“Hace siglos sabemos todos que con los hombres que viven de sus creencias
(que comen de lo que creen y opinan) no se puede ni se debe discutir”
RAMÓN J. SENDER: “El fugitivo”
Intentar comprender el mundo en toda su complejidad jamás ha sido tarea fácil y mucho menos en los tiempos que corren: todo hojarasca, eructos, bilis, rebuznos y coces conforman la profundidad del pensamiento actual, incluso en gente que, supuestamente, deberían de tener las herramientas más elementales para poner a trabajar sus neuronas. Lamentablemente no es así. Preocupante.
Porque es inquietante que a cada oleada de inmigración se responda con una oleada de incomprensión, de xenofobia, de odio y, nítidamente, de aporofobia. Patrañas, mentiras -o lo que es peor, medias verdades- y un ansia infinita de enfrentamiento de unos contra otros, que conlleve sus correspondientes réditos políticos, son los contenidos de los mensajes que circulan no sólo en las redes sociales sino también en un sector no poco importante de la prensa. Así podía leerse en días pasados, en el titular de un periódico de tirada nacional, que el 1,5% de los inmigrantes que llegan a nuestras costas son positivos del Covid-19. No se puede ser más mezquinos. Se retratan solos. La verdadera noticia es, según ese mismo titular, que hay una buena noticia: el 98,5 de esos inmigrantes son negativos en el Covid-19. Y a partir de ahí, lo que quieran: traen móviles de última generación; zapatillas deportivas propias de las élites profesionales del deporte; viven en hoteles de cinco estrellas, piscina incluida; el Gobierno los alimenta gratis diariamente, además de proporcionarles un sueldo de 80 ó 90 euros diarios…¡Ah! Y todos conocen esta situación de buena tinta: a través del cuñado de un amigo que tiene un primo segundo casado con una limpiadora que trabaja en las Oficina de Empleo de un pueblo de Badajoz. ¡Magníficas “fuentes” y mejores “argumentos” todavía!
¡Cuánta obscenidad en esas perspicaces miradas capaces de identificar los móviles de última generación y las zapatillas deportivas de alta competición que traen estas gentes y no son capaces de ver las bolsas de cadáveres extendidas en las playas! ¡Qué indignidad no sentir ni un mínimo de empatía por todos ellos! ¡Qué incapacidad para reflexionar, siquiera unos instantes, sobre las palabras del franciscano detective, Guillermo de Baskerville – personaje creado por Umberto Eco en su obra “El nombre de la Rosa”! Tan cierto como revelador es su pensamiento: “Así se explica que la rebelión contra el poder se manifieste como reivindicación de la pobreza, y se rebelan contra el poder los que están excluidos de la relación con el dinero,…”
¡Cuánta miopía intelectual, política y social de ese ente de mercaderes que una vez se llamó Europa y de, cada vez más, muchos de sus ciudadanos cuyos comportamientos están tan próximos a los neandertales y ante los que se estrellan los aullidos de terror, los gritos de horror y de angustia, de una joven guineana a la que un golpe de mar adentro ha arrebatado la vida de su pequeño bebé de seis meses!
Hace mucho frío, mar adentro, en estos días de noviembre pero también hay todo un mar de esperanzas, sueños e ilusiones dentro de cada cayuco o de cada patera: las de conseguir hacerle un regate al hambre o la guerra o ambas a la vez. Nada de eso será ya posible para el pequeño Yusef -como para otros tantos pequeños del mundo entero- cuyo diminuto corazón no ha podido resistir los embates de la Naturaleza. La vida y el corazón rotos de su mamá hará a todos estos pájaros -tan católicos y patriotas- que puedan fijarse mejor en su móvil y zapatillas de alta gama ¡Nauseabundo!
Foto: Patera de inmigrantes llega a las costas de Motril ::JAVIER MARTÍN (IDEAL)
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DE BLAS LÓPEZ ÁVILA
Comentarios
2 respuestas a «Blas López Ávila: «Mar adentro»»
Gracias, Dn. Blas, por su clarividencia. A mí no me preocupa en demasía que determinados medios y personajillos, den pábulo a versiones tan malintencionadas. Lo que me empieza a preocupar es que usted, yo, y cualquier persona con un poquito de sentimiento y memoria, comencemos a recibir misivas insultantes por pensar como pensamos y actuar como actuamos. Y lo peor, como digo, es que estos incendiarios de la convivencia permanezcan a salvo, gracias a los «favores democráticos» que hemos puesto en sus manos.
Muchísimas gracias, D.Isidro, por su comentario. Afortunadamente todavía queda gente capaz de tener un mínimo de sensiblidad y emparía ante la miseria y desesperación de mucha gente excluida de unas condiciones de vida dignas del ser humano. ME ALEGRA dar voz a los que no la tienen y compartirla con personas como usted.
Saludos.