Dos relatos inquietantes que con magistral destreza en el ritmo narrativo, Elizabeth Engstrom nos conmoverá como nos creará desazón, porque ¿quién alguna vez no ha querido desfigurar el rostro del miedo que nos acecha?
Firmada por la escritora norteamericana Elizabeth Engstrom (Illinois, 1951), la editorial madrileña La biblioteca de Carfax, con traducción de Blanca Rodríguez, ofrece al mercado la obra titulada Cuando la oscuridad nos ama que reúne dos relatos.
El primero de ellos dc título homónimo. Cuando Sally se adentró en el agujero de aquella pared hallado en el bosque no podía imaginar que todo su alentador futuro iba a cambiar para siempre. Encerrada en una caverna inhóspita sufre alucinaciones, da a luz al pequeño Clinton y, sumida en la más absoluta tiniebla, se resiste en cambio a pasar allí el resto de su vida.
Los recuerdos de su vida apacible y el amor por su marido la incitan a buscar una escapatoria desde aquel mundo fantasmagórico en el que consigue sobrevivir. En contraste, su propio hijo se reafirma una y otra vez en la felicidad que siente en aquel reino regido por la oscuridad.
Al cabo de dos décadas, Sally consigue ver la luz curiosamente cuando consigue dar con un pozo que comunica con el interior de la casa de sus padres, y cuya salida estuvo sellada para garantizar la seguridad.
Pero después de tanto tiempo, los cambios en la familia han sido inevitables: su hermana Maggie ha contraído matrimonio con el que fue su marido, Michael, con el que tiene cuatro hijos. Incapaz de asumir ambas partes la nueva realidad, y con una apariencia decrépita Sally se va recuperando de las heridas físicas con las que el pútrido hábitat ha ido marcando a fuego su físico. La familia no está dispuesta a que tan repentina aparición resquebraje el núcleo familiar, de modo que la hacen pasar por amiga de su madre, Cora.
Transcurridos dos meses de permanencia en la superficie, Sally tiene un único deseo: volver a la vida subterránea para recuperar a su hijo. Pero este propósito aguarda varias sorpresas que arrastrará a varios miembros de su estirpe. La sorpresa será mayúscula cuando Michael descubra cuál es la mayor y más acuciante amenaza porque la angustia continúa allí donde creemos que comienza el derecho a la esperanza.
Por su parte, el relato que lleva por título La belleza es… se desarrolla en el pueblo de Morgan (Illinois). En él se alternan la historia del matrimonio formado por Harry y la sanadora Fern con la de su hija Martha, cuando esta tiene que hacer frente a la rutina doméstica al fallecer sus progenitores. El haber nacido sin nariz hace que el padre sienta verdadero desprecio por su propia hija. Además, un hecho puntual en la granja donde viven hace que Martha sufra un daño cerebral inexplicable. Ese estado y el contar con cierta solvencia económica harán que algunos personajes intenten aprovecharse de su deficiencia.
La curiosidad de Martha por aprender y su espíritu abierto al amor harán que también atraiga a la amistad sincera. Con algo más de cincuenta años cumplidos, la discapacidad intelectual de Martha de pronto se difumina.
La relación de Martha con su entorno no será nada fácil y tendrá que luchar tanto con los monstruos externos como con otros que han vivido muy cerca de ella y que se convierten en su más inquietante enemigo.
La sucesión de capítulos entre los episodios del matrimonio con aquellos otros del presente de Martha harán comprender el estado presente de la protagonista así como mantener en vilo la atención del lector por hallar una explicación lógica a tanto desvarío y desconcierto.
Con una innegable maestría sobre el ritmo narrativo, ambos relatos indagan sobre el origen y gestión de nuestros miedos en ese laberinto interior que en muchas ocasiones no tenemos el valor auscultar por si al hacerse la luz proyectan imágenes que no quisiéramos ver.
Para saber más de la autora:
http://www.elizabethengstrom.com/
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato