Un acosador arrepentido, una hostigadora dañada por sí misma y una acosada que aprende del miedo
A los múltiples retos que, en la actualidad, tiene que afrontar la educación social, se les van multiplicando también los desafíos. No hay más que abrir las páginas de cualquier periódico o pararnos un instante a escuchar las noticias en televisión para comprobar que, salvo excepciones, buena parte de la juventud anda desquiciada y, sobre todo desnortada confundiendo derechos y libertades, obligaciones y responsabilidades.
Desgraciadamente, uno de los mayores lastres que altera la convivencia pacífica en los centros educativos sigue siendo el acoso escolar. Son muchos los títulos que cubren la bibliografía literaria sobre este asunto. Precisamente, el testimonio de las partes implicadas en distintos casos de bullying es el germen de la novela Piedra, papel, tijera: decide quién eres, firmada por el escritor Víctor Panicello. Publicada por la editorial Comanegra, la edición ha contado con la ayuda de la Fundación FITA, institución cuyo principal estímulo es la de prevenir, sensibilizar y ayudar a la mejora de la salud y bienestar personal y social.
Para Verónica, cualquier día supone un calvario desde que sufre las humillaciones de parte de su compañera Esther, quien no pierde ocasión en dejarle en ridículo ante sus compañeros que asisten impasibles o actúan como mera comparsa a la degradación que sobre su persona aquella le infringe.
A pesar de la indiferencia general, Isabel insta a su amiga Leyla a ayudar a Verónica, pero esta solo quiere desentenderse y seguir como espectadora las continuas fechorías. Manipuladora, irascible y provocadora, Esther se ha cebado con Verónica; adolescente que hasta ese momento disfruta de una vida familiar estable, de su afición al baloncesto y centrada como está en un futuro prometedor. Si Esther es la maliciosa estratega, Álex es el frío ejecutor víctima al mismo tiempo del maltrato recibido por su padre desde la infancia; frustración que proyecta sobre los demás.
Además del daño físico, Verónica va padeciendo el daño psicológico que la va sumiendo en el miedo, la rabia y en un paulatino aislamiento.
Después de haber compartido en Instagram una foto manipulada de Verónica con un profesor, un hecho deleznable en la biblioteca del instituto, y presenciado por Isabel, incita a esta a buscar ayuda, por fin, en la tutora Marta.
Una vez reconocido el problema y ponerlo en conocimiento de la dirección del instituto, no tarda en intervenir una psicóloga especializada en trastornos de la conducta en la tutoría de Verónica. En el extenso mapa de personajes, Isabel se convertirá en su más fiel aliada.
La llegada del verano supone para la protagonista otra decepción cuando descubre que el chico que le gusta, Mateo, no atrae toda su atención. El nuevo curso supone para la protagonista el aliento de definir su futuro desde Bachillerato y deshacerse de la compañía en clase de la principal hostigadora. Si bien Álex ha abandonado los estudios y se declara un acosador arrepentido, la sombra amenazante de Esther la presiente Verónica y así se lo hace saber la propia acosadora.
En este momento de la historia, hay un salto de doce años. Ya independizada de los padres y ejerciendo como abogada laborista, Verónica recibe una invitación para asistir a una reunión de exalumnos con motivo del vigesimosegundo aniversario de la inauguración del instituto. En dicho acto se producen algunos reencuentros. Álex ha reconducido su conducta y sus objetivos de vida; Isabel es reportera especializada en temas sociales; y Esther, deteriorada física y psíquicamente por su propia maldad. Pero la actitud y reacción de Verónica ante la presencia de Esther ha cambiado…
Bajo el título del popular juego infantil, Piedra, papel, tijera retrata muy bien las distintas perspectivas: la de la acosada Verónica, la de los acosadores (Álex y Esther), la de los profesores (Marta), la de la psicopedagoga (Elena) y la de los padres que ni siquiera tienen conocimiento del infierno en el que transcurre la adolescencia de su hija. Gracias a esta técnica polifónica, el lector puede llegar a entender –nunca a justificar– la tendencia natural de algunos personajes hacia la violencia.
Como apéndice, a modo de cartas, acompaña el volumen numerosos testimonios de personas reales que han colaborado con sus experiencias en la configuración de los personajes y de la historia, dándose todas las combinaciones posibles entre acosada-acosadora-testigos-padres.
Para saber más:
https://victorpanicello.com/es/
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato