El otro día mientras caminaba, escuché en la radio que los glaciares se están derritiendo y que eso tendrá, muy probablemente, consecuencias nefastas para nuestras vidas a medio plazo. Una científica que los está estudiando se lamentaba que a algo de tanta trascendencia, no se le esté dando la importancia tiene. Ella lo achacaba a una ausencia de “buena” educación y en consecuencia a una falta de consciencia. En ese momento mi mente, imbuida seguramente por la deformación profesional del docente, se hizo la siguiente pregunta retórica : ¿Si la vida del planeta y sus gentes son lo más importante, cómo es que la Escuela no se ocupa de manera prioritaria, de educar y concienciar sobre nuestro futuro ?
Me gusta decir que la institución escolar debe promover una Educación que sea útil para la vida de las personas y también para su felicidad. Las etapas en las que se debe forjar esa base educativa para que la totalidad de la ciudadanía sea consciente y crítica, son las enseñanzas obligatorias. Tiempo habrá para especializaciones disciplinares, para quienes continúen estudiando después.
Una cosa es la teoría y otra la realidad
Sorprende comprobar que todas las leyes de educación que hemos tenido, recogen en sus preámbulos, de una manera u otra, propuestas educativas con una finalidad teleológica. Sin ir más lejos y mejorando algunos aspectos de la anterior ley, la recién aprobada Lomloe, cambia el concepto de currículo básico por el de enseñanzas mínimas, sugiriendo que el currículo pueda ser más autónomo y abierto. Con la misma intención sustituye métodos “didácticos”, por métodos “pedagógicos”, considerando que lo pedagógico es un concepto más amplio y global que lo didáctico.
Del mismo modo desaparecen, afortunadamente, los estándares de aprendizaje que tanto han encorsetado los procesos de enseñanza-aprendizaje y las evaluaciones. Se refuerzan los elementos trasversales y de perspectiva de género que deben estar presentes e iluminados por un espíritu creativo, científico y emocional. También se animan al profesorado a ejercer una mayor autonomía, a la hora de concretar los currículos en el aula.
A lo largo de mis muchos años como inspector, me he preguntado, de por qué si las leyes dicen eso, luego la realidad de los centros educativos es tan diferente. Creo que hay una sentencia popular que lo resume, una cosa es predicar y otra dar trigo. Las causas son variadas y complejas. Solo apuntaré algunas.
La primera y más importante, por ser estructural, es el modelo mayoritario de sociedad en la que vivimos, sustentado en un desarrollismo y consumo insostenible. A partir de ahí nos encontramos con unas leyes educativas, que como hemos visto, teorizan bien pero que luego no se concretan en la realidad, una formación inicial del profesorado que sigue siendo bastante deficiente y unos currículos que en la práctica son cerrados, poco autónomos y poco útiles para la vida de las personas.
Mayoritariamente esos currículos escolares no los eligen y desarrollan los centros, ni el profesorado, sino que son las editoriales de los libros de texto quienes terminan concretándolos. Cuando animaba a los claustros a elaborar otros currículos, les decía que además de legales, eran necesarios y posibles. Claro, para llevarlos a cabo hay que sentir la necesidad de cambio, un poquito de valentía y buscar la formación y las experiencias allí donde estén, para cambiar de paradigma.
¿ Qué currículo necesitamos ?
Creo que el currículo que necesita una educación que aspire a ser de utilidad para la vida de las personas y para su felicidad, tiene que ser abierto y flexible, globalizado, con la mayor autonomía posible en su elaboración y contextualizado con el medio donde se trabaja. Decía antes, que una cosa es predicar y otra dar trigo. Voy a intentar, en coherencia con esta visión de la educación, justificar el tipo de currículo que creo necesitamos.
Deben ser abiertos, del tal modo que permitan incluir en ellos cuantos contenidos sean de nuestro interés y flexibles para que esos saberes puedan evolucionar y cambiar si es necesario. Deben ser globalizados ya que los conocimientos no son espacios cerrados, sino y muy al contrario, deben estar permanentemente interrelacionados. Los currículos los debemos concretar los docentes, desde el ámbito de nuestra autonomía pedagógica. Su elaboración debe tener muy en cuenta los contextos en los que se van a desarrollar.
Para presentar la propuesta de manera sencilla, voy a intentar responder a dos cuestiones fundamentales. ¿ Qué contenidos deberían formar el currículo ?, ¿ Cómo los desarrollaremos ?.
El qué
Ya he dicho al inicio lo que provocó mi reflexión. ¿Educa la escuela de manera decidida y prioritaria, en aquellas cuestiones que nos son vitales ? La respuesta a esa pregunta nos sitúa en el tipo de contenidos que deberíamos priorizar para que la educación sea lo más útil posible para nuestras vidas. Creo que la mayoría estaremos de acuerdo en que hay una serie temas que son muy importantes, por no decir vitales.
Todo lo relacionado con el medio ambiente, la salud y bienestar de las personas, la convivencia, la inclusión, la igualdad de derechos … son cuestiones que nos conciernen a todos y todas, a nuestro devenir futuro. A partir de ahí nos podríamos preguntar : ¿Existen en esos grandes bloques temáticos, suficientes contenidos y saberes como para organizar el currículo de otra manera ?. Creo que no solo son suficientes, sino que un desarrollo de los mismos, sería un caudal inagotable de nuevos enfoques y perspectivas,
Llegados a este punto lo que tendríamos que hacer, es superar el marco de las disciplinas e ir conformando un currículo abierto y flexible que vaya incorporando esos temas de gran interés y trascendencia. Esos contenidos pueden aparecer por dos vías, a propuesta de los docentes o por iniciativas del alumnado, en forma de una doble motivación. Con frecuencia esas temáticas, no necesitarán de una gran motivación, ya que son partes inherentes de nuestra realidad.
Otra reflexión. ¿Nos hemos parado a pensar, en las oportunidades de cambio educativo que hemos tenido durante la pandemia ? Desde mi punto de vista, creo que han sido muchas. Otra cosa es que las hayamos dejado pasar de largo, atados a nuestra rigidez y rutinas. Creo que hemos tenido una magnífica oportunidad para que nuestro alumnado haya aprendido de una manera mucho más significativa y relevante lo que es un virus, una pandemia, un tratamiento, una vacuna, las medidas de protección,… Esto no lo podrían haberlo conseguido, ni todas las clases de ciencias naturales juntas.
Sin necesidad de tener que recurrir a algo tan extraordinario y trágico como una pandemia, creo que podemos construir unos currículos mucho más útiles, adaptados a la madurez y contextos de nuestro alumnado.
El cómo
Ya sé que estaréis pensando que elegir los temas, no sería lo más difícil, sino el cómo llevar este planteamiento a la práctica.
Un nuevo currículo necesita de nuevos planteamientos didácticos. En primer lugar, deberíamos reflexionar sobre el papel de los libros de texto. En mis diecisiete años como maestro, antes de ser inspector, nunca tuve libros de texto en mis clases. Ese fue el primer gran paso para construir un nuevo currículo.
Cuando años después he contado en distintos foros aquella decisión, a mucha gente le ha parecido que fue muy radical y que es poco realista. Yo contesto a eso, que no solo es legal, ya que en el programa de gratuidad de los libros de texto, existe la posibilidad de elegir la opción de “otros materiales didácticos“, sino que es posible. Todo depende de la voluntad y necesidad que tengamos en el qué y cómo educar. De todas formas suelo sugerir para quienes tienen más dudas, que no lo hagan de la manera tan radical como yo lo hice, sino que vayan sustituyendo poco a poco los libros de texto, por trabajos libres y de investigación.
Según mi experiencia docente, contrastada a lo largo de muchos años con compañeros y compañeras del Movimiento Cooperativo de Escuela Popular, inspirado en la pedagogía de Celestin y Elisse Freinet, son muchas las técnicas para desarrollar un currículo con las características que hemos expuesto anteriormente.
Para el Lenguaje usaremos los textos libres, los teatros, los periódicos escolares, los libros de Vida, fichas de lenguaje elaboradas por los docentes o también por el propio alumnado …
En Matemáticas, el cálculo vivo, disponer una tienda en la clase para simular operaciones de compra, la realización de todo tipo de medidas, recuentos, representaciones gráficas que van unidas a las investigaciones escolares, las fichas elaboradas por los docentes y también por el alumnado …
Las Ciencias Sociales y Naturales, desde luego que se deberían abordar como un ámbito claramente relacionado y globalizado. Incluso prefiero incluir todos esos contenidos en lo que llamamos la Investigación del medio.
Cualquiera de los grandes temas a los que hemos aludido anteriormente, entrarían a formar parte de este nuevo currículo. Podemos decir que todo lo que investigamos serían los contenidos del currículo y el Lenguaje y las Matemáticas, las herramientas para acceder a ellos.
Otros elementos de gran importancia en la puesta a punto del nuevo currículo escolar, son el desarrollo de la autonomía del alumnado en la construcción de su conocimiento, un ambiente de clase basado en el respeto, la cooperación y la participación con las asambleas de clase y finalmente la inclusión educativa respetando todo tipo de diferencias y ritmos de aprendizaje.
En este artículo no puedo desarrollar cada uno de los temas que he esbozado, cosa que he hecho en otras muchas ocasiones de manera específica, pero quienes estéis interesados e interesadas en profundizar en ellos, podéis indagar en la página web del M.C.E.P: www.mcep.
VER VÍDEO:
Comentarios
2 respuestas a «Paco Olvera: «El currículo que necesitamos en la educación obligatoria»»
Magnífico artículo una vez más.
Inclusión educativa, autonomía pedagógica o construcción del conocimiento son voces a las que debemos dar sentido.
Necesitamos otro currículo, bien distinto al existente.
Por otro lado, apelo a lo que señala el autor: autonomía del docente.
Mi más sincera enhorabuena.
Con la misma devoción con que los monjes y monjas de clausura, apenas abre su ojo el nuevo día,acuden al rezo de maitines, así acudo yo a embeberme de sus artículos en torno a la Enseñanza, sus currículos y metodologías, apenas los veo publicados, D. Francisco.
También con el mismo espíritu crítico con que juzgo a aquellos su forma de entender la «Verdad Revelada», y con el mismo respeto y consideración hacia usted, vengo yo a puntualizar y disentir de una -entre otras varias- de sus aseveraciones (manifestando, de paso, mi desacuerdo también con el parecer en este asunto de nuestro contertulio radiofonista Rafael).
«Los currículos los debemos concretar los docentes, desde el ámbito de nuestra autonomía pedagógica» -afirma usted. ¡Y no, don Francisco! ¡Y aún menos en un entorno rural como el que habito en el que el profesorado resulta tan volátil y tan ignorante de los recursos del entorno que, de hecho, la inmensa mayoría no distingue un quejigo de una encina o de un alcornoque…; por no hablar de otros asuntos más hirientes como el de menosprecio que manifiestan (muy sutilmente, eso sí) acerca del mundo rural al que han sido destinados…
No me quiero alargar más porque este es su espacio y no el mío. Sin embargo, le reto a usted a un duelo dialéctico, poniendo a D. Antonio Arenas como testigo del desafío, y como intervinientes al resto de contertulios y articulistas de esta bienhadada página. A un encuentro, en fin, cara a cara, a través de las pantallas digitales, tan recurrentes por cierto y enojosas al mismo tiempo.