Cuando llegas a la segunda etapa de la vida, lo primero que cae son las fechas. Cada día inauguramos el tiempo. Observamos como los acontecimientos se deslizan por los dedos sin poder atraparlos, ¡Quizás, tampoco nos importa! Es la ventaja de la edad.
Parece que ayer comenzó este incierto curso en las Universidades de Mayores, cuando desplegamos lentamente e ilusionados la vela del barco en el Aula, aún azotados por las olas de la epidemia, partimos allá por el mes de octubre 2021, las clases se convirtieron en islas, las persianas levantadas, liberaban a las aulas de la pesada y tenebrosa oscuridad, los callados asientos de madera abatibles crujían otra vez deseando mitigar su desesperada condena de silencio, las salas semicircular (aulas de las antigua Facultad de Medicina) que asemeja a un anfiteatro se pueblan de rostros, de ojos brillantes y de sonrisas encubiertas por las FFP2, otra vez la vida renace como una primavera adelantada aunque no hay dos iguales.
Las ventanas abiertas provocan que el aire sosegado en su propia huida hacia las puertas de par en par, se transforme en un biruji fresco que se cuela en los huesos cansados. La mayoría de los estudiantes permanecen enfundados en los abrigos.
El delegado de clase Dionisio, cada espacio de tiempo como un autónomo programado mira con interés una especie de reloj digital colocado en la pared, vigila que los niveles de CO2 no suban de un valor determinado, con suma discreción se levanta para abrir más ventanas, me encojo, me embalsamo en mi chaquetón, miro el reloj falta menos para las 20 h y salir a paso legionario y quedar con los amigos para tomar un vino con sus correspondientes tapas.
En este invierno impuesto que no se detenía, pasaban las horas de las tardes, pasaban los profesores, pasaban las materias, fluían las lecciones magistrales sobre: Los fósiles, el Derecho y sociedad, Tecnología y la Informática, Salud Integral, la Alhambra, Viaje al cuerpo humano… ¡Esta claro! Los caminos de la curiosidad vuelven a converger, el niño por descubrir el nuevo mundo y el mayor porque el mundo le descubra otras facetas.
Entramos en una vida sencilla, donde darles a los años vida se convierte en un guiño a la felicidad. El agua clara nunca se detiene y nuestro deseo tampoco.
Después de los años vividos el estudiante mayor busca al mensajero con la respuesta, acude a la cuna del conocimiento, la universidad, con el firme convencimiento que, a través de la ciencia, humanidades y arte, saciar la sed de saber.
Con los ojos fijos en el presente. Pensamos más en el presente, los años de pandemia nos enseñó la fugacidad de las cosas. El curso 2021/2022, toca a su fin, vuelvo el rostro y huyo con él, con su recuerdo, al final nos quedamos con la nostalgia de cada instante vivido, lo despido con alegría y con el entusiasmo puesto en el curso siguiente. El aula de Mayores con su nombre oficial Aula Permanente de Formación Abierta, no se detiene en su carrera y nosotros nos dejamos atrapar por su singularidad. Saben que volveremos y nos esperan. Con algunas caras nuevas, con renovadas asignaturas y con la solera de los viejos profesores.
Le decimos adiós, a las tardes/noches de cafés y cervezas con los compañeros de clases.
Adiós, al pequeño mundo de las salidas de campo con las asignaturas.
Adiós, a las celebraciones y actos académicos: Patronas del APFA, Jornadas de encuentro en Ceuta, apertura del curso…
Me levanto del asiento en la última clase del curso y la chispa salta cuando el joven profesor de informática termina su exposición y a modo de alago nos comenta “Estaréis deseando terminar el curso” y como un coro a una sola voz resuena un “NO” de los alumnos que peinan canas que en su piel reflejan el paso el tiempo como una fruta madura.
Decirle siempre adiós a un curso universitario como el rio se lo dice a ribera en una interminable despedida. Volveremos más llenos de vida.
En próximo artículo de la memoria de un curso pletórico de la Asociación de estudiantes mayores ALUMA en su XXV aniversario de su fundación.
Nuestro agradecimiento a todos los valientes estudiantes mayores que a pesar del frio de Granada y las aireadas clases, no han faltado a las sesiones. Al planten de profesores que volcaban generosos sus conocimientos, con una plena sintonía con los estudiantes. A la entregada Dirección del Aula APFA por su programación y trabajo y en especial al buen hacer de la Universidad de Granada con las personas mayores.
¡Hasta el próximo curso!
Leer más artículos de
Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Comentarios
4 respuestas a «Rafael Reche: «Memoria de un curso que se acaba»»
Pues si se nos fue el curso volando, a pesar de no haber salido tanto como antes de esta pandemia que ya se está haciendo un poco pesada. Nos volveremos a encontrar si Dios quiere octubre.
¡¡FELIZ VERANO!!
Gracias María, seguimos en contacto. Tambien te deseo un buen verano, nos vemos.
Que mundo tan mágico y envidiable el de esas personas que una vez finalizada su vida laboral, están deseosas de ampliar sus conocimientos e incrementar sus valores y amistades, dedicando tiempo y recursos sin esperar nada a cambio, salvo baños de cultura y amistad. Que bonito y eficaz son los fines de vuestra AFPA.
Felicidades por este artículo de fin de curso y que descanséis para comenzar el próximo con más energía.
Gracias amigo Diego. La universidad en este caso nuestro es una academia de compartir amistad, de aprovechar el tiempo libre en cultura y de conocer otras culturas con los viajes.