La sabiduría que aportan las experiencias de una vida intensa y la fuerza de la ilusión de quien joven se entrega a la revelación de su destino.
Cualquier alusión a la escritora australiana Stay Gregg conducirá irremediablemente a dos mundos a los que se entrega con auténtica pasión: la escritura y el mundo de los caballos. Y ambos los conseguido aunar una vez más en la novela juvenil El príncipe de los caballos, editada por HarperCollins con traducción de Sara Cano Fernández.
Berlín 2019. Mira Ahmad es una niña árabe de Alepo. Reside en el barrio berlinés de Roseneck. Proviene de una familia de refugiados sirios. Paseando un día con Rolf, un perro de raza teckel que está a su cuidado, se encuentra fortuitamente con Emir, un precioso caballo que pertenece a Zofia Bobinski, una anciana de ochenta y nueve años y reputada saltadora, quien le propone a la joven de doce años que escriba su historia personal a cambio de convertirla en una gran amazona.
A lo largo de la novela se desarrollan dos historias paralelas: la contada por Zofia a su biógrafa y que comienza en 1945 con la ocupación nazi de Polonia, y la de la niña, que vive sus propios tormentos, sobre todo cuando es acosada por una compañera de su centro de estudios.
En la primera de ellas, cuando Zofia regresa a su casa de Janów Podalski, en el este de Polonia, comprueba con verdadero pavor que está ocupada por los nazis. El coronel Otto Mühller –entrenador de salto ecuestre– ha sido asignado por el führer al mando de la caballería alemana, responsable ahora de los establos de la ciudad polaca. Una vez que el coronel ha tenido ocasión de confirmar la destreza que la joven tiene con los caballos, le ofrece permanecer con él y con los agentes de la SS, cuidando de la caballeriza y, sobre todo de Príncipe, un espectacular purasangre árabe polaco que atrae la atención de todos.
Con la aparición en escena del temible doctor Ran quedan desvelados sus propósitos maquiavélicos: reunir a los mejores sementales para crear caballos perfectos para la guerra. Ante la amenaza de perder a Príncipe, Zofia consigue huir en dirección a Berlín. Allí cuida de la cuadra de Adolfo Hitler. Pero cuando la Segunda Guerra Mundial está dando sus últimos estertores, la joven consigue escapar del perverso plan del führer, salvando a cinco sementales que representan los linajes más puros de Europa.
En el momento en el que Mira conoce a Zofia, su afición por los caballos va despertando en ella sentimientos más profundos; sensaciones que se intensifican cuando asiste al campeonato del Grand Prix. Instruida por aquella, Mira centrará toda su atención y esfuerzos al mundo del caballo, llegando a participar como saltadora de equitación olímpica.
La experiencia de Zofia la asimila Mira con total abnegación y exigente entrenamiento, considerando la equitación todo un arte del que tendrá que aprender la doma, el paso, el equilibrio, la cadencia, etc.
Con escasos retazos históricos, ambos relatos se van entrecruzando a lo largo del volumen donde –como dice la propia autora en el epílogo– los acontecimientos narrados están basados en hechos históricos.
Escrita con una prosa ágil que fácilmente implica al lector, en El Príncipe de los caballos, Stacy Gregg crea una tierna historia de superación y compromiso, en la que adquieren relevancia los personajes femeninos caracterizados por sus propias acciones; actores que van evolucionando conforme van empatizando entre sí: Zofia cuando descubre en Mira un espíritu inquieto y puro; y Mira cuando reconoce en aquella un espejo verdadero al que le gustaría parecerse. En síntesis: la sabiduría que aportan las experiencias de una vida intensa, y la fuerza de la ilusión de quien joven se entrega a la revelación de su destino.
Para saber más:
https://www.facebook.com/StacyGreggAuthor
https://www.harpercollinsiberica.com/
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato