¿De verdad lo que vemos lo percibimos con la más absoluta conciencia de lo que es?
Cuando leímos el título de la obra de Roberto Gallego Cierra los ojos y mira (Hilatura Editorial) nos vino a la mente aquel “Abre bien los ojos, mira” de Julio Verne en su novela Miguel Strogoff e inmediatamente nos asaltó la duda de si de verdad lo que nos hace ver es engendrar una ilusión y hacerla realidad. Con esta premisa espontánea comencé la lectura de este thriller.
Ni los más avanzados sistemas de seguridad pueden evitar el robo de la escultura “Pájaro en el espacio” de Constantin Brâncuși, expuesto en el Museo MoMa de Nueva York. Cuando el joven Oliver se percata de que su chocolatería preferida ha sido sustituida por una tienda de venta ilegal de pájaros, se le viene el mundo encima y no encuentra consuelo en nada. Empleando su poder de persuasión, su padre Ulises Sánchez le relata la historia de su vida, que muy pronto capta la atención tanto del hijo como del lector, utilizando como preámbulo la alegoría del ser humano que, como un pájaro tiene vocación de volar y conquistar su propia libertad.
Este relato insertado va a ocupar gran parte de la novela, produciéndose un giro inesperado en la acción. En la secuenciación de su nuevo discurso, Ulises comienza desde los dieciocho años cuando trabajó en la librería Babel como mozo de almacén y los cuatro años universitarios en la Facultad de Periodismo y sus primeros noviazgos.
Cuando su admirado profesor Arriaga le ofrece una misión como reportero de la prestigiosa revista International Times, su vida sufre un cambio radical. El primero, marchar a Corea del Norte de infiltrado aparentando tener conocimientos solventes de veterinaria para de primera mano informar, denunciar y dar a conocer las injusticias e inmoralidad con la población marginada. Su estancia en Pionya le permitirá conocer de primera mano la deleznable situación de la comunidad infantil en manos de dirigentes preocupados por ofrecer una imagen de país ideal; falsedad que no pueden disimilar ni sus monumentos ni sus edificios urbanos. Propia de una historia de espionaje, Ulises sufre intimidaciones, persecuciones y amenazas siempre seguido en estrecha vigilancia por el bando enemigo. Descubierto en sus nulas habilidades zootécnicas, Ulises es expulsado de Corea y repatriado a Madrid, donde toda su vida vuelve a una cierta normalidad: la revista para la que trabaja y su novia Valentina fundamentalmente.
Poco le habrá de durar la tranquilidad, pues no tarda Arriaga en proponerle un nuevo desafío. Esta vez su destino será Bagdad donde habrá de convertirse en la voz pública de la lucha por la dignidad de la mujer en Irak. En esta ocasión, se enmascara bajo el perfil de un guionista de cine. El riesgo en sus escaramuzas informativas en Oriente Medio será continuo hasta el punto de resultar herido en una manifestación en la que se producen descargas y detonaciones entre los asistentes y los poderes militares del Estado.
Deportado a España, ahora tiene que hacer frente a una situación desoladora: embargada su casa y olvidado por el centro de investigación, además de un abandono emocional.
El autor ha conseguido crear una doble intriga: la del presente de la narración (desaparición de la escultura) y de las aventuras que le deparan sus dos viajes al extranjero.
En este punto, Roberto Gallego vuelve al inicio de la obra, y nos ofrece un perfil desconocido del héroe de la novela: el de Ulises como principal sospechoso de la desaparición de la escultura. No dudará en colaborar con la policía facilitando las coordenadas del lugar donde se encuentra la famosa obra. Pero esta operación esconde una organizada mafia. El autor se guarda un as en la manga que pivota sobre una pregunta clave: ¿de verdad lo que vemos lo percibimos con la más absoluta conciencia de lo que es?
Aparte de constituir un alegato en defensa de los derechos naturales y universales del individuo, con Cierra los ojos y mira Roberto Gallego nos incita a un compromiso social reivindicando el tesón personal.
Facebook: RGallego.Oficial
Rgallego_oficial
www.robertogallego.com
Ver anteriores artículos de
Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato