Estoy seguro de que las palabras que encabezan estas líneas a muchos les sonarán gratamente –especialmente a los que ya tenemos una edad–. Las pronunciaba una entrañable mujer en las pantallas de la TVE. De la televisión española, en blanco y negro y de solo dos canales, de aquella época. Era mediados de los años 70 del siglo pasado; un tiempo de tránsito entre la dictadura y la democracia. Ella se llamaba Gloria Fuertes y era poeta (no le gustaba que le llamaran poetisa).
Una muy querida autora que, con sus sutilezas y su sensibilidad, marcó la vida de varias generaciones de niños y niñas; hasta el punto de ser conocida como la poeta de los niños. Hace pocos años que se celebró el primer centenario de su nacimiento y muy pronto se cumplirá ya un cuarto de siglo de su desaparición, de su fallecimiento.
De origen humilde, Gloria Fuertes nació, un 28 de julio de 1917, en el popular barrio madrileño de Lavapiés. De madre costurera y sirviente y de padre conserje, vivió una infancia marcada por la pobreza, la muerte, la Guerra Civil (la “guerra incivil”, como ella siempre la calificaría) y la posguerra. Circunstancias de escasez de medios y penurias varias que, inevitablemente, marcarán su vida y su obra y en la que a modo autobiográfico contará que: “A los nueve años me pilló un carro y a los catorce me pilló la guerra; a los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía”. De igual modo, se definía como “autodidacta y desescolarizada”. Eso sí, portadora de una enorme precocidad intelectual, pues, aprendió a leer a los tres años y a los cinco ya escribía cuentos y los dibujaba. Su primer juguete fue una máquina de escribir; con la que desde bien pronto comenzará a ayudar a su necesitada familia.
En 1961 obtuvo una beca Fullbright, para impartir clases de Literatura Española, en la Universidad Bucknell (de Pensilvania, en Estados Unidos). Algo que ella supo recoger con su habitual sentido de humor; que, en cierta forma, enmascaraba las partes más dolorosas de su existencia: “La primera vez que entré en una universidad fue para dar clases”. A mediados de los años 70 empezó a colaborar en algunos programas infantiles, como el mítico Un globo, dos globos, tres globos; el vanguardista programa televisivo infantil y juvenil. Le seguirá, también en la 1 de TVE, La cometa blanca, con la que definitivamente alcanzará la popularidad entre todos los niños –y no tan niños de la casa–. Desde entonces desplegará una intensa y prolífica actividad escritora y de firme compromiso social. Falleció el 27 de noviembre de 1998.
Para varias de las generaciones de niños nacidos en los años 60 y 70 su presencia mediática constituía un momento único y mágico. Cada tarde, tras el fin de nuestras clases escolares y previo a la recreación de sus versos, nos espetaba con su peculiar voz, ronca e inconfundible: Esto es “pa” los niños. Tras lo cual daba comienzo el recitado de sus sonoras poesías, de sus imaginativos cuentos, de sus ingeniosas adivinanzas, de sus jugosas obras teatrales y de los divertidos enredos y juegos de palabras sin fin. Todas ellas elaboradas con un lenguaje claro y sencillo, a base de cariño, ternura y mucha fantasía. Y, por supuesto, todo muy cercano a los intereses de los niños. Un conjunto variado de historias, metáforas y creatividad que hoy –tal como tengo oportunidad de comprobar con mis alumnos año tras año–, como entonces, siguen despertando su innata curiosidad infantil. Una ingente producción poética con la consiguió que muchos de aquellos niños y niñas, y no pocos mayores, nos asomáramos al mundo infinito de la lectura –especialmente al género de la poesía– y, de paso, a la búsqueda de unos sueños de futuro tan cuajados de ilusiones como de interrogantes.
Muchos años después supe de su carácter luchador, reivindicativo, feminista, valiente y transgresor; Gloria Fuertes fue una adelantada a su tiempo. Supo expresar con naturalidad sus sentimientos y, a la vez, tratar con brillantez los grandes problemas que desde siempre vienen acuciando a los seres humanos: la soledad, el amor, la muerte, la paz… De sus poesías para adultos, tan invisibilizadas como cargadas de sentido, y a modo de ejemplo, si me lo permiten, les referiré uno que estimo no ha perdido nada de actualidad (más bien al contrario), el de La gente corre tanto. Dice así: La gente corre tanto/ porque no sabe dónde va,/ el que sabe dónde va,/ va despacio,/ para paladear/ el «ir llegando».
Pero, procurando no caer en el riesgo de idealizar el tiempo pasado de la niñez, a continuación voy a referirme a Un globo, dos globos, tres globos. Un programa televisivo dirigido a una audiencia infantil amplia que se emitía de lunes a viernes y que abarcaba diferentes franjas de edad; desde la destinada a los más pequeños (que, por cierto, incluiría los primeros “Barrio Sésamo” que se emitieron en España) hasta llegar a los algo más mayores. Casi cincuenta años después, aún es fácil recordar y tararear la canción que servía de apertura al programa. Una sintonía cuya letra estaba escrita precisamente por la propia Gloria Fuertes. En un mítico programa que contaba, además de con su presencia, con los guiones de Lolo Rico y presentado por María Luisa Seco y Manolo Portillo. Empezaba así: Un globo, dos globos, tres globos, la Luna es un globo que se me escapó, un globo, dos globos, tres globos, la Tierra es el globo donde vivo yo”. Una canción que, sin duda, ha logrado traspasar el tiempo.
A veces, sin saber el cómo ni el porqué los recuerdos del pasado nos asaltan súbitamente. Nos cogen desprevenidos y nos vuelven a inundar de los sentimientos de antaño. Al volver a trabajar con mis alumnos el referente imprescindible de la Literatura infantil que es hoy Gloria Fuertes, mi memoria me ha retrotraído hasta aquellas largas tardes primaverales de mi pueblo en las que, tras escuchar la música alegre que anunciaba el comienzo del programa, las calles se vaciaban de chiquillería. Todos corríamos raudos hacia nuestras casas –o las de nuestros amigos, primos o vecinos– para situarnos absortos durante una hora frente al televisor. Muchas de las veces mientras dábamos cuenta de un suculento trozo de pan con chocolate. Sin duda, una inesperada regresión a la infancia feliz o un anhelo de nuevos horizontes vitales en los adultos y siempre evidenciando, tal como decía nuestra autora, que “lo mejor del olvido es el recuerdo”.
Llegados a este punto, es óbice decir que el mejor homenaje que podremos hacer a Gloria Fuertes será acercar su poesía a los niños y a los más jóvenes para que, siguiendo su ejemplo, se animen a escribir sus propios poemas, que sigan soñando y estimulando su creatividad, que jueguen y que practiquen ingeniosamente con el lenguaje, y que no dejen de cultivar sus narraciones, versos y vocabulario… Y, sobre todo, que sean felices y sigan siendo únicos cada día. Va por todos ellos.
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Maestro del CEIP Reina Fabiola (Motril).
Autor de los libros ‘Cogollos y la Obra Pía del marqués de Villena.
Desde la Conquista castellana hasta el final del Antiguo Régimen‘
y ‘Entre la Sierra y el Llano. Cogollos a lo largo del siglo XX‘