Todo permuta, la vida es en sí un cambio continuo. Adaptarse a estas vacilaciones, modulaciones, ciclos, cuesta mucho, tanto que quizá no podemos sostener las riendas de un futuro que galopa desbocado.
Todo cambia, aunque no queramos entender que debe ser así y nos resistamos a surfear las olas imprevistas que nos sacuden fuerte. La comodidad en la calma, en lo conocido, acentúa esta resistencia al abismo de lo desconocido.
‘El cambio es la única cosa inmutable’. (Arthur Schopenhauer)
La vida es sabia, suave nos mueve como veletas en la dirección oportuna, quizá, solo cuando estamos preparados y las circunstancias son las idóneas, sabremos hacia dónde direccionarnos, sabremos cuándo es el momento justo para trasformar nuestra realidad. Se muta cuando se comprende que no se pueden cambiar ciertas cosas, que sólo cabe aceptarlas tal y como son, y desde ahí saltarlas, sobredimensionarlas.
Todo cambia nada es. Heráclito de Efeso
Existe una obsesión social, económica, política, que nos arrastra a una necesidad corrompida en la que se apremia lo nuevo, sufrimos cambios constantes en la moda, tecnología, formas de relacionarnos, etc. Esta necesidad imperante por sustituir todo lo que nos rodea, nos trae acelerados, despistados, ansiosos, deprimidos, alejados, aislados, parcelados. Quien no asume estos cambios impuestos, se queda fuera de este sistema inventado cuyo fin es mover dinero y poder. Nos encontramos ante la denominada obsolescencia programada, que es la vida útil que le da una fábrica o empresa a un producto, cuando pase este período de vida útil el producto se volverá obsoleto, inútil. Esto se creó para que el consumidor se viera obligado a adquirir un producto nuevo de forma constante.
“Vivimos en este planeta como si tuviésemos otro al que ir”. Terri Swearingen.
¿Pero qué pasa si nos negásemos al cambio, si nos quedásemos en ese estado cómodo y confortable en el que nos hallamos? ¿Qué pasaría si decidimos no cambiar nada, resistirnos a esas fluctuaciones que provocan inestabilidad?
¿No estará demasiado sobrevalorada la necesidad de cambio, de trasmutar, quizá? ¿Qué tan de malo hay en una temporal pasividad reflexiva y consentida?
No somos libres, nos dicen cómo debemos cambiar, nos imponen la dirección hacia la que ir. ¿Dónde ir, pues, cuando todo lo que nos rodea es tan incoherente, inestable, insostenible, irreal, inhumano, anti natura?
“Donde el corazón te lleve”
Título del libro de Susanna Tamaro
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Psicóloga especializada en Mindfulness y
Terapia de Aceptación y Compromiso
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