Mónica que reside en Granada desde 1991 habla despacio, eligiendo las palabras sin prisa. De esta forma cuenta que su etapa como cantante quedó atrás y que en estos momentos se queda con su faceta poética. “Como soy muy veleta y contradictoria no sé lo que le diría dentro de un poco de tiempo. Ahora mismo estoy centrada en mi poesía porque antes lo estaba en el formato canción”, aclara quien ya ha publicado otros dos poemarios: ‘Nueve lunas (Cuaderno de Vigía, 2000) y ‘La cuadratura del plato ‘ (El Páramo, 2011)que le valió el X Premio de Poesía Vicente Núñez.
Admite que no sabe muy bien lo que le empuja a escribir aunque “lo cierto es que esa necesidad está ahí desde siempre, desde la propia infancia de una forma borrosa pero, sobre todo, desde la adolescencia, pues desde entonces no he parado de escribir poemas y canciones”. Aunque fue una enriquecedora experiencia no se muestra muy satisfecha de su etapa como cantautora ya que “no pude dedicarle todo el tiempo que hubiese querido”. Se confiesa“neurótica autoexigente en demasía” lo que hace que no esté demasiado contenta con aquellas canciones porque cree, que en otras circunstancias, las habría escrito mejores. Igualmente se considera “una amante de la lectura de poemas en público pues, la oralidad en poesía es importantísima para comunicarse con el público”.
Eso sí , se muestra muy satisfecha con el trabajo realizado por la diseñadora de la portada, Agata Lech, en la que se ve a un gorrión aguantando una granizada con la cabeza agachada. “Surgió de una conversación y cruce de imágenes vía correo electrónico”, afirma al mismo tiempo justifica la antítesis del título pues “somos seres contradictorios y eso se tiene que ver en la poesía actual. La poesía tiene que reflejar esas contradicciones”. También indica que el título se puede explicar a través de los conceptos ayer, hoy y mañana, pues el libro se abre con una cita machadiana “Del Ayer que es Todavía”, la segunda con otra de Juana Castro que dice “Parece que fue hoy” y, en el último verso del libro, aparece la palabra mañana (mañana enterraremos a los pájaros)” . Libro del que afirma “no se escribe en un lirismo de altos vuelos. Es un vuelo rasante y tiene implicaciones muy reales, girando en torno al mundo de la infancia”. Y es que “en este país que hoy más bien sufrimos, viene de un ayer negro como el tizón, aterriza en un hoy de colorines falsos y va hacia un mañana incoloro, y, si no que se lo pregunten a las nuevas generaciones”.
Música potentísima
En su doble dedicatoria agradece a sus “maestros y amigos” Ángeles Mora y Juan Carlos Rodríguez, que estén «siempre tan cerca». Por otra parte a sus cuatro hijos Elena, Irene, Daniel y Gonzalo “tan dentro”. De la misma forma tiene elogiosas palabras para Elena Medel, que “con una sabiduría y generosidad enorme ha rebelado el libro en el breve texto de la contraportada” donde recurre a una intuición de María Negroni -un poema es una miniatura de mundo- para calificar la voz poética de Mónica . Así mismo, resalta como en sus poemas “cada palabra significa más de lo que significa” al tiempo que señala como “no hay melancolía ni nostalgia en estos poemas, tampoco laten pérdidas ni vacíos: hay una búsqueda, hay una certeza, hay una música potentísima. ‘Adiós al mañana’ explica el mundo y nos lo amplia”.
En resumidas cuentas, 41 deliciosos poemas repartidos en dos partes diferenciadas por un cambio de óptica aunque en ambas se hable del mundo de la infancia, lo cual no quita que haya otros poemas que parten de esta etapa para aterrizar en el hoy, a través de una reflexiones sobre el presente y a veces hasta un enjuiciamiento de ellas. En estas composiciones llama la atención, por ejemplo, el homenaje que le dedica a la que fuera su primera maestra, Doña Gracia, o los que habla de los cuentos de hadas, o los titulados ‘La casa del abuelo olía a tinta’, ‘No jugué a las muñecas’, ‘El muy irónico’, ‘Se murió la monjita’, ‘El futuro existía en forma de pregunta’,… De la segunda parte nos agrada y sorprende ‘Alguien me enseña a hablar’, ‘Se ríen los mayores de mi lengua de trapo’, el ya mencionado dedicado a su maestra y el último. “Este es un libro agridulce. Para mi la infancia no es la patria como se ha dicho muchas veces, eso es un tópico y una trampa, tampoco es un paraíso porque los paraísos no existen. La infancia es la etapa del descubrimiento”, nos dice antes de recitarnos de una forma preciosa ‘Ha llegado la hora’ con el que cierra el libro.
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