Las personas alexitímicas, son aquellas que son incapaces de expresar sus emociones, están atrapadas en una imposibilidad emocional, ciega y sorda, que las condena a parecer sombras de si mismos. El sufrimiento de éstas, es tan grande que pueden precisar terapia psicológica e incluso farmacológica.
En su grado menos extremo, reconocen sus emociones, aunque no saben cómo expresarlas y sin llegar a ser un trastorno, éstas pasan inadvertidas, transeúntes de baja mirada, encierran en su alma historias magníficas, paisajes inimaginables, dolores inexpresables, amarguras y también alegrías llenas de recovecos y nostalgias y sus minúsculos ojos encierran una vida inquieta, llena de sabiduría.
Son las que no destacan, también son las que llegan lejos y no se vanaglorian, son las que están sentadas en todas las esquinas silentes. Es difícil reconocerlas, encierran una triste honda nobleza debajo de capas y capas de inercia emocional. ¡Cuánto aman sin que se sospeche de su inmensidad!
Se pasean por la vida como pálidas figuras inquietantes que se quedan atrás, mustias, rechazadas, acorraladas por si mismas, introvertidas figuras complejas, amasan cielos y nubes de dulzura.
Mueren cualquier día; un día nublado, lluvioso e innombrable. Pasan a la tierra sin demasiado llanto, pronto son olvidadas. Nadie supo cuánto amaban, cuántas emociones callaban, cuánto sufrimiento ocultaban y cuán grande eran en humildad, generosidad y rectitud.
Nos gustan hablar de ellas si alguna vez se descubre su profunda riqueza, las elogiamos y le dejamos algún hueco en la Historia de la Inhumanidad, perdón, Humanidad. Incluso algunas de belleza creadora, llegan a ser cotizadas y decoran alguna pared inculta que otra.
Las puedes reconocer por su entrega, por lo que son capaces de hacer, de ofrecerte. Son despistadas, despeinadas, carentes de soberbia. Invierten su carencia en mundos interiores expansivos y espirituales, en universos indescriptibles que ofrecen a los demás sin pretensión alguna. Las puedes reconocer en vuestras madres (la mía), en esas que comían sobras, en esas que apenas te abrazaron, pero que siguen estando cada instante dentro de ti, como faros vigían que no cesan. También en parejas que apenas te dicen “te quiero”, aunque están atentas a cada detalle, a cada necesidad, a cada caída. Esas que te escuchan y que apenas hablan de si, las que intuyes que nunca te fallarán, aunque no te expliques por qué parecen tan ausentes, tan lineales, tan ajenas.
La incapacidad que sufren para mostrarse hace que nos perdamos grandes almas humana. Para ellas esta amputación emocional, les convierte en sombras pasajeras de las nunca sabremos sus nombres.
Estate atento, pueden estar en tu vida, puede que te están amando tanto que no lo parezca, date cuenta que son sus hechos los que te están hablando, que son sus miradas incandescentes y recónditas las que te nombran a gritos.
“Con quien tanto quiero y que aun sin tu “te quiero”, sé que alzas mi nombre en tu silencio”. Parte de la canción, “Compases arrítmicos de candencias universales”. Autor desconocido.
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Psicóloga especializada en Mindfulness y
Terapia de Aceptación y Compromiso
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