El humo saturaba todo el habitáculo. Un grupo de jóvenes de no más de diecisiete años, formando un semicírculo junto a la barra, jugaba a los “chinos”. Se apostaban una de aquellas invitaciones que sobre el mostrador había servida en cuatro vasos de vino blanco peleón, con las tapas de costumbre. Una actitud apática e inmersa en una cierta desorientación social acompaña al grupo. Jugaban distraídos. Uno miraba, sin interesarle, al viejo televisor que apenas emitía con una mínima claridad de imagen; otro pasaba el tiempo mirando a través de los cristales, húmedos por el vaho, de la ventana; y los otros intentaban avanzar en el juego de moda, “Los Chinos”. Dos que quedaban del turno que jugaba. De forma inesperada, uno gritó: “Cuatro con las que saques”. Se tiró un “rentoy” … ¡y perdió!
Era una de las actividades de ocio de la juventud de mi pueblo. Amén de juego a cartas y consumo de cubatas. Desorientada, aburrida, perdida en sus confusos pensamientos e incertidumbre de futuro. Se hallaba esparcida de tal forma en los bares del pueblo, que vida social no tenían. Era de absoluta necesidad un cambio. Y ese serrano pueblo de los Montes Orientales granadinos tuvo su ocasión y el destino le condujo a su transformación. Los pocos televisores del pueblo esperaban con sus dueños e invitados a que llegara la gran noche y comenzara el Concurso en Madrid, estudios de TVE. Allí se hallaba la juventud en estrecha lid comprometida con grupos de todo el país y de grandes ciudades de España. ¡Concursando!
… ¿Concursando? ¿En qué?… ¿Un villorrio de no más de 1500 habitantes enfrentándose a ciudades de inmensa superioridad?… ¡Y ganaron! Y su trofeo abrazaron, del Concurso Villancicos a nivel Nacional celebrado en el 1972. Trayéndolo a mostrar y dedicar a sus paisanos. Una piña formaba aquellos que antes dispersos andaban. Y el que los dirigía fomentaba en ellos principios y valores de los que adolecían. Era frenética la actividad juvenil. Les invadió un sentimiento social que enriqueció en convivencia y futuro. Allí, la empatía, y una cordial participación sociocultural y la naciente amistad logró celebrar a modo de “justas y torneos” multitud de actividades donde, con invitados jóvenes de fuera, se estrecharon lazos.
Benalúa de las Villas desbordada, con aquella semilla que sembró el hombre que un día fuera enviado a cumplir su misión. Un centro se había de crear para toda aquella fuerza pujante que pudiera catalizar sus anhelos, exponer sus ideas a la par que disfrutar de su valiosa amistad.
Ocasión muy buena fue, aprovechar la creación por el Ministerio de Turismo y Juventudes de centros juveniles en España.
El responsable del gran proyecto del pueblo marchó a Madrid y, en entrevista personal con el ministro, logró para nuestros jóvenes lo que después se conoció como “El Teleclub de Juventud de Benalúa de las Villas” Su creación, funcionamiento y trayectoria fue espectacular, las actividades y logros conseguidos, hicieron eco en todos los medios, ello hizo que su rango fuera promovido y elevado, por el Ministerio, a “TELECLUB COMARCAL”, ejemplo y señera de todos los teleclub de la Región, amén de ser conocido en España entera.
La reunión de dirección y gobierno de nuestro querido centro, El Teleclub, había sido fijada para las 21’00h. de aquel día, miércoles, como los demás en que el cuadro de organizadores se reunía. Llegó el presidente, cuando ya estaba presente ocupando asiento. Lo hizo el tesorero, hablando con aquel del que era gran amigo, el secretario. Los cuatro vocales, antes habían llegado… Faltaba el responsable de aquel movimiento que levantó Benalúa e hizo de aquella aldea un pueblo grande, conocido y memorable. El presidente y tesorero intercambiaban opiniones con el secretario y vocales, esperando la llegada, del que “no tenía cargo”, él solo era el alma y epicentro de aquel “Trabajo”.
Un merecido y contundente aplauso rompió la calma, todos aplaudieron al abrir la puerta del despacho y aparecer, todo contento y satisfecho, sin dejar su semblante de humildad y bondad. Con lo que consiguió transformar en esperanza real la juventud del pueblo.
DON FRANCISCO LOMBARDO VALVERDE ¡Es el hombre!. Que por encargo Arzobispal. Entre 1967 y 1974 ocupó la sede parroquial y llevó a cabo la más maravillosa labor que imaginar se pueda.” Él se dio todo a los demás… y ellos respondieron”. Aun ahora en diáspora, son distinguidos por su modélica y formal estela de vida.
En la zona de los Montes
Región de gran altura
Esa tiene su encanto
En el pueblo de Benalúa
Este estribillo era coreado por aquella ejemplar unión de adolescentes, como “grito de guerra”.
Una gran caravana de autobuses cruzaba España. ‘La Juventud a los pies de Santiago’ iba en peregrinación. Organizó el Ministerio de Turismo. Los autobuses, uno y dos, eran de nuestro pueblo. Distinguido por su actividad comprometida.
Le sucedieron, obras teatrales, coros, bailes regionales, cursos agrícolas, de costura, fiestas juveniles y toda actividad sociocultural habida. Era tal la participación que, a misa festiva acudían todos, tanto cristianos como ateos u otras religiones. “Todos Uno”: Pobres, ricos, universitarios, no leídos ni estudiados, bajos, altos, todos cabíamos en aquel “sociocultural Centro” que Francisco Lombardo había diseñado. La buena obra perdura. Así dura la que allí nació. Aún se notan y distinguen de los que fueron antes y son después.
¡Francisco!, arquitecto del proyecto, fue. ¡Gracias!
Ver más artículos de
Inspector jubilado Policía Local de Granada