Hay una fuerza invisible, universal que nos une como un imán a la tierra, hay una palabra que jalea desde que naciste, que se proyecta con calidez en cada ser, en cada muro, en cada lenguaje, que ilumina un instante, que se transforma en oro macizo con la madurez de los años, esa palabra que no se ha desvanecido es “AMOR”.
A la par, hay un viento de cuchillos que desgarra, que se refuerza del odio al vecino, al diferente por su color, religión, ideología …que se devora entre guerras, terrorismo, violencia, xenofobia…que intentan matar de hambre al AMOR, que le abren un agujero negro a la hermosura de la vida.
En el retorno de la Semana Santa, mis ojos palpan en la noche granadina el contraste de dos mundos que se enlaza y se enredan, el laico y el religioso, compartiendo espacio físico. La noche de recogimiento, con un silencio sólo interrumpido por el replique de los tambores, seguido por miles de ojos agolpados sobre el Cristo quebrado por la cruz, de cuerpo lacerado por el látigo, de sangre incansable en sus heridas. Cuando en la noche de pasión queman: las cicatrices imborrables de la injusticia y el desamparo en la muerte. Se abre el AMOR Algunos aman la muerte representada y otros aman la vida hirviente. De la meditación al entusiasmo no hay barrera, la noche se llena de jolgorio, donde avanza el colorido, la frenética diversión, música, risas, con el cartel de completo en pubs, terrazas, botellones … entre amigos y familiares donde germina el AMOR.
La noche se echa encima y mis pasos retumban en el asfalto húmedo en una primavera donde el cielo también llora lentamente. Avanzo escoltado por los nietos, ellos no piden nada, sólo preguntan en un mar encadenado de preguntas ¿Abuelo, que eso, que es aquello…? la más pequeña, la más atrevida, María 3 añitos, cansada, agotada “Abuelito súbeme a los hombros”. Zumba a lo lejos el sonido de las bandas de música de la procesión sumergida en el laberinto de callejuelas que se estiran en Semana Santa. Miro a los ojitos de mis nietos y camino compartiendo la dulzura de su AMOR angélico.
Ahora, después de los años, cuando la vida pasa hacia el poniente, cuando lo relojes nos dan las campanadas apresuradamente, cuando las horas menguan el espacio de los días, meses y años, cuando olvidamos palabras, nombres y fechas, lejos del olvido perdura la palabra AMOR. Con los años, todos hemos cambiando, navegamos en lo que llamamos madurez de la vida, necesitamos recuperar y mantener trozos de ese AMOR: hechos de dulces caricias, de las mariposas de los besos, de los cálidos abrazos, de los silencios de los enamorados…
Estamos en el momento que la vida se aquieta, aunque en el exterior el mundo infatigable se expande en un gran gemido, en un acumulado dolor: la emigración, la masacre de inocentes, la devastación de los ecosistemas… Más que nunca, el ansia de vivir nos impone a no desertar de la vida, a practicar el lenguaje de la felicidad y sentir el peso de la palabra AMOR, como el oxígeno necesario para la existencia.
Suena en la radio canciones que hablan de amor, proyectan películas de enamorados, encarcelados en un abrazo una pareja de jóvenes universitarios se besa con pasión, en la ciudad los arboles arrebatados de brotes floridos ante el latido de la primavera, la sangre verde que no cesa, el corazón aun abre sus alas es el AMOR quien proclama su victoria sobre el tiempo.
Retorno al Aula universitaria de mayores (APFA) de la Universidad de Granada, se imparte el seminario de “Inteligencia emocional. El arte de ser feliz en un mundo para todas las personas” dirigido por el magnífico profesor y psicólogo José Luis Cabeza Casado y su equipo. Con la figura geométrica del triángulo es suficientes para explicarnos la teoría del AMOR según el psicólogo estadounidense Robert Sternberg, en cada vértice una de las palabras “Intimidad, Pasión, Compromiso” bastaría con las múltiples combinaciones para describirnos cada AMOR.
En mi cabeza da vuelta el triángulo, una sutil figura encadena en su interior la tormenta fresca, la hermosura inconsciente del AMOR, quien lo diseñó no es latino. Giran las palabras en el laberinto de mi memoria. Me encojo lentamente en mi asiento de clase, crujen mis ideas, zumba el enjambre de amores pasados y presentes, no me ubico en ningún lado, quizás este en todos o en ninguno: me faltan los corazones rotos, el lenguaje de las miradas de enamorados, el cosquilleo en el estómago, las sonrisas cómplices, el deseo precipitado, sentirme sólo contigo en una burbuja, las noches de luna llena …
Mi agradecimiento al profesor de la Universidad de Granada y del Aula (APFA) José Luis Cabeza por traernos a través de la Inteligencia Emocional, las palabras para que no se pierdan, como felicidad, amor, alegría, autoestima…
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Comentarios
6 respuestas a «Rafael Reche: «El AMOR, colma el espacio vital en la edad madura»»
No recuerdo ahora sí fue Platón quien dijo que nuestro fin último era alcanzar la felicidad, pero no cabe duda que,como tan magistralmente describe Rafael, se llega a ella a través del amor, incluso me atrevo a decir que ese debería ser el fin de la humanidad, puesto que el amor ya lleva implícita la felicidad.
Enhorabuena por el magnífico artículo.
Amigo Diego, nosotros hemos tenido como bandera por nuestra profesión y vida nómada que hemos llevado, valorar la amistad y el compañerismo como una bandera que nos ayuda a ser felices. Gracias por tus palabras.
Rafa, tienes un un don. Gracias por compartir.
Amigo José María es una suerte tenerte como amigo y un auténtico placer compartir contigo mi experiencia como escritor. Un abrazo
Amor. Amor en toda su variedad y amplitud del concepto.
No hay mayor fin en la vida que recibirlo y entregarlo con generosidad.
Esta sencilla palabra, aguda y pulsátil como una aguja enhebrada de intensas emociones, es la que teje nuestras vidas, las compone y las recompone.
No imagino una vida sin amor.
No habría mayor condena.
Rafael. Has realizado una reflexión muy interesante. Impecable tu artículo. Mil gracias.
Amiga y compañera Silvia, gracias por tu comentario. Comparto plenamente tu opinión , yo tampoco me imagino una vida sin amor, es la esencia de la vida, amar y ser amado. Te admiro como escribes donde emanas ese amor en tus versos.