudadanos y ciudadanas críticos y libres. La democracia no es un concepto o una palabra, sino una apuesta colectiva enfocada al bien común. Las asambleas de clase son un instrumento muy útil para llevar a cabo este fin.
Debemos propiciar que la creatividad aflore en todas sus manifestaciones, lenguaje, música, plástica … como expresiones singulares de cada persona.
Los libros de texto son instrumentos coherentes con un currículo cerrado. Si apostamos por un currículo abierto, serán más un freno que una ayuda. Defendemos que cuantos temas sean posibles, se trabajen mediante proyectos de investigación que estén sustentado en una metodología científica.
Una clase que da respuesta a la diversidad de todo tipo, necesita de un trabajo cooperativo entre todos sus miembros, Cada persona puede ir a su ritmo y profundizar en las tareas que más le interesen, pero también sabe que puede contar con la ayuda del resto de miembros del grupo.
Quiero terminar esta reflexión sobre el amor y la educación, con una película que me emociona cada vez que la veo, se trata de “ La lengua de las mariposas “.
Me identifico mucho con el personaje de Don Gregorio ese maestro republicano en el más amplio sentido de la palabra, que enseña con amor y emoción, no solo la funcionalidad de la lengua de las mariposas, sino y aún más importante, valores como la amistad, la solidaridad, la cooperación … Ese darse a sus alumnos y alumnas, no es un recurso técnico o didáctico, es un darse como un regalo coherente de vida.
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licenciado en Historia, ha sido maestro e Inspector de Educación.
Escribe artículos, realiza vídeos y es autor de libros sobre temas de Educación,
entre los que destacaría “La Investigación del Medio en la Escuela”