“Cuando comencé a desarrollar la idea de esta serie pictórica-poética, no sabía qué armazón sostendría su volumen, sólo quería recrearme y rescatar la belleza que encuentro en determinados elementos naturales y en algunas piezas y motores de diversas maquinarias. Sentía que ambos elementos tan dispares y pertenecientes a campos tan distintos comulgaban en mi cabeza, dialogaban y acomodaban su disparidad hasta componer un conjunto armónico. Ese ha sido el origen de esta exposición”.
Marina Tapia
En estos momentos, contemplando las obras de la poeta y artista plástica Marina Tapia soy consciente de que soy un átomo en el universo con infinitas probabilidades de desarrollo y entiendo que a través de sus pinturas y poemas ella explora múltiples posibilidades. En estos cuadros, lo expresa con surrealismo muy ingenioso y originalidad constante en la construcción de un mundo de belleza y entraña, desde su visión interior con las señales que recibe desde la naturaleza y el corazón para crear nuevas figuras que nos representa como metáforas líricas.
Esta filiación pictórico-poética presagia el júbilo de lo atávico sin nombre, anterior a los aborígenes araucanos y mapuches primeros pobladores de su Chile natal, articulándolo con la herencia idílica de admirados autores: Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Violeta Parra y Víctor Jara.
Marina Tapia navega por los nuevos caminos de la gráfica ideal orientada por su encantador faro familiar, tanto su madre -Pamela Pérez Bernal- como su padre -Adamus- son artistas. Además, vienen al pensamiento afinidades reflexivas con dos mujeres artistas vanguardistas que le preceden: Remedios Varo y Maruja Mallo, ambas nacidas en la península ibérica florecieron como grandes creadoras en territorios americanos, juego de espejos en el espacio y en el tiempo, Marina Tapia oriunda de Valparaíso aflora en Granada.
Considero que la historia del arte debe reescribirse, las mujeres virtuosas han sido en el pasado una parte decorativa, y más de cien años después es de justicia poética que el nombre de las mujeres artistas, pioneras que cristalizaron sus pensamientos en un universo inagotable de figuras sean protagonistas con mayúscula.
Ellas aprendieron a ignorar sus miedos porque sin la voluntad de creer en si mismas nada innovador sucedería. Fueron surrealistas en el sentir femenino estético, la tierra, lo natural y la sacralización de objetos, se transfiguran al percibir la falta de sentido en lo exterior, vuelven la mirada hacia el interior.
Marina tapia es una humanista a contracorriente de las modas y una prestidigitadora que realiza su magia con gran vocación siendo capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros.
Por eso no es sorprendente que se haya planteado lo que significa estar en el mundo y de qué forma encaja todo. ¡Y que haya desarrollado una respuesta tan creativa en sus poemas gráficos! Se siente el anhelo del pasado y la esperanza para el futuro; el tiempo se refleja en la naturaleza, y en las personas hay ensueño.
Ha escrito gráficamente su padecimiento, gozo, usando la inteligencia y la sensibilidad. Un acto completo que nos hace sentir las entrañas de la tierra y su fidelidad a los valores íntimos, guiada por la imaginación la creatividad fluye espontáneamente. Plantea su propia figuración partiendo de los acoplamientos de maquinas, engranajes que se prolongan en formas orgánicas con vida: Mariposa, colibrí, medusa, flor de loto, gato, estrella de mar, tiburón cactus, caballito de mar, esqueletos de aves, caracola, piedra, pluma, pez, árbol con raíces, granada, linterna romana, kantharo griego, vasija aquea, jarrón, maquina de escribir, brújula, mecanismos, cinta de Moebius, Carriazo de Tartesos, cabeza romana, lámpara de Aladino, cofre visigodo, tintero y tinta derramada, espejo de Nubia, zapato de mujer, jarrón árabe, motor eléctrico, esfera armilar.
La inspiración ha variado de temas de formas y de motivos, pero se han mantenido en ella ciertas virtudes constantes y singulares, el equilibrio entre la emoción y la idea, el sentido de la medida. Hay una férrea voluntad de expresar lo intimo del ser y la naturaleza que habita dentro de su esencia que podíamos denominar poético-filosófico.
Persiste en plasmar lo transitorio y lo opresivo en una orbita constante e integra.
Juguetes compuestos por objetos y especies naturales que procuran trascender el tiempo. La creatividad, lo novedoso surge de la experimentación que siempre cambia instrumentos, formas y contenido pero nunca es algo finalizado.
Marina Tapia nos invita a abrir los ojos de la mente a nuevas ideas, a nuevas interpretaciones y a nuevas formas de percibir el mundo. Más allá de lo evidente.
La única manera de hacer del arte un refugio del abatimiento existencial, es realizar obras maestras en armonía con la naturaleza, conociéndola, a través del estudio y la contemplación, avanzando hacia el conocimiento de la verdad y la revelación.
Se puede entender que hay que poner un verso acoplado a la imagen y ver cómo interactúan juntos. Y, de hecho, el espacio entre el poema y la imagen es el espacio de la creación. En Marina Tapia, el arte ya no es simplemente un espejo de objetos o de algo.
Ella al igual que el genial artista Marcel Duchamp crea cosas nuevas a partir de las cosas que ya están aquí reconfigurándolas estratégicamente o pensando acerca de sus condiciones de tal manera recreándolas o hallándoles una nueva forma de pensarlas o de mirarlas. Altera el orden para que así uno no solo lo entiende por lo que la imagen representa, sino también la relación que la persona tiene con ello.
Obras para pensar detenidamente o jugar con estas ideas de que cualquier cosa puede ser posible para el arte, siempre rompiendo barreras creadas por la sociedad, porque si no puedes destruir el mundo en tu arte, no puedes cambiarlo o hacerlo mejor.
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José Manuel Darro,
diciembre 2021