Piedad Santiago y José María Cotarelo presentan su libro de relatos ‘El año que no hubo primavera’ y el poemario ‘En algún lugar de las palabras’, respectivamente, en un salón del Colegio de Médicos de Granada lleno como antes de la pandemia.
Entre las múltiples utilidades que puede ofrecer la literatura al ser humano hubo una que se puso de manifiesto de forma evidente en la presentación del libro de relatos de Piedad Santiago, ‘El año que no hubo primavera’ (Colección Iberletras), de Piedad Santiago, y el poemario ‘En algún lugar de las palabras’ ( Ed. Corprens) de José María (Chema) Cotarelo. Amistad fraguada al calor de las letras que en muchos casos se prolongará durante muchos años, saltando fronteras e incluso llegando allende los mares.
Así lo pudieron comprobar los asistentes a este acto que tuvo como escenario el salón de actos del Colegio de Médicos que volvió a estar repleto de amantes de la literatura y la buena música, porque hay que decir que los autores supieron elegir dos excelentes presentadores, Mercedes Rodríguez del Castillo, en el caso de Piedad y Álvaro Salvador, por parte de Chema, además de tres amigos, Victoria Cruz, José Manuel Arias y Marijose Muñoz que recitaron un poema cada uno y el magnífico broche musical de Minha Lua, acompañada a la guitarra por Gabriel Pancorbo. Entre el público numerosos integrantes del grupo Letraheridos, integrantes de la comitiva Iberoamericana desplazada a Granada para la celebración del otoño cultural, entre otros el director de la colección, Daniel Luppo y otros presentes en la memoria como Pedro Solans. Y en la sala muchos amigos, familiares y compañeros de los dos autores.
Como manifestó al principio del acto Andrés Cárdenas, tras mostrar su satisfacción al ver el amplio salón repleto, «hay ganas de cultura» y mejor si este viene con forma de libros pues «nos hacen más humanos y más libres». Piedad Santiago, con el apoyo de unas diapositivas, fue dando unas pinceladas de su vida presentándose como esposa, madre y médico en el Virgen de las Nieves, done ejerce como especialista en Endocrinología, tras 25 años en el Hospital de Jaén. También habló de sus raíces accitanas y su crianza en Lanteira, pueblo de su madre. Igualmente habló de su gran familia, con su padre a la cabeza que le enseñó a leer a los 4 años, sus cuatro hermanas y de la pérdida de su marido a causa del Covid. Para terminar habló de su biblioteca y su afición a la novela policíaca. A continuación intervendría Mercedes Rodríguez del Castillo quien expondría las sensaciones experimentadas con al lectura de su libro en el que los personajes están dibujados certeramente, así como su maestría a la hora de describir los personajes y ambientes, destacando sobre todo el sentido del humor que impregna algunos de los relatos.
Por su parte, Álvaro Salvador ofrecería algunos detalles biobibliográficos de Cotarelo, asturiano de nacimiento y granadino de adopción, tras lo que pasaría a glosar su prólogo que comienza de forma taxativa. «José María Cotarelo cree en la poesía. Y cuando digo ‘cree’ es que para él la poesía es una verdadera fe, un impulso trascendental que lo hace mejor persona, mejor hombre, mejor ciudadano». A continuación alabaría lo acertado del título del poemario ya que «’En algún lugar de las palabras’ está esa magia que llamamos poesía». Poesía que en muchos casos da respuesta a preguntas que ni siquiera han sido formuladas y con la que el poeta se enfrenta a temas como la derrota o renuncia de todo lo humano, el tema del espejo que nos lleva a Narciso y a la belleza que es tan importante en la poesía, aborda cuestiones humanas como la necesidad del cambio del ser humano y del mundo, de los miedos, de lo negativo del olvido, y el amor como misterio, como comunicación, relación, distancia o fracaso, y el amor como creación. Para terminar afirmando «no tenemos la más mínima duda de que el autor, nuestro poeta, no sólo ha defendido sus propuestas, sino que ha sabido transformarlas en poesía, en lenguaje poético, y ha sabido hacerlo de una manera eficaz y brillante para colocarse por sus méritos en la estela, en la tradición de la poesía esencial que él ama y practica». Para concluir que en este libro metapoético en el que el autor no solo ha defendido sus propuestas de la poesía esencial en la que el poeta ama y transita sino que también indica cuáles son los caminos de la creación poética.
En referencia a las palabras de Salvador, Chema comenta que lo bueno que tiene el que alguien lea tu libro es que puede llegar a sacar conclusiones que ni siquiera te habías planteado para añadir «valió la pena escribir un libro para que alguien como Álvaro Salvador escriba un prólogo así». También agradeció su apoyo a sus compañeros del grupo de Letraheridos, a Fernando Mesquida, a Pedro Solans, y a Minha Lua y Gabriel, por su colaboración en este acto, al igual que a Victoria Cruz (Minha Lua pero en plan recitadora), José Manuel Arias y Marijose Muñoz quien le hizo entrega de unos de sus originalísimos cuadros en el que ha realizado un retrato del autor con una gramola pintado sobre mármol de Sierra Elvira. Entre bromas y veras, Cotarelo reconoció que es el único libro escrito con método durante dos meses en los que se impuso la tarea de escribir un poema cada noche, fallando solo una, por lo que tardó «dos meses en escribirlo, seis meses en elegir la portada y un año en encontrar el título». Libro del que, por cierto, salieron algunos poemas para su presentación al Certamen de Poesía del ayuntamiento de Fuente Vaqueros y en el que resultó premiado. Igualmente explicó con pizcas de humor el origen de la portada en la que se aprecia la pintura titulada ‘Pandora’ de su amigo Gustavo Alamón, pintor uruguayo fallecido el año pasado y anunció la presentación de la colección a cargo de su director, Daniel Luppo, que tendría lugar en la tarde del miércoles en la Corrala de Santiago.
Tras leer la advertencia al lector en la que afirma «No hallaréis, si es que hallareis en mis pobres alforjas, la elevada palabra del poeta, la sutil llamarada del intelecto, ni siquiera la persuasiva musicalidad de un buen verso escrito a la luz de la luna. Muy al contrario, solo encontraréis, si hurgáis en el fondo de los vacíos bolsillos, unas pocas cáscaras, tal vez líricas, unas retorcidas virutas que ni siquiera son tales, sino las muchas dudas e interrogaciones que así se fueron configurando. Este es, amigas y amigos míos, mi pobre y ligero equipaje, hecho solo de preguntas»., pasó a dar lectura al poema ‘Retrato en sepia’ dedicado a su insigne prologuista. A continuación daría paso a Victoria Cruz que leería el poema ‘Rompió las cartas de amor’. También dedicaría emotivas palabras a Fernando Mesquida Garrido, presente en la sala y daría paso a José Manuel Arias, su amigo y el Lorca en la obra de su autoría, ‘El sueño de Federico’ quien leería en poema ‘Mensaje en botella’ y que le llevaría a comentar que «los poemas leídos con otras voces no parecen ni siquiera tuyos». También él leería el poema ‘Amar en la memoria’ y, por último, la polifacética Marijose Muñoz el poema ‘Destrucción en el amor’. Por último, la dulce voz de Minha Lua interpretando tres fados, acompañada a la guitarra por el guitarrista granadino, Gabriel Pancorbo, pondría el magnífico broche musical a un acto que los presentes recordarán durante mucho tiempo. Y es que como recalcó Chema Cotarelo «vale la pena escribir libros para tener amigos como vosotros».
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