José Vaquero Sánchez: «El acoso escolar»

Vivimos en una sociedad violenta. Basta ver los telediarios o echar una ojeada a los periódicos para comprobarlo. La escuela es reflejo de la sociedad y, por tanto, esta violencia también se manifiesta en ella. El acoso escolar es un ejemplo de ello. Este problema no es nuevo en educación, sin embargo, debido al uso sin control de los nuevos dispositivos tecnológicos, está alcanzando límites insospechados. Son muchas las horas que los niños pasan llenándose su mente de la bazofia que arrojan la televisión e Internet.

Algunos juegos de consola también están repletos de escenas violentas y, por otra parte, al disponer nuestros jóvenes de smartphones con potentes conexiones, a edades cada vez más tempranas, pueden intercambiarse todo tipo de mensajes y contenidos dañinos, algunos grabados previamente por ellos. Si no ponemos coto a estas acciones, en pocos años la situación se nos puede ir de las manos, y las consecuencias pueden ser nefastas. Conozco a personas que arrastran graves trastornos sicológicos por haber padecido, en su niñez o adolescencia, el sufrimiento ocasionado por el acoso. Desgraciadamente, todos sabemos también cómo han acabado otros casos.

Uno de cada diez niños admite haber sufrido acoso escolar alguna vez en su vida y, el año pasado, el porcentaje de casos detectados en las escuelas aumentó en un 75%. Estos datos reflejan la enorme gravedad del problema. Hemos de decir que no es un fenómeno exclusivo de nuestro país, sino que se da, en mayor o menor medida, en todos los países desarrollados.

En Finlandia, cómo no, uno de los estados más avanzados en educación, llevan varios años aplicando con éxito un método para luchar contra esta situación. En resumen, el método consiste en no centrarse exclusivamente en la víctima y el acosador, sino en los testigos, que observan el hecho y lo aplauden, aunque estén en contra de él. A través del proceso, se les intenta convencer para que no participen en el acoso y, al mismo tiempo, apoyen a la víctima. Si ello se consigue, el acosador, al verse aislado, cambia de actitud. Un equipo de alumnos mediadores y otro de docentes, se encargan de realizar tanto esta labor como las entrevistas por separado con la víctima y el acosador. Si, a pesar de todo, éste no cambia su comportamiento, el caso se denuncia a las autoridades académicas para que impongan las sanciones correspondientes.

Otro elemento importante en el combate al acoso escolar es la familia. Los niños deben aprender a respetar y respetarse en su seno. No entiendo a los padres que, defendiendo a su hijo acosador, refuerzan su conducta. Y menos aún, a los que acosan y agreden al profesorado, dando una lección de inmoralidad a sus hijos. Todos debemos cooperar para que este tipo de acciones, degradantes de la persona, no ocurran y, si lo hacen, nunca deben quedar impunes.

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 JOSÉ VAQUERO SÁNCHEZ,

docente jubilado

 

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