Quien leyera mi pasado artículo en IDEAL EN CLASE sabe de dónde viene el interés que tengo por este tema sobre las distintas generaciones. Y por eso, en una de mis últimas clases de Ciudadanía, con alumnos de 17 años, propuse tratarlo, lo que les pilló por sorpresa.
Lo primero fueron excusas, como que no iba a haber debate o como que iba a ser muy difícil para mí por el lenguaje que ellos emplean o la terminología tan específica de ese pozo profundo que es internet. Me pareció que algunos es que no querían hablar de esta cuestión delante mía —un profesor cincuentón o boomer—, por tener quizás algo que esconder, mientras que otros, “muy chulillos ellos”, ya me estaban considerando viejo o ignorante para entender su tecnológico mundo.
Pero mi persistencia pudo finalmente con todos y comenzaron a “soltar prenda”. Sin embargo, lo primero que empezó a llamarme la atención es que solo les interesaba opinar de ellos mismos, la generación Z, y de sus inmediatos predecesores, los millennials, pasando claramente de las demás —la generación X, los boomers y la generación silenciosa, enumeradas en un sentido retroactivo—.
NOMBRE DE LA GENERACIÓN |
FECHA DE NACIMIENTO |
EDAD ACTUAL |
CONTEXTO HISTÓRICO |
RASGOS QUE COMPARTEN |
Generación Z |
1997-2010 |
Entre 11 y 24 años |
Acceso masivo a internet |
Inconformismo Autodidactas |
Millennials |
1981-1996 |
Entre 25 y 40 años |
Comienzo de la digitalización y crisis económica |
Ecologismo Frustración |
Generación X |
1971-1980 |
Entre 41 y 50 años |
Crisis económica y Transición |
Obsesión por el éxito Individualismo |
Boomers |
1951-1970 |
Entre 51 y 70 años |
Baby Boom y bonanza económica |
Activos Disfrutones |
Generación Silenciosa |
1930-1950 |
Más de 70 años |
Guerra y postguerra |
Austeridad Trabajo |
Cuadro de elaboración propia a partir de fuentes diversas
Y así, poco a poco, fueron ilustrándome sobre las dos primeras: apuntaron, inicialmente, a las diferencias en el humor, en los gustos musicales, en las redes sociales empleadas o en los videojuegos preferidos. Pero, ya más entrados en materia, varios dejaron caer que una cosa bastante penosa era ver a un millennial tratando de imitar a los Z, sobre todo cuando en vez de estar trabajando se dedican a jugar con maquinitas o videoconsolas, como si tuvieran trece años y no treinta. Alguien añade un comentario sobre lo “frágiles” que son ante determinadas expresiones, que enseguida hieren su sensibilidad. Entonces pregunto si ahí incluimos el rechazo que algunas personas muestran a determinadas palabras “sexistas” y la respuesta es afirmativa. Un tercero (o tercera) apunta que también le sorprende de los millennials lo que les cuesta dejar el hogar de los padres, mientras que él (o ella) espera poder hacerlo “con veinte años”.
Iba asomando un cierto desprecio o, dicho de otra forma, una clara fe en su superioridad con respecto a los que son solo algo mayores que ellos. Y me siguieron dando información: Los Z, la más joven generación del momento, tuvieron acceso al móvil a los 12 o 13 años y no antes. Hasta esa edad se habían dedicado a jugar con otros niños o a ver en la tele programas de dibujos animados. Algunos sufrieron bullying en el colegio o en el instituto y ahora, cuando se acercan a su mayoría de edad, se sienten rebeldes e inconformistas, poniendo como ejemplo de esta actitud el reciente movimiento “Z” en apoyo de un chaval que decidió ir con falda a clase y fue sancionado por ello. También más preparados que sus predecesores o, quizás, con más capacidad de adaptación a los nuevos y variopintos retos que nos esperan.
Pero lo más curioso llega a continuación, cuando una de mis alumnas plantea que, en realidad, todo cambia a tal velocidad que ella lo que hoy percibe fundamentalmente es una clara diferencia con los que tienen solo 12 años. Y otros compañeros comparten esta opinión. Ven que los chicos que están en 1º de la ESO o van a empezarla han tenido un móvil entre las manos desde la más tierna infancia, lo que les ha impedido hacer lo que hacían ellos cuando eran niños —jugar con otros y ver dibujos animados en televisión—. Y ahora, con solo una docena de años, se muestran menos respetuosos con los mayores de lo que ellos han sido (o son), además de que, a esa corta edad, han tenido ya acceso a “placeres prohibidos” como el porro. Por eso, están seguros que estos actuales doceañeros iniciarán una nueva generación, peor que la suya por lo que se va viendo.
Es decir, que no solo sus predecesores son inferiores a ellos, por lo dicho anteriormente, sino también sus probables sucesores, con solo unos cinco años menos pero muy diferentes por todo lo apuntado en el último párrafo. Y personalmente no dejaba de asombrarme ante esa casi imperceptible soberbia, tan bien defendida que incluso me hizo dudar: ¿serán ellos, como creen, la generación más lograda de las últimas décadas? ¿Está lo que resta del siglo XXI “en buenas manos” si son estas sus manos? Desde luego autoestima no les falta a los jóvenes de hoy, pero también es cierto que a mí, ingenuidad, no me queda —¡son las cosas de ser ya un boomer!—. Únicamente el tiempo lo dirá.
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Profesor de Historia en el IES Padre Manjón
y autor del libro ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)