Maixabel es el título de la última película de Icíar Bollaín, la directora madrileña que ya mostró una cruda realidad en Te doy mis ojos y que luego nos deleitó con El olivo. Ahora, con las excelentes interpretaciones de Blanca Portillo, Luis Tosar y Urko Olazabal, nos sumerge nuevamente en una historia real y dura, ¡muy dura!
Pues Maixabel es, sobre todo, el nombre de una víctima de ETA: Maixabel Lasa, que en el año 2000 sufrió el asesinato de su marido, Juan Mari Jáuregui, un político vasco que cayó abatido a tiros en la localidad guipuzcoana de Tolosa, dejando conmocionadas a su esposa y a su hija María.
La esposa, sin duda una mujer muy valerosa y de firmes ideales, decidió no aferrarse a su dolor, sino que se implicó activamente dirigiendo, entre 2001 y 2012, la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo, dependiente del Gobierno Vasco, cuando los lehendakaris fueron Juan José Ibarretxe y Patxi López.
Durante esos años ETA siguió matando pero, cada vez más débil, en el 2011, poco antes de las elecciones que sustituyeron el ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero por el de Mariano Rajoy, anunció el abandono de la lucha armada. De hecho, su último atentado mortal había sido en París en marzo de 2010, cuando fue aniquilado un gendarme de la policía francesa.
En este contexto, el gobierno de Zapatero favoreció una iniciativa sorprendente: el encuentro de criminales de ETA arrepentidos con víctimas de los asesinatos. Y Maixabel Lasa estuvo dispuesta, con admirable valentía, a reunirse con dos de los verdugos de su esposo, los etarras Ibon Etxezarreta y Luis María Carrasco.
Precisamente, son las secuencias de esos encuentros los momentos álgidos de la película de Bollaín. En ambas brilla con luz propia Blanca Portillo, que interpretando a Maixabel, en primer plano y sin decir nada, nos conmueve con la inmensa carga emotiva de los más pequeños gestos de su cara. Son su mirada llorosa tras las gafas, sus cejas, sus labios,… los que dicen todo sin una sola palabra. Y uno se agita, también lloroso, entre la incomprensión del encuentro y la simpatía plena con quien ha sido capaz de hacerle frente.
Porque ¿cómo juzgar a una víctima? ¿Cómo juzgar su forma de encararse al dolor y a la vida acompañada siempre por ese dolor? Es indudable que cada cual afronta la pérdida y el sufrimiento de una manera. Con seguridad, a la mayoría nos cuesta relacionarnos con quien nos ha hecho daño; y mucho más difícil debe ser si es un daño tan terrible, que hasta hace inevitables el sentimiento de odio y el deseo de venganza. No obstante, tan legítima como estos resulta una segunda oportunidad, que es la propuesta sincera y comprometida de Maixabel Lasa.
En cuanto a la película, no te deja indiferente. Nos pone directamente ante lo que supuso ETA para todos, pero especialmente para sus víctimas, vascos y españoles del conjunto del país, después de 855 vidas truncadas violentamente por sus secuaces a lo largo de más de cuarenta años de negra trayectoria. Y como Patria —la gran novela de Fernando Aranburu—, te sitúa ante aquella realidad como una pintura cubista, desde varias perspectivas, para que la visión del drama sea con todas sus aristas.
Por fortuna, a día de hoy son ya muchos los que han tenido la suerte de no oír casi hablar de ETA: los más jóvenes. Pero no se puede desconocer ni se debe olvidar esta historia, porque quien olvida o no la conoce quizás tienda a repetirla. De ahí que, justo al terminar la proyección de Maixabel, supe que al día siguiente se la recomendaría a mis alumnos.
Lo hice calificándola en clase con estas tres palabras: lenta, dura y triste, dando lugar a ciertas risas. Pese a ello, cuando estoy terminando de escribir este artículo, diecisiete chicos han ido a verla, de modo que las siguientes son algunas de sus opiniones, escritas en los comentarios que han hecho como pequeña tarea de Historia de España, la asignatura que les imparto:
“Para mí, gran ignorante del sufrimiento de aquellos años, esta película ha sido un golpe de realidad” (M.F.M.).
“Muy pensativa… pues si hay una manera de describir el estado en que te deja esta película tras verla es esa” (S.D.A.D.).
“La humanidad con la que muestran a Maixabel es algo que consiguió conmover al cine entero,…” (E.M.Ch.).
“La escena en la que ella se sienta con los terroristas y les pregunta el por qué mataron a su marido me parece uno de los momentos más desgarradores…” (P.C.R.).
“A mi parecer en esta película el terrorismo de ETA no es más que el contexto del verdadero protagonista, las emociones humanas” (J.H.P.).
Ver artículos anteriores de
Profesor de Historia en el IES Padre Manjón
y autor del libro ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)
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