Sé que soy un pesado, demasiado diría yo, con el tema del hambre. Pero que alguien me diga si no es la mayor vergüenza del ser humano dejar que otro muera de hambre.
Ya no hace falta ir a África, Asia o América Latina para encontrarnos con la pobreza en su más cruda realidad, ahora solo falta mirar en el rellano de tu escalera, en la escuela o en tu entorno para observar que hay muchas, demasiadas personas como tú que están en el umbral de la pobreza. Los distintos gobiernos se han olvidado de los más necesitados y solo apuestan por los pudientes, dejando en la estacada a todas aquellas criaturas que han sufrido en sus carnes la voracidad de los mercados y de la crisis, hasta el punto de estar realmente jodidos.
Leer que dos millones de niños en España, sí España pasan hambre y que desean que en verano continúen abiertos los comedores escolares para al menos hacer una comida decente al día, pues el hambre no se va de vacaciones, es algo impensable hace unos años. Pero leer al mismo tiempo que la Infanta Leonor recibirá 102.464 euros anuales de fondos públicos en su condición de Princesa de Asturias, o sea por ser princesa cobrará 8.500 euros al mes, mientras que un pensionista cobra de 630 euros al mes, esto claro está, espero que cuando sea mayor de edad.
Ya no hablo de República o Monarquía, hablo solo de decencia y honestidad, pues irrita bastante el ánimo de muchos ciudadanos que no comprenden que la heredera cuente con tal salario, en la situación actual, cuando hay niños en España que no tienen garantizada una comida caliente al día.
Así llegamos a la situación de que los ricos tienen dietas, los pobres hambre y sin embargo al final la mierda huele igual sea de príncipe o de sirvienta. El mundo está necesitado de actitudes y no de opiniones, pero ya va siendo hora de que de una vez por todas tomemos partido por el hambre, pues no se puede seguir arrastrando esta vergüenza por mucho más tiempo. Ya se ha dicho varias veces y una más ahora, con el dinero que se ha utilizado en “salvar” a los bancos, de la situación financiera actual, habríamos podido salvar al mundo del hambre. Ya decía alguien que de los pobres sabemos todo, en qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, qué no creen…solo nos falta saber el por qué los pobres son pobres, será quizás porque sus desnudez nos viste y su hambre nos da de comer’.
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