Cada vez es más frecuente encontrar personas que ignoran cómo se realizaban los ritos religiosos en las iglesias católicas antes del Concilio Vaticano II. Muchos, entre los que me incluyo, no hemos alcanzado a ver la misa de espaldas a los fieles, verbalizada en latín, y mucho más ritualizada que hoy en día. Eso nos impide entender algunos espacios de los edificios eclesiásticos, hoy en desuso, como el púlpito, desde el que se predicaba (era el único momento en que el sacerdote se dirigía a sus fieles en su propia lengua) e incluso se dirigían los cánticos y oficios religiosos. Lo mismo ocurre con el órgano. Hoy solemos aceptar que su uso en la iglesia era un mero acompañamiento musical, como lo pueden ser en la actualidad los coros que acompañan las liturgias más festivas.
La realidad dista bastante esta imagen. Un estudio de Ana Sáenz Soubrier titulado “Apuntes para una Historia de la Música en La Zubia (Granada)”, elaborado en 2012, como trabajo fin del master interuniversitario en patrimonio musical de las Universidades de Granada, Oviedo y la Universidad Internacional de Andalucía, nos ilustra sobre la música eclesiástica en nuestra localidad. Este excelente trabajo muestra cómo la música estaba presente en las misas cantadas de La Zubia, al menos desde el siglo XVI. De igual modo la regulación eclesiástica establecía que se cantase la Salve en Semana Santa, o se utilizasen las campanas en los responsos generales por los difuntos que se decían los lunes. Las cofradías también pagaban frecuentemente a cantores para que acompañaran sus funciones litúrgicas con intervención musical. No era un mero instrumento de acompañamiento, sino que formaba parte de algunas misas, que eran cantadas y no rezadas (habladas).
Por eso el órgano tenía un papel esencial. Es posible que al actual sustituyese a otro anterior, cosa muy frecuente, pero todavía hay que investigar sobre el pormenor. Lo que sí sabemos es la fecha de construcción del órgano que se conserva en la actualidad, 1781, aunque luego sería reparado en 1885 y completamente restaurado en 2006. También se conoce el nombre de su constructor, Salvador Pavón y Valdés. Cordobés, y procedente de una familia de organeros, fue el artífice más activo en la diócesis granadina durante la segunda mitad del siglo XVIII. De sus manos salieron además los órganos de la colegiata de San Salvador en Granada (luego trasladado a San Justo y Pastor), el de San Pedro y San Pablo, el de la Catedral de Guadix, los de los conventos de Santa Inés y Madre de Dios (Comendadores de Santiago), el del monasterio de San Jerónimo, así como los de Alhendín, Almuñécar, Órgiva o Béznar.
Su situación en uno de los laterales del templo, puede parecer atípica porque en muchas ocasiones los vemos en los coros altos, a los pies de la nave principal. La razón es meramente litúrgica. Desde ese lugar el tañedor tenía una buena visión de los cultos desarrollados en el altar mayor, consiguiendo así un mejor servicio a los oficios. Además desde ese espacio se favorece una buena expansión del sonido por toda la iglesia. El órgano, de estilo barroco, se enmarca en un mueble (la caja) pintado en color rojizo y con adornos dorados.
En el exterior destacan tres espacios (castillos), donde se aprecian una serie de tubos que no sólo eran ornamentales sino que tienen función musical. Los paneles laterales (las fachadas laterales) tenían antes de la restauración de 2006, tres tubos realizados en madera y ricamente decorados con policromías e incisiones a buril. Arriba hay una cornisa decorada con volutas y motivos florales y rematando una cruz y dos plumas, símbolos del cristianismo y de la justicia respectivamente. Por su parte la disposición de la trompetería se realiza en una doble hilera de tubos “en batalla”. En la restauración de 2006 se constató la pérdida de los tubos interiores de madera que fueron construidos de nuevo. Lo mismo ocurría con los de metal que se perdieron casi todos (excepto los de la fachada) y fueron reemplazados.
La consola es la zona baja del órgano, donde se encuentra el teclado manual, con 45 notas, todas originales, las blancas con una muesca de adorno en la base, y las negras con dos bandas longitudinales a las mismas. A los lados se sitúan los registros, que son los mandos que permiten que el aire pase a unos tubos y no a otros. Los nombres de estos registros, que recoge en su estudio Ana Sáenz, son a la izquierda: bajoncillo, flautado, violón, octava general, tapado, quincena, decinovena y címbala; y a la derecha: clarín, flautado, violón, octava general, tapadillo, quincena tolosana (corneta), címbala y flauta alemana.
Cada uno lleva su nombre en un trozo de papel pegado, aunque no son las inscripciones originales. La mecánica de un órgano es complicada de describir, pero básicamente consiste en insuflar aire por medio de una turbina con fuelle a través de unos tubos preseleccionados desde el teclado y los registros. Los fuelles del órgano de La Zubia se sitúan en una habitación a las espaldas del instrumento y ya fueron restaurados en 1885 por “M. Rivero”, que debió ser el organero que restauró el instrumento en esa fecha, probablemente Miguel o Manuel Rivero, que actuaban en la provincia en esas fechas. Al órgano se accede desde una pequeña puerta que da paso a una escalera que nos lleva al balcón donde se ubica el instrumento.
Al parecer el órgano estuvo en funcionamiento hasta los años 30 del siglo XX. Seguramente las agitaciones políticas de la época, la posterior Guerra Civil y las penurias de la posguerra hicieron que quedara abandonado. En el año 2000 un inventario y catálogo de los órganos de la provincia de Granada de Inmaculada Ferro Ríos y de Antonio Linares López describía el estado que entonces tenía: “En la actualidad y desde hace aproximadamente unos setenta años, se encuentra en un estado de absoluto abandono. Lamentablemente la mayor parte de la tubería ha desaparecido. El resto de los elementos constructivos del órgano se conservan prácticamente en su totalidad, pero en un estado de progresivo deterioro”. Pocos años después el órgano, al formar parte de la Iglesia, también se protegió por la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), del que fue objeto el edificio entero, por decreto de 21 de noviembre de 2004, publicado en el BOJA nº 4, de 07/01/2005. Por esta o por otra causa, el órgano fue felizmente renovado en 2006 y todavía suena en ocasiones especiales, mostrando la belleza de nuestro patrimonio musical.
Hoy nos puede parecer un lujo escuchar su sonido, pero la documentación manejada por la investigadora antes citada permite conocer que fue una herramienta importantísima en la liturgia cotidiana durante varios siglos. Las misas cantadas, las misas de difuntos, las misas del patrón o las festividades de las cofradías sin duda enriquecieron durante siglos los oídos de nuestros ascendientes, igual que podemos hacerlo todavía nosotros.
AROMAS DEL LAUREL:
Un recorrido por la historia de La Zubia.
Alberto Martín Quirantes
Miembro del CEI Al-Zawiya
VER CAPÍTULOS ANTERIORES:
01 La Inquisición en La Zubia
02 Antonio Gala y los Sonetos de La Zubia
03 La Infanta de La Zubia
04 Los cementerios de La Zubia (1ª parte)
05 El órgano de la Iglesia de La Zubia