Como llevo toda la vida dedicado a la enseñanza de la Historia no pude sino entusiasmarme con la fiesta que el pasado día 18 de junio organizó, como final de curso, el colegio Federico García Lorca, junto al Camino Bajo de Huétor (Granada). Fue como una gran recreación viva de la Humanidad a lo largo de todos sus tiempos, empezando por la remota Prehistoria y terminando en la Era Contemporánea; pero una recreación protagonizada por los propios escolares del centro, desde los pequeños de Infantil hasta los alumnos con TEA y los mayores, de 5º y 6º de Primaria; también por sus imaginativos profesores, que no dudaron en transformarse, por un día, en reyes medievales o en divertidos hippies de hace solo unas décadas. Podríamos asimismo considerarla una gran celebración de la Historia, para que los chicos, aparte de pasárselo muy bien, aprendieran algo más del pasado que compartimos y que nos ha traído a donde estamos ahora.
La idea fue de la profesora María Luisa García Villén, tutora de un grupo de Primaria y coordinadora del bilingüismo en el colegio. Por eso, los carteles y textos explicativos de las distintas épocas históricas debían ir escritos en la lengua de Shakespeare, aunque la de Molière estuvo presente en la parte relativa a la Revolución Francesa, tratada especialmente en las clases de 6º. A todo ello se añade la inclusión de la literatura y de la música como otros dos pilares fundamentales del gran proyecto interdisciplinar.
María Luisa, que estuvo un curso entero enseñando en Estados Unidos, aprendió allí la importancia de las líneas del tiempo para entender la Historia. Y este año propuso la idea de hacer una que recorriese el centro y que implicase a la totalidad de sus alumnos. El terreno estaba ya abonado, porque el profesorado de este colegio había realizado anteriormente otros proyectos de gran envergadura, como hace dos años, que dedicaron un día entero al teatro, con representaciones de los diferentes grupos. Así que, desde el inicio del tercer trimestre, el claustro se puso “manos a la obra”.
El plan era, primero, trabajar en cada aula, durante estos meses, un periodo de la Historia —así como elaborar la parte correspondiente de la línea del tiempo— y, segundo, acabar, tanto el proyecto como el curso, con una gran actividad festiva que sirviera de punto y final de ambos. De esta manera, los grupos de Infantil se han dedicado a la Prehistoria, los de 1º y 2º de Primaria a la Antigüedad (unos a Egipto y otros a Mesopotamia, a Grecia y a Roma), la Edad Media ha correspondido a los de 4º, la E. Moderna a los de 3º y la Contemporánea a los de 5º y 6º. Es decir, han trabajado unos 300 chavales del centro, de todas las edades, guiados diariamente por sus profesores, porque sin ellos —sus maestros— habría sido ¡sencillamente! imposible.
Al final la línea del tiempo se ha extendido por los pasillos de los tres pisos del edificio, desde la Prehistoria en la planta baja, pasando por la Edad Antigua, en la primera, y acabando en la segunda planta con las edades Media, Moderna y Contemporánea. De esta última se destacan en la línea, además, multitud de escritores y artistas, como Goya, Bécquer, Espronceda, Mariano José de Larra, García Lorca, Picasso, Gloria Fuertes,…, con lo cual incluso la Literatura y la Historia del Arte han sido “largamente” tratadas.
El día 18, como empezaba diciendo, fue el colofón. Ese día cada uno acudió al colegio vestido “de época”. Los más pequeños fueron de “hombres” y “mujeres” de las cavernas, otros de coloristas egipcios, de griegos, de romanos, de guerreros y reyes medievales, de juglares, de reinas y princesas, de piratas, de bandoleros, de gánsteres, de encorbatados “a lo Donald Trump” y hasta del genial pintor Velázquez, con su cruz de la nobiliaria Orden de Santiago. Igualmente, los profes Ignacio Mariscal, Esperanza Jiménez, María José Valenzuela, Cristina Gámez, la propia María Luisa y otros se atrevieron a lucir atuendo histórico.
Lo primero de la mañana fue una presentación leída de lo que se iba a hacer, que corrió a cargo de los mayores, los de 6º. Siguió el gran desfile por el patio del colegio, ambientado con una música adecuadamente seleccionada para cada grupo según el periodo histórico que representase. Y lo último fueron las diversas actuaciones que llevaron a cabo varios equipos de alumnos: un recital de poesía los más pequeños, la “danza de Zorba (el griego)” los de 1º, una moderna coreografía de “A quién le importa” los de 5º,…
Desgraciadamente, el covid ha impedido que hubiera un desayuno organizado para todos, así como la presencia de los padres en un día que tanto habrían disfrutado. Se han tenido que conformar con lo que les han contado y con las fotos. Por eso este artículo también va dedicado a ellos, ausentes en una jornada especial para sus hijos y sin cuya colaboración habría sido imposible lograr el fantástico vestuario.
¡Qué buen día para el colegio Federico García Lorca! Seguro que el poeta lo habría vivido con jolgorio. Y un servidor, por su parte, hubiera querido estar presente —aunque fuera disfrazado de columna—, porque por lo que me han dicho y por lo que he visto, resultó un gran e indiscutible “evento histórico”.
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Profesor de Historia en el IES Padre Manjón
y autor del libro ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)